viernes, 6 de abril de 2012

Luciana Peker: Los puntos sobre el femicidio


Pasos perdidos. Entre el lunes y el martes se empezará a cerrar un texto de consenso en los distintos bloques de diputados y diputadas para imponer en el Código Penal la figura del “femicidio”, el neologismo que describe los crímenes machistas, esos en los que las mujeres son asesinadas por ser mujeres. Extender el agravante del vínculo para que también caiga sobre ex maridos, novios o ex novios y proteger a las víctimas de violencia de género durante el proceso de denuncia son algunas de las novedades que podrán empezar a convertirse en ley.


Por Luciana Peker


La palabra femicidio no está en el diccionario. Pero podría ubicarse en el Código Penal si avanza en Diputados una reforma propuesta por las comisiones de Legislación Penal y Familia, Mujer, Niñez y Adolescencia. Todavía no está consensuado el texto definitivo. Una posibilidad es que se configure el delito de femicidio y otra es que no se inaugure un nuevo delito, pero que la violencia de género se sancione de manera más clara y equitativa para todas las mujeres. Por ejemplo, una de las reformas posibles es que se considere un crimen agravado por el vínculo no sólo el del marido sobre la esposa, sino también la de un hombre que fue el novio, cónyuge o ex pareja de la víctima.


Aunque todavía no hay un texto definitivo para esta reforma del Código Penal, sí es notable la celeridad con la que las comisiones debatieron los proyectos. El lunes y martes que viene se va a reunir un conjunto de asesores para consensuar entre los bloques un proyecto conjunto. Si el proceso sigue su marcha se podría tratar el miércoles 11 en la Cámara baja para luego pasar al Senado.


Pero, más allá de las fechas, el debate sobre las nuevas sanciones a los crímenes de las mujeres por ser mujeres está instalado en la agenda parlamentaria y tiene el pulgar levantado para generar mayor conciencia a través de nuevas normas. El diputado Oscar Albrieu (FPV) y presidente de la Comisión de Legislación Penal confirma el adelanto de Las12: “Sin dudas creemos que esta iniciativa será ley próximamente, dado que hay un gran compromiso del Frente para la Victoria (FPV) con esta terrible realidad. Es muy importante el consenso al que pudiéramos arribar con los demás bloques, dado que es un tema que requiere de todas las voluntades políticas”.


“Va a salir por unanimidad”, proyecta Gustavo Ferrari, diputado referente de Francisco de Narváez y con una larga trayectoria de proyectos presentados por violencia de género, como la creación del abuso psicológico, la figura de femicidio, la prohibición de obligar a la víctima de violencia doméstica de carearse con el imputado, la creación de un subsidio para víctimas y la utilización de un botón antipánico en el caso de que un maltratador rompa la exclusión impuesta por la Justicia. Ferrari enfatiza: “Diez años es lo que tarda en promedio una mujer para reconocer y denunciar la violencia de género que padece. Muchas otras nunca logran hacerlo. Terminan tolerando y naturalizando la violencia hasta el punto de justificarla y sentirse culpable. De ellas, 282 han muerto el año pasado a manos de un hombre. Un aumento del 36 por ciento en sólo cuatro años es la triste cifra que confirma los preanuncios de que en nuestro país se ha convertido en ‘epidemia’, tal como califica la ONU”.


El debate va más allá de la letra chica de una nueva normativa: ¿Si una mujer es la novia de un asesino no se considera que su relación agrava el asesinato? ¿Un hombre que mató a la madre de sus hijos puede tener su patria potestad o tenencia? ¿Una mujer que fue golpeada o insultada merece una indemnización económica? ¿Qué pasa con los chicos y chicas que vieron cómo mataban a sus mamás frente a sus ojos? Las preguntas son muchas. Las respuestas y las distintas posturas también.


“Consideramos necesario y urgente legislar sobre el femicidio vinculado porque responde a una realidad social que viene produciéndose cada vez en mayor medida en la Argentina. Se pretende legislar como un agravamiento del tipo penal básico de homicidio. No se considera relevante al momento de legislar sobre el femicidio haber contraído matrimonio, sino que también se incluye a quienes ‘mantienen o han mantenido una relación de pareja’ porque la violencia y gravedad no son diferentes en uno u otro caso”, explica Albrieu.


La condena al cachetazo, la indiferencia, la amenaza o la tortura es unánime. Pero hay distintas posturas sobre cómo evitarlo y condenarlo. La abogada Perla Prigoshin, titular de la Comisión Nacional Coordinadora de Acciones para la Elaboración de Sanciones de la Violencia de Género (Consavig) sentencia: “Es indispensable que se incorpore la figura del femicidio en el Código Penal pero no estoy de acuerdo con establecerlo como un agravante del homicidio. De ese modo siguen invisibilizándonos a las mujeres, aun cuando nos matan. El dictamen aprobado por las comisiones de Penal y Familia de la Cámara de Diputados está muy lejos del texto elaborado por la Consavig. El grupo que coordiné y que estuvo integrado, entre otras personalidades, por Carlos Rozanski, Garrigós de Rébori, Fernando Ramírez, Enrique Stola, Fabiana Tuñez y Sandra Fodor, acordó unánimemente que el ‘femicidio’ es un delito contra la vida pero también contra la igualdad, motivo por el cual incorporamos un capítulo nuevo en el Código Penal. Una de las consecuencias fundamentales de crear ese capítulo es que al femicidio no se le aplicarían los atenuantes que actualmente utilizan algunos/as magistrados/as para sentenciar a los femicidas a poco tiempo de prisión, por ejemplo, que la mujer tenía una relación extramatrimonial, que el vínculo familiar estaba desquiciado y el ‘pobre hombre’ fue víctima de una emoción violenta o alguna de las otras excusas aberrantes extraídas de los argumentos más machistas que atraviesan el sistema patriarcal”. “Creo que la inclusión del femicidio en el Código Penal es importante, pero no es la solución del problema. Si éste no se atiende desde otras perspectivas, puede derivar en que la ley se convierta en letra muerta”, sostiene Mariana Berlanga, investigadora de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, en donde el año pasado se tipificó el femicidio.


El 3 de abril de 2012, Carolina Farías, de 29 años, cayó de un balcón en Lomas de Zamora, presuntamente arrojada por su novio, y se salvó por chocar antes con un tinglado y el techo de un auto. La madre de la víctima admitió que la familia “sabía de los maltratos”, pero –defendió la inacción social– que la joven “está enamorada” de su novio, Pablo Takat, de 44 años, quien se encuentra detenido. Todavía no se trata de un femicidio. Pero sí de una vida que corre peligro y que demuestra que, más allá de las leyes, las redes sociales, la contención a las víctimas y la no naturalización del temor como sinónimo de amor son la lucha fundamental para que las mujeres no sigan cayendo bajo la confusión de violencia por amor. Ni sus hijos o hijas.


“Una nueva modalidad de violencia se está abriendo paso: el homicidio de un tercero como medio para perjudicar a una mujer con quien la víctima tenía un vínculo afectivo. Es el caso de Tomás Santillán, en Lincoln, pero es también el de 12 mujeres –de entre tres meses y doce años– y 28 niños y hombres que La Casa del Encuentro ha identificado durante 2011”, advierte Ferrari.


La abogada y diputada porteña María José Lubertino pide que se incorpore la figura de femicidio pero alerta sobre la falsa ilusión de cambiar el Código Penal para que nada cambie. Ella cree en cambiar la mano y no en una mano dura feminista. “Considero relevante la incorporación del femicidio. Pero soy defensora de un derecho penal mínimo –aclara– y de que no se estén haciendo reformas permanentes y parciales como ocurrió en la época de la ‘blumberización’ (las reformas pedidas por el padre del asesinado Axel Blumberg). Aunque venimos señalando la necesidad de modificar el estricto agravante de odio racial o religioso y ampliarlo a todos los casos de discriminación en los cuales deben estar incluidos aquellos casos en que hay discriminación u odio por pretexto de género o diversidad sexual.”


Sin levantar el Código Penal como una Biblia salvadora pero sin demonizarlo como herramienta, Prigoshin opina: “El drama de la violencia contra las mujeres merece un tratamiento exhaustivo que no se agota con la modificación del Código Penal. Nuestro anteproyecto contempla, además, la creación de un agravante para todos los delitos (robo, estafa, lesiones, etc.) que se cometan contra las mujeres por el solo hecho de serlo y tiene en cuenta a las otras víctimas del femicidio además de la mujer asesinada. A ese respecto hemos abordado la cuestión de la patria potestad de los hijos e hijas de la víctima como así también si existirá una reparación pecuniaria y en qué casos”.


La abogada Natalia Gherardi, directora ejecutiva del Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA) se opone a que se tipifique, específicamente, el femicidio y considera que el Código Penal no previene ningún delito. Sin embargo, conoce el trabajo que se está realizando en la Cámara de Diputados y lo considera positivo por su compromiso y celeridad. Además, sostiene que se acercaron posiciones y que la palabra femicidio podría figurar como entidad política, pero no como un nuevo invento penal. El ELA concuerda con los borradores que, hasta ahora, se manejan en comisiones. “En los términos en que están discutiendo la reforma del Código Penal no nos oponemos. No están creando un tipo penal autónomo que se llamará ‘femicidio/feminicidio’ como sugerían algunos/as legisladores/as, están trabajando sobre la idea de mejorar la redacción de los agravantes y lo planean ampliar a parejas de hecho o matrimoniales, actuales o pasadas. También están proyectando ampliar el agravante de crimen de odio para incluir ‘de género’ y nos parece muy adecuado”, acuerda Gherardi. Aunque pretende ir más allá de la letra escrita: “El Congreso además puede y debe mejorar el presupuesto destinado a las acciones de prevención contra la violencia, impulsar que se realicen encuestas a nivel nacional para conocer la real dimensión de los hechos de violencia e impulsar la creación e implementación de registros unificados de información”.


La tapa dura de la normativa no es la solución para ablandar los problemas sociales. “El Código Penal no sirve para prevenir delitos, sólo los castiga. Le pueden poner pena de muerte al femicidio y lo seguirá habiendo porque su existencia como problemática no depende de la dureza con que sea castigado. Es importante tener en cuenta esto para no caer en la demagogia punitiva”, remarca Marcelo Ricardo Pereyra, investigador sobre la mediatización de las violencias de género. “La lucha contra la violencia machista pasa más por un amplio programa de educación y sensibilización, que debe comenzar en la escuela primaria, que por poner penas más severas”, propone.


Mientras que, desde la batalla en el Congreso, Silvia Risko, presidenta de la Comisión de Familia e integrante del Frente para la Victoria del Frente Renovador de la provincia de Misiones, apuesta a la reforma: “Todo lo que podamos hacer para igualar al desprotegido, que sin ninguna duda es la mujer en la sociedad, vale la pena. Actualmente, el asesino tiene la posibilidad de apelar al estado emocional, al estado pasional, a los celos y nada justifica que mates a una persona. Se trata de hombres que son maltratadores y violentos y llegamos al Código Penal porque la última paliza termina matando a su mujer y queremos que no puedan alegar disminución de la pena por emoción violenta y que sean condenados a cadena perpetua”.


Luciana Peker
Fuente: Suplemento Las 12, 06/03/12
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Homenajes: Gustavo Roldán, Adiós al gran ilusionista chaqueño


Como un soplo de vida fue este gran autor, considerado uno de los máximos exponentes de la literatura infantil en Latinoamérica, con títulos como El monte era una fiesta y Los sueños del yacaré, entre otros de los más de sesenta libros que publicó.


Por Silvina Friera


¡Que lo tiró! ¡Qué tristeza de la gran siete! El lenguaje oral que él legitimó como ninguno es lo primero que viene a la mente: Gustavo Roldán murió a los 76 años. El escritor, el carpintero, el mago, el docente, ese gran ilusionista que dejaba pasmados a sus lectores, tenía una habilidad rotunda para engatusar con las palabras. Los cuentos que escuchó en el monte chaqueño, en Fortín Lavalle, de boca de los peones en las ruedas de mate, eran cuentos sin etiquetas fosilizadas: “Ni para chicos ni para grandes, para todos”. Lo pregonaba a viva voz con una ternura áspera que atravesaba sus pupilas. Y lo materializaba en sus textos; esas puertas abiertas a los sapos, los zorros, los quirquinchos, los tatúes, los piojos, los bichos colorados, los ñandúes, esa fauna tan entrañable de fabuladores y pícaros con sus trifulcas inverosímiles y encantadoramente absurdas. “El tatú miró para todos lados, después bajó la cabeza, cerró los ojos y murió”, se lee en uno de sus relatos, “Como si el ruido pudiera molestar”. “Muchos ojos se mojaron, muchos dientes se apretaron, por muchos cuerpos pasó un escalofrío. Todos sintieron que los oprimía una piedra muy grande. Nadie dijo nada. Sin hacer ruido, como si el ruido pudiera molestar, los animales se fueron alejando. El viento sopló y sopló, y comenzó a llevarse las penas. Sopló y sopló, y las nubes se abrieron para que el sol se pusiera a pintar las flores.”


Como un soplo de vida fue este gran autor, considerado uno de los máximos exponentes de la literatura infantil en Latinoamérica con títulos como El monte era una fiesta, Los sueños del yacaré, Historia de Pajarito remendado, Prohibido el elefante, Las pulgas no andan por las ramas, El día de las tortugas, El camino de la hormiga, Piojo chamamecero y El vuelo del sapo, entre otros de los más de sesenta libros que publicó. Roldán regresó una y otra vez sobre las innumerables perlas de la lengua que lo acunó desde que nació, el 16 de agosto de 1935, en Sáenz Peña, provincia del Chaco. De boca en boca y de oreja en oreja empezó el bautismo auditivo con esos primeros cuentos que escuchó durante su infancia, sin saber entonces que se los llamaban “populares”. El inmenso bicherío con sus pícaros y mentirosos y la luz mala eran los habitantes naturales de ese imaginario del monte. Lo que sueña extraño en la oralidad atolondrada y demencial de las grandes urbes –historias o expresiones de una riqueza infinita, que a veces suelen ser estigmatizadas bajo la petulancia de quienes esgrimen que eso huele a naftalina– era el barro en el que amasaría una obra que fagocitaba lo “silvestre” con esa cultura letrada, adquirida en la escuela primero y en la Universidad Nacional de Córdoba, donde se licenció en Letras y fue docente.


En las colecciones de literatura infantil que dirigió –El Pajarito Remendado, Libros del Malabarista, Los Morochitos, Los Fileteados y Libros del Monigote, de Ediciones Colihue–, en los numerosos talleres de escritura y reflexión que ofrendó a lo largo y ancho del país, en los encuentros en bibliotecas y escuelas a los que asistía con el entusiasmo de quien va a una fiesta imperdible, el escritor no se cansó de predicar, junto con su mujer, Laura Devetach, que la literatura para chicos es literatura a secas. “Aspiro a escribir textos donde la cantidad de años que tenga el lector no sea más que un accidente como el verano o la lluvia o el frío”, afirma Roldán en un párrafo de su autobiografía. “Creo que los chicos entienden todo y quieren saber de todo. Desconfiar de su capacidad es desconfiar de la inteligencia, de la sensibilidad del otro. Y desconfiar de la capacidad de la palabra es, en última instancia, desconfiar de nosotros mismos. Podemos desconfiar de nosotros mismos pero, si jugamos en serio, las palabras siempre van a alcanzar.” Si sabía calcular qué palabras utilizar y el momento preciso para amplificar el asombro acústico y visual fue porque comenzó a “ensuciar papeles”, como le gustaba decir, alrededor de los veinte años. Durante veinte años más se fue entrenando en los campos empíricos de esa faena, cuyo horizonte era, por entonces, los adultos. El “hombre serio” que dijo haber sido abandonó la docencia en 1976 y rumbeó con su familia hacia Buenos Aires.


En esta ciudad que le gustaba frecuentar para ir al cine o al teatro, pero en la que nunca soñó que viviría, trabajó de carpintero. “A pesar de que hay una larga tradición en la que se desprestigia el trabajo manual, la carpintería es de una nobleza enorme: transformar un pedazo de madera en una mesa, una silla, una cama, es una experiencia muy linda”, recordaba el escritor. Los hijos a veces subvierten el destino de sus padres. A Roldán lo desafiaron. ¿Por qué no escribir esos cuentos que él les había contado? Además de los relatos tradicionales, el folklore que les transmitió de generación en generación, había un gran manantial de invenciones domésticas. El pater familias respiró hondo, despejó la maleza que sombreaba las piedras preciosas de su memoria, aceptó la prueba, agarró un lápiz y papel –era de los que escribía a mano la primera versión– y volvió a “ensuciar papeles” magistralmente. De ahí nació el primer libro, El monte era una fiesta, que se publicó en 1984. Y mitad carpintero, mitad escritor, la recepción de ese texto, que deleitó a chicos y grandes sin distinciones, alimentó la llama del entusiasmo; fue el empujoncito que necesitaba para continuar escribiendo. Pronto un puñado de premios confirmaría el acertado cambio de timón. Obtuvo el Tercer Premio Nacional de Literatura 1992, Segundo Premio Nacional de Literatura 1995, Diploma al Mérito Konex 1994, Beca del Fondo Nacional de las Artes 1995 para realizar la escritura de cuentos y leyendas de los indios tobas, matacos y guaraníes.


Roldán descubrió literalmente la magia en un circo de pueblo. Quiso ser trapecista o mago. Cometió la imprudencia de postergar para mañana lo que podía hacer hoy. Los años lo engañaron: creyó que ese deseo estaba anulado en el archivo empolvado de las empresas imposibles. A los 60 años se dio cuenta del embuste, de la puñalada trapera. Y cumplió en parte los sueños que soñó. La edad conspiraba para subirse al trapecio. Quizás el cuerpo también. La magia, en cambio, no tiene fecha de vencimiento. Y se anotó en una escuela de magia. Quien quiera echar una mirada, saborear su acento y apreciar uno de sus trucos puede hacerlo en la página web de la Audiovideoteca de Escritores. “El caminito marcado es seguro. La función del escritor es mover las piezas del tablero y empezar a armarlo de nuevo –subrayaba el escritor en una entrevista con Susana Itzcovich, sobre su pasaje de un humor picaresco a una ficción más poética y onírica en su libro Dragón–. El riesgo hay que correrlo. Por supuesto que me costó salir de la comodidad y meterme en la incomodidad de escribir otras cosas.” Aunque el desaliento amagara con ganarle la partida, el autor no perdía las esperanzas. “En un mundo donde se derrumban los valores, todavía –creo, quiero creer– quedan los libros como un baluarte de la dignidad. Un libro es una llave, es una puerta que puede abrirse, es una habitación donde se encuentra lo que no se debe saber, es un ámbito de conocimiento de la verdad y de lo prohibido, que deja marcas que después no se pueden borrar”, señaló en el Congreso Mundial de Bibliotecas e Información IFLA 2004.


No es la literatura infantil la que está de luto y aprieta los dientes. Los lectores de ese gran escritor que supo encantar a niños y adultos con sus relatos sencillos, luminosos e inteligentes confían en que el viento soplará para llevarse las penas. La indeleble magia de los libros de Roldán es una puerta siempre abierta.


Silvina Friera
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/

Homenaje de Carta Abierta Francia a Eduardo Luis Duhalde


La Muerte no duele, pero sobrevivir, sí


Por María Lagrange

Miembro de Carta Abierta Francia


“La memoria, no es el simple recuerdo. Es la resignificación de ese recuerdo, analizado en todas sus implicancias y en vistas a la construcción del presente y del futuro, como los elementos constitutivos de ese período de horror, que tenemos que lograr que sea comprendido por nuestras generaciones y las sucesivas, para que el “nunca más” no sea simplemente una petición de principios o una consigna, sino para que en Argentina no vuelva a suceder”. Eduardo Luis Duhalde


Murió en Buenos Aires a los 72 años, Eduardo Luis Duhalde, designado en la Secretaría de Derechos Humanos por el gobierno de Néstor Kirchner, en 2003, y ratificado por la presidenta Cristina Fernández en 2007 y 2011. Fue uno de los artesanos de la Patria de Derecho que está forjando la Argentina desde el 2003 y personalidad clave, en la construcción del pilar central del proyecto Nacional y Popular que coloca a los Derechos Humanos en el centro de su fundación con los juicios por la verdad, la memoria y la justicia .


En Argentina cuando se dice “Nacional”, se refiere a la descolonización cultural, política y económica de nuestro territorio, y como “Popular” se entiende el objetivo de inclusión fraterno y solidario de todos los miembros de la Nación. El virreinato, retoño de la monarquía, estaba fundado en un estado de privilegios y castas que utilizaba una justicia discriminatoria y de indultos, sin miramientos a la condición humana, aplicando abusos y arbitrariedades a las personas. La revolución de 1810 funda el Estado de derecho, igualitario y libre que constituye la guía y el lineamiento del pensamiento argentino independiente.


Diseñar una visión universalizada de los Derechos Humanos, de modo que abarque todas las áreas del hombre, la mujer y sus niños, requiere el trabajo arduo y meticuloso de orfebres de la justicia, pero también de la memoria. Y si algo es intachable en la trayectoria de este compañero, es su lealtad ideológica a los valores que lo formaron en su temprana juventud como militante, en los espacios de lucha que compartió con Ortega Peña, como los que él mismo creó desde su dolor de sobreviviente, donde esta noción fundamental de la República fue la idea madre del diseño de Justicia.


La Justicia es entonces, un valor de la humanidad, y como tal es un concepto, solo que a la hora de bajar las anclas y aplicarlo en la sociedad, toda la historia personal cobra un sentido sustancial, ya que es el genio del oficio de jurista y filósofo del derecho que le dará forma humanizada al arquetipo, pero es el militante de terreno, el hombre de combate, el sobreviviente, el que verterá la ética en cada acto cotidiano, en cada reglamento, en cada norma, en cada protocolo, guiado por su memoria del combate por el mundo en el que queremos vivir. ¡Cuántas veces se borra con los codos en el terreno cotidiano, lo que costó vidas conseguir en el terreno del concepto!


Una Secretaría de Derechos Humanos, puede ser un conjunto de puestos y oficinas del Estado que trabajan bajo un orden ya establecido, pero en las manos de Eduardo Luis Duhalde fue mucho más que eso, fue un instrumento político de alta creatividad social. En sus manos, fue un medio de injerencia en los espacios culturales más oscuros y sórdidos de nuestra civilización, donde las víctimas allí abandonadas desde hace siglos, ya no soñaban ni remotamente un rescate. El abogado estuvo allí, penetró los estratos temibles de la condición humana, refutó la idea de imposible, la idea de impenetrable, de zona, e iluminó la conciencia social aportando rescate. Rescatar es un acto heroico, dignifica a toda la sociedad y dignifica al rescatado que se convierte a su vez en digno de ese rescate. Salvar a otros es el acto más noble de nuestra especie y solo es posible cuando se ama a la humanidad, cuando se honra la vida como él supo hacerlo.


Sobrevivir es una responsabilidad. La memoria de los caídos y las víctimas del terrorismo de Estado, es el deber que se autodesignan quienes conjugan tozudamente los verbos en ¡Presente! Continúan las postas, bregan, piden, escuchan, preguntan, averiguan, analizan, reflexionan, interpretan, corroboran, contra viento y marea. Viven y reviven las historias, las amasan, las trabajan, las estacionan, las retoman, hasta constituir una masa compacta de sentido, homogénea, coherente, única: la verdad. ¿Qué buscan? Justicia. ¿Qué crean? Memoria.


Desde el pensamiento de Eduardo Luis Duhalde, es el concepto de la figura de la víctima que cambia radicalmente en los estrados de los tribunales argentinos. Por ende también cambió el rol del Estado al que se le atribuyen obligaciones hacia la persona. Dejando de ser esta condición una deshonra para la persona, se fortalece la figura del testigo, y del testimonio de la víctima. La más afectada por este cambio es la condición femenina que desde el 2003, el Gobierno Nacional y los distintos Poderes del Estado Nacional impulsaron diversos instrumentos legales para combatir la trata de personas y asistir a sus víctimas. Entre ellos, la Ley 26.364 de Prevención y sanción de la trata de personas y asistencia a sus víctimas, sancionada en 2008; la promulgación del Decreto 936/2011 de Erradicación de la difusión de mensajes que estimulen o fomenten la explotación sexual; la creación de la Oficina de rescate y acompañamiento a las personas damnificadas por el delito de trata; y la aprobación de la resolución 742/2011 que instrumenta el Protocolo de actuación de las fuerzas federales para el rescate de las víctimas de trata de personas.


Con Eduardo Luis Duhalde se escurren entre los dedos todos los tiempos de verbo. Sucesos del pasado, acción en el presente y construcción del futuro, se vuelven artificios de la gramática a la hora de ordenar la labor de este hombre gigante del coraje y el amor. Despido a este entrañable compañero desde lejos, desde donde lo conocí, el saludo cordial en las diversas reuniones y conferencias en la Embajada Argentina en París. Lo recuerdo pausado, sutil, cuando en el 2006 la Embajada se agitaba palpitante, reuniendo todas las familias del exilio para homenajear la memoria condecorando a los justos franceses que contribuyeron con los Derechos Humanos en Argentina. Lo recuerdo también en la UNESCO, donde lo vi por última vez, en el premio que se le otorgó al trabajo de las Abuelas de Plaza de Mayo. Conservo de él su imagen amable, su inmensa discreción y la incontestable fuerza moral de sus palabras.


París, 4 de abril de 2012
Fuente: www.cartaabiertafrancia.wordpress.com/