miércoles, 29 de febrero de 2012

Homenajes: Vicente Luy


Imágen: Cenicienta de Mendigos y Ladrones



Vicente Luy era uno de esos poetas que uno conocía eventualmente por la recomendación de un amigo. Y aunque marcó una generación de escritores en Córdoba, apenas trascendía las fronteras de la provincia.


En estos casos lo que indica el deber periodístico es conseguir el testimonio de una persona cercana para que ponga en palabras lo que significa la pérdida del escritor como si el legado de la persona no hablara por si mismo. Pero tomando prestado el tono del poeta, quién carajo es uno para molestar en este momento. Entonces que mejor homenaje para Vicente Luy que desconectarse del deber ser y simplemente dejarse guiar a través de sus palabras.


El poeta que decidió ponerle punto final a su vida a los 50 años, convirtiendo su propia vida en la última frase corta que iba a firmar. No fue una persona que pasara desapercibida (son muchas las historias que conforman su anecdotario desopilante) sin embargo no fue reconocido. Y en la tarea de achicar este desfasaje se le fue la vida.


Es probable que la admiración manifiesta de sus colegas después de que se conoció la noticia de su muerte haga ahora más complicado darle la espalda a su obra. Él que había titulado a su primera obra Caricatura de un enfermo de amor terminó por convertirse en pos de este reconocimiento en el personaje central de su obra.


En su artículo de despedida el periodista Emanuel Rodríguez se pregunta quién fue Vicente Luy “un poeta” responde y cita al autor para definir a la poesía “En teoría, la única ciencia que se ocupa del problema”. Anecdóticamente hablando se lo recordará como miembro fundador de los Verbonautas, como editor y autor de un libro colosal en el que invirtió gran parte de su herencia, La vida en Córdoba. Se lo recordará por eventos de ligero escándalo social, como la vez que empapeló Córdoba con afiches con gente desnuda y la frase “lo esencial es invisible a los ojos”. O como la vez que armó un sitio de apuestas on line en la prehistoria de internet e intentó publicitarlo en Página/12 con un cartel que decía “apuesto 100 a que el Papa muere antes de fin de año”. No lo dejaron, y entonces empapeló Córdoba denunciando al diario por censura. O como la vez que descubrió que otro poeta, Alejandro Schmidt, había perdido a su madre en el mismo accidente aéreo en el que murieron sus padres, cuando Vicente tenía un año de edad. Y no sólo eso: Schmidt y Luy habían nacido el mismo día.”


Pero además sabemos que Luy era nieto del poeta español Juan Larrea quien lo cuidó cuando sus padres murieron y a quien le debe en parte la vocación que le trajo tantas alegrías como tristezas. De hecho según cuenta Rodríguez en su nota el último mensaje en verso que escribió lleva las iniciales estaba dedicado a su abuelo. Pero aún en los últimos días no permitió que lo doblegue la solemnidad y así como el envío ese texto también por mail le mandó el siguiente mensaje que lo pinta tan provocador como era “Fui a Pare de Sufrir/ y me dijeron que vuelva en Mayo/. Si llega a ser un gag, es mi regalo para vos”.


También sabemos que editó todos sus libros de su bolsillo menos la antología Poesía popular argentina, que perdió mucha plata y que su obra fue mal catalogada dentro de la literatura post menemista. Él le respondía “Mi poesía es coyuntural, y hay ciertas cosas que han quedado desfasadas, porque hablo de la construcción del ahora. Luego, es natural que algunas cosas pasen de moda rápido. Aunque hay un cuerpo que no.”


Sufrió la invisibilización por partida doble: la de quedar atrapado en una bolsa generacional a causa de su tono confesional que en verdad practicaba pero en el que era magistralmente perverso y psicótico para ser reducido sólo a eso. Además de la de ser escritor provinciano que nunca logró ascender a la A como si en este orden de cosas de la literatura fuera posible.


Estuvo internado en el Borda donde escribía desesperadamente, regresó a su casa pero ya estaba muy medicado o como él decía sentirse “mental, sexual y tenísticamente disminuido” Aún así nunca, pero nunca, dejó de escribir.


Para entrar de lleno a su obra dejó un acceso directo llamado La sexualidad de Gabriela Sabatini publicado en el 2006 y funciona porque reúne lo mejor de su poesía pero también porque desde el estereotipo masculino, por momentos extremadamente misógino y vulgar, deja entrever que ese extremo es una fachada para una inconmensurable ternura. Esa que aparece cuando afirma en el 2003 "Si me equivoco contradíganme con amor, porque con amor digo (...)". Pero también porque en La sexualidad… alcanza el punto caramelo de su estilo de aforismo que comenzó a desarrollar en Aviones y No le pidan peras a Cúper y que cierra más tarde Poesía popular argentina, su última antología. Todo eso sabemos de Vicente Luy gracias a sus palabras.


Fuente: www.diagonales.infonews.com/ 




Algo de su obra:




Melina, una enamorada compulsiva
parece no querer saber nada conmigo.
Ni se lo plantea.
Pasó por mi vida como una de esas caricias
que te ponen mal.
Pau me pregunta ¿Querías dormir con Meli?
Dormir y levantarme. Pero tiene pareja,
rubio, grandote, con dotes para el teatro;
y encima con onda.
¿Cómo romper ese hogar?


(De Si va a morir gente votemos quienes, 2009)




Jugando al Scrabble
Olga creyó que cerro iba con S.
Se empecinó.
Al final apostamos y le gané
la cola.
Después no la quiso poner
porque “eso se hace con amor,
y vos no me amás”.
Pero esta es casa de jugadores
acá las deudas se pagan.
Sabiéndolo, me ofreció otra mujer,
y la procura.
Se mete en todos lados y gestiona,
habla por teléfono, etc.
Mucho movimiento, pero
¡ya pasaron 2 semanas!
Hoy va a un curso de cosmetología.
Yo, mientras, a jugar al tenis.
“Por si no venís sola
te espero bañado”, le digo.
Sonríe, no se arredra.
Conociéndose, conseguirá
una cara bonita
que es lo único que exijo.
Ya la llamo “mi novia”.


(De ¡Qué campo ni campo!, 2008)






Lo que está mal está mal.
Pero lo que está bien
también está mal.
Charlalo con tus padres.-


(De Vicente habla al pueblo, 2007)






Llueve y alguien está diciendo “llueve”.
Si me equivoco contradígame con amor, porque con amor digo.
Si erro póngame maestros, que luego yo les enseño, porque con amor hago.
O ustedes, ¿Por qué creen que llueve; porque hace falta? ¿creen que llueve porque sí? ¿por qué carajo creen que llueve?
Llueve; y no solo eso; la verdad es que hay un monton de gente diciendo “llueve”.
De a uno empiezan a notarlo, y no lo pueden evitar; simplemente dicen “llueve”.
Porque llueve.
Si me equivoco contradígame con amor, porque
con amor digo.








¿Venderle el alma al diablo? Sí, pero cara.
Y si se puede, venderle también otras cosas.
Y venderle a Dios lo que el diablo no compre.-


(De No le pidan peras a Cúper, 2003)






Caminé horas bajo la parra, junto a tu ausencia, hablando
de lo que fuere; enredaderas, ladrones de autos. Y si bien
reconozco que te parecés mucho al concierto número 22 de
Mozart, el tiempo igual pasa.
Tus cartas están en un cajón de mi escritorio, junto a un
huevo de pascua y la foto esa en la que tu vestido se parece
mucho mucho al concierto número 22 de Mozart. Pero ya no
las leo. ¿Para qué?
Vos en tu momento, yo en mi momento, ambos vamos a morir;
y las circunstancias serán sólo eso, circunstancias.






Eso es una pollera; eso es una mujer. Una mujer con un cigarrillo en la mano. Tiene las uñas pintadas y toma un té. Parece bonita. No me interesa ninguna otra cosa en el mundo.


(De La vida en Córdoba, 1999)




Inconscientemente vamos por un camino, y concientemente
nos ponemos a buscar otro camino, en vez de hacer
conciente el camino por el que vamos.


(De Caricatura de un enfermo de amor, 1991)




“Empecé a escribir a los catorce, quince años, cuando logré dejar el colegio (fue una felicidad increíble). Mi abuelo, Juan Larrea, fue mi maestro. Pero casi no leí. Por decisión: veía a todo el mundo triste y me preguntaba qué podrían enseñarme. El conocimiento tiene que ser aplicable. Si no es aplicable, material o espiritualmente, no es conocimiento. Considero que si hay algo que saber, hasta un bruto tiene que poder entenderlo. Tengamos un solo lenguaje. El idioma es la conciencia”.
Vicente Luy.


Vicente Luy nació en Córdoba el 3 de mayo de 1961 y falleció en Salta el 23 de febrero de 2012.
Algunos de sus libros: Caricatura de un enfermo de amor (1991); La vida en Córdoba (1999); Aviones (2002); No le pidan peras a Cuper (2003); La sexualidad de Gabriela Sabatini; Vicente habla al pueblo (2007); ¡Qué campo ni campo! (2008); Poesía popular argentina (2009).

lunes, 27 de febrero de 2012

A 200 años de la creación de la Bandera Argentina



A las seis y media de la tarde del 27 de febrero de 1812, fue enarbolada por primera vez la bandera celeste y blanca, en presencia del vecindario enfervorizado.


Era un atardecer sereno y resplandeciente.


La población se agolpó en la explanada lindera a la batería "Libertad", que se construía sobre la barranca.


Llegado el momento -según relato de Mitre- Belgrano, acompañado de sus oficiales y autoridades de la Capilla, dio la orden memorable.


"A su frente se extendían las islas floridas del Paraná que limitaban el horizonte: a sus pies se deslizaban las corrientes del inmenso río, sobre cuya superficie se reflejaban las nubes blancas en fondo azul de un cielo de verano, y el sol que se inclinaba al ocaso iluminaba con sus rayos aquel paisaje lleno de grandiosa majestad."


En aquel momento la bandera celeste y blanca fue izada por primera vez por el vecino de Rosario Cosme Maciel, a quien Belgrano concediera tan grande honor.


Belgrano, que recorría la línea a caballo, mando a formar cuadro y levantando la espada, dirigió a sus tropas estas palabras:


"Soldados de la Patria! En este punto hemos tenido la gloria de vestir la escarapela nacional que ha designado nuestro Excmo. Gobierno: en aquel, la batería de la "Independencia", nuestras armas aumentaran las suyas; juremos vencer a nuestros enemigos interiores y exteriores, y la América del Sur será el templo de la Independencia y de la Libertad. En fe de que así lo juráis, decid conmigo "Viva la Patria!"
Los soldados contestaron con un prolongado "Viva!" y Belgrano dirigiéndose a un oficial que estaba a la cabeza de un piquete, le dijo:


"Señor capitán y tropa destinada por la primera vez a la batería Independencia: id, posesionaos de ella, y cumplid el juramento que acabáis de hacer".
Las tropas ocuparon sus puestos de combate y se escucharon las salvas de artillería reglamentarias.


Fuente: www.rosario.com.ar 










La bandera más larga del mundo


Alta en el cielo


Es el nombre por el cual se conoce a la bandera más larga del mundo. Se trata de una bandera argentina de 14.000 m confeccionada en la ciudad de Rosario que cada año continua creciendo por los aportes voluntarios de particulares. Su nombre es una referencia al primer verso de la oda popular Aurora.
Fue una iniciativa del periodista rosarino Julio Vacaflor.




Equivale a miles de retazos de todos los rincones de la nación que la propia comunidad dona y cose. Cada año, la costura final se realiza en el Patio Cívico del Monumento Nacional a la Bandera; cuando decenas de mujeres voluntarias "Las Damas Rosarinas" unen con sus máquinas de coser, las telas y banderas que acercan y envían desde diversas comunidades argentinas; las que cosieron a su vez, su propia bandera y las desplegaron en sus calles, con su gente.
La duración de la propuesta es de 14 años, desde 1999 hasta el 2012, año del Bicentenario de la Creación de la Bandera, recordando a Don Manuel Belgrano, sus ideales y su acción.

domingo, 26 de febrero de 2012

Mario Wainfeld: El dolor y los deberes


Imagen: DyN


Las víctimas y la identificación de los ciudadanos. Los derechos de los pasajeros ciudadanos, mal atendidos. La querella oficial, un paso en falso. La necesidad de una respuesta política. El sistema ferroviario, su destrucción, la necesidad de repararlo. Los debates que van más allá de TBA, los desafíos para el Gobierno.


Por Mario Wainfeld


Las víctimas directas de la tragedia del miércoles pasado son o eran personas de trabajo, de clases populares o medias. La mayoría de los usuarios del tren en esos horarios no viven al lado de su estación ni trabajan cerca de Plaza Once. Deben pues, diariamente, tomar dos o tres medios de transporte. Muchas horas de su vida transcurren ahí, tienen derecho a una prestación digna y, más vale, a llegar a su destino indemnes y sin malos tratos.


Personas del común, trabajadores que añaden al esfuerzo cotidiano el de movilizarse. La identificación de los demás ciudadanos, conmovidos y solidarios, es clavada. Un par de corolarios, evidentes y válidos, se tornan sentido común: “Eso pudo ocurrirme a mí o a mi familia” y “no fue un hecho azaroso sino la consecuencia de un sistema que debe cambiar”. Ninguna pericia judicial, arriesga el cronista, podrá alterar esas convicciones, que no se dejan dividir por la díada “oficialismo-oposición”. Los llamados de oyentes a las radios, los blogs más afines al Gobierno (hay post recomendables en Artepolítica, en La Barbarie, en Mendieta el renegau) expresan la disconformidad con el presente y el reclamo a futuro.


La tragedia evoca, con sus variantes que incluyen el lugar en que se produjeron, a la de Cromañón. Claro que, en ese caso, confluyeron responsabilidades de los músicos y del particular que arrojó la bengala. En éste, los pasajeros no influyeron para nada en el desenlace. Las responsabilidades que deben investigarse son las de la empresa TBA, el Gobierno y el motorman. Las primeras medidas solicitadas por el fiscal Federico Delgado no se circunscriben sólo a la dinámica del choque sino también a cuestiones de contexto como el estado del material rodante, las inversiones realizadas, los protocolos de seguridad utilizados. Adelantar algo en ese sentido es temerario y superfluo. La causa penal lo dirimirá y es esencial que se tramite con la mayor celeridad y credibilidad.


Pero hay un trasfondo político, responsabilidades de gestión del concesionario y del concedente, que debe abordarse de modo acuciante sin esperar a los largos plazos de los expedientes.


El ministro Julio De Vido anunció que el Estado se presentará como particular querellante para cobijar el interés de las víctimas y que se esperará a la Justicia para tomar decisiones administrativas. La información disponible al cierre de esta nota es que el Gobierno no aplicará (no se restringirá a) tal criterio, que el cronista juzga erróneo. La intervención a TBA y la caída de la concesión están en el menú de decisiones que se estudian en la Casa Rosada. A los ojos del cronista, revocar la concesión es un primer paso, tan imprescindible como insuficiente.


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El estado querellante: La querella estatal está guiada, explican en el Gobierno, por el afán de ponerse del lado de los damnificados. El loable objetivo se cumplió acabadamente con los sobrios anuncios de los ministros Alicia Kirchner y Juan Manzur de prestar atención médico psicológica y contención a familiares de víctimas fatales y a sobrevivientes. La querella, en cambio, es un paso en falso por dos motivos básicos: agrega una quinta rueda al de por sí lento carro de “la Justicia” y hace caso omiso de que el Estado debe ser investigado. Por otra parte, el interés general está representado por el Ministerio Público (la Fiscalía). Y el estado no es una ONG que puede entrar a un expediente en el que todo debe ser puesto bajo la lupa. El juez federal Claudio Bonadío debería desestimar el planteo, lo que no resentiría en nada los derechos de los damnificados.


Las carencias de TBA, que para muchos son flagrantes, pueden implicar responsabilidades de funcionarios, nadie debe interferir en esa procura. Por cierto, la culpa penal es una mira muy estrecha: requiere comisión de delitos, usualmente dolosos. La responsabilidad de gestión es mucho más vasta, debe juzgarse de modo veloz y no rige para ella la presunción de inocencia.


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El maquinista y la empresa: El maquinista Marcos Antonio Córdoba (que cargará de por vida la terrible imagen de lo sucedido con el consiguiente trauma en cualquier caso, aunque sea plenamente inocente) declaró que los frenos no funcionaban bien. Que había avisado a sus superiores y se le ordenó seguir. Otros testimonios de empleados ferroviarios, extrajudiciales por ahora, hablan de insuficiencias endémicas en los frenos y específicas en esa formación. Muchos especialistas, relevados en este diario entre otros, concuerdan en que el material rodante es obsoleto, lo que pudo no incidir en el choque mismo pero sí en la magnitud de sus consecuencias.


Las versiones oficiosas sobre los hechos difieren mucho, seguramente tanto como sus propaladores. Algunas atribuyen a Córdoba haber mandado mensajes de texto segundos antes de la catástrofe. La culpa exclusiva del maquinista es una tabla de salvación deseada por los empresarios. La discusión, propone este escriba, debería ir más allá y aún más atrás.


Puesto a modo de slogan y sin negar la terrible gravedad del accidente y la necesidad de dar con sus culpables: es válido cuestionar si TBA prestaba un servicio acorde con sus deberes el martes pasado, horas antes de la tragedia. Esa pregunta ya fue respondida por usuarios, organismos de control, sindicalistas del sector, académicos interesados en la materia (de posiciones políticas muy variadas y prestigio elevado): TBA ha incumplido aspectos básicos de la prestación a su cargo. El estrago no fue un hecho imponderable sino una consecuencia posible de largas desidias e irresponsabilidades.


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Dos secretarios en cuestión: Ricardo Jaime, secretario de Transporte durante todo el mandato del ex presidente Néstor Kirchner y parte del primero de Cristina Kirchner, fue un funcionario sospechoso, que está asediado por causas judiciales. Legalmente es inocente y lo será en tanto no reciba una condena firme. Políticamente fue una figura opaca, por sus tratos confianzudos con los concesionarios, su modo de vida ostentoso y hasta la joyería que llevaba puesta como parte de su atuendo. Su laconismo era proverbial, era incapaz de expresarse en público, lo que es un defecto en un secretario de Estado, máxime en un área tan sensible y desamparada.


Su reemplazante, Juan Pablo Schiavi, tenía un perfil público más valorable: frecuente comunicador, a menudo bueno. En estos días, los más terribles de su gestión, echó por la borda esos precedentes. Sus declaraciones transitaron entre el titubeo y lo intolerable. Hebe de Bonafini lo tildó de “pelotudo”, el colega Martín Granovsky le endilgó “frivolidad” en este diario. En el mismo estilo que su compañero, este cronista estima que las especulaciones acerca de qué hubiera pasado si el choque se producía un feriado son banales e irrespetuosas. Tampoco tienen mucho asidero las farragosas informaciones de pesquisa sobre las velocidades de la máquina antes de entrar a la estación y los adelantos técnicos existentes para medirlas, datos irrelevantes cuando la misión del Gobierno es infundir tranquilidad, arropar a las víctimas, acercar información al juez o al Fiscal. E investigar, puertas adentro, las responsabilidades no penales para adoptar medidas en corto plazo. Se está haciendo, ya se dijo: el mensaje de Schiavi no lo trasuntó y pareció distractivo. Al día siguiente trató de explicarlo, aunque de modo frío y sin pedir disculpas.


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El mundo del transporte: Cada vez que se habla de los ferrocarriles es forzoso volver al desquicio que produjo el menemismo, desbaratando las redes construidas con el sacrificio colectivo, malvendiendo el patrimonio público. Restaurar el estado anterior es imposible, tanto como imperioso ir recuperando terreno. Esa es una de las misiones del kirchnerismo, que se presenta (con sobradas credenciales) como reparador de los retrocesos históricos de la dictadura y el neoconservadurismo.


La destrucción del sistema ferroviario impulsó el transporte terrestre de cargas y pasajeros. El desguace del Estado, los despidos masivos, la necesidad de subsistir incubaron formas de transporte “truchas”: remises, combis, colectivos, ómnibus. El crecimiento relativo del sector, dicho sea como digresión, fertilizó el aumento del poder relativo de los gremios del sector. El actual secretario general de la CGT, Hugo Moyano, comanda desde sus orígenes un conjunto de sindicatos básicamente de transporte (en su momento el Movimiento de Trabajadores argentinos). Eso no lo indujo a ser aquiescente con el modelo menemista, una virtud de su trayectoria.


Hoy día, el “sistema” de transporte está por debajo de las necesidades de los pasajeros, laburantes ellos. El intríngulis es previo y superior al caso específico de TBA. La política oficial, que hizo centro en la accesibilidad al servicio a través de la baratura del pasaje, es correcta en ese aspecto e insuficiente. En lo atinente a la empresa de Grupo Cirigliano es factible una respuesta veloz. Si no honró los deberes del concesionario debe rescindirse, por su culpa, el contrato. La dimensión económica es, en este rubro, secundaria. Así fuera muy costoso, debe hacerse y el Estado tendrá que rebuscárselas para conseguir los fondos necesarios.


Distinta es la perspectiva, que con toda lógica empieza a insinuarse, de una reestatización total o parcial de los ferrocarriles. Néstor Kirchner exploró la hipótesis y la dejó de lado por lo que implicaría en términos económicos, financieros y de gerenciamiento. Su punto de vista es digno de mención, por su legitimidad y por el momento de ascenso en que se expresó.


La trama de relaciones laborales es un nodo del problema. Puede sonar chocante decirlo pero es real: la privatización de los ferrocarriles y los teléfonos (a diferencia de las de Aerolíneas Argentinas e YPF) encontraron un suelo fertilizado por la pésima gestión pública y los abusos de muchos (no todos) los gremios respectivos. También fueron numerosos (aunque jamás la totalidad) los dirigentes sindicales que parasitaron al Estado y se convirtieron en cómplices y socios de los privados. José Pedraza es la nave enseña (mas no el único ejemplo) de ese colectivo.


La bandera de la recuperación del ferrocarril es grata para quienes comulgamos con el ideario nacional popular. El debate de su implementación, bien arduo. En otras páginas de esta misma edición se aborda el tema. El cronista adhiere a la bandera, aunque asume sus limitaciones para explayarse sobre su factibilidad.


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Lo de siempre, en otra pantalla: Medios y dirigentes opositores se valen de la tragedia para ningunear al Gobierno, deslegitimarlo, hasta borrar (si eso fuera posible) el veredicto electoral de octubre. La legitimidad de origen y de ejercicio derivada del 54 por ciento de los votos está indemne y será puesta cabalmente a prueba en otros comicios. La distribución de bancas en el Congreso robustece la autoridad presidencial.


Claro que nada dispensa al Gobierno de hacerse cargo de nuevos desafíos o demandas de segunda generación. El transporte público, el sistema de Salud, el acceso a vivienda digna y al suelo para construirla son objetivos del segundo mandato de la presidenta Cristina. Por ahora, sólo esta última demanda está en la agenda parlamentaria más o menos inmediata.


Esos temas, o la protesta contra la minería a cielo abierto, son agenda que imponen los ciudadanos o la cruel realidad. Si se mira bien, seguramente muchos usuarios del tren o muchos habitantes de provincias mineras eligieron a Cristina, conociendo los déficits por los que claman ahora. No hay incongruencia en sus procederes. No otorgaron un cheque en blanco, sino la oportunidad de seguir gobernando. Quien recuperó trabajo o mejoró sus salarios exige ahora mejores prestaciones de servicios. Quienes valoran numerosas ampliaciones de derechos quieren hacerlas extensivas a los usuarios de transporte o del sistema de salud.


Los desafíos para el Gobierno son crecientes: tornar en metas y concreciones tamañas necesidades, que son derechos. Las tareas son ciclópeas. El mejor modo de acometerlas, el que conoce el kirchnerismo. Saber responder a los reclamos, cambiar cuando es necesario. Mantener siempre la aprobación popular que lo acompaña desde hace casi nueve años, consecuencia cabal de sus realizaciones.


mwainfeld@pagina12.com.ar
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/

Luis Brushtein: Interés público


Imagen: Leandro Teysseire


Por Luis Bruschtein


Una tragedia terrible como la de la Estación Once, igual que la de Cromañón en su momento, generaliza una situación de desasosiego en la sociedad. Es la impotencia de una pregunta sin respuesta, de historia trunca o de casa vacía. Son situaciones excepcionales en las que un sector vasto de la sociedad, no toda, está profundamente sensibilizado, dolido, más allá de lo que suelen generar las noticias que se leen, se escuchan o se ven todos los días en la televisión. Es una carga que se transmite apenas se toca el tema y que hace que cada quien lo viva en algún lugar como algo personal, con una cercanía casi íntima ante la constancia de la ferocidad de la muerte.


Otras comunidades no reaccionan así. En algunas metrópolis las reacciones comunitarias pueden ser más superficiales y efímeras y algunos sectores ni siquiera se percatan de que haya sucedido algo. Una sociedad que puede reaccionar con la sensibilidad que se expresa en Argentina tiene un plus de ciudadanía en su entretejido social. Hubo situaciones donde no fue así, como durante la represión en la dictadura o con los ex combatientes de Malvinas tras la derrota. Situaciones que quedaron pendientes con un baldón de culpa que sólo pudo borrarse años más tarde. Quizás esas dos situaciones, ominosas, maduraron estas cicatrices solidarias, esta sensibilidad abierta ante otras tragedias colectivas.


Podrá decirse al mismo tiempo que el dolor, la impotencia y la rabia requieren los tiempos del duelo y que no son los mejores consejeros para salir a buscar culpables. Pero nadie puede manejar esos tiempos. Lo único que se puede hacer es tratar de que no se nuble la razón y no dejarse usar.


Pocos minutos después de la tragedia se produjeron situaciones patéticas en la estación y sus alrededores, desde abogados que rondaban la zona como cuervos para tratar de conseguir clientes entre las víctimas, hasta un grupo que empezó a agredir a los periodistas y los policías porque como el servicio de trenes estaba suspendido por el accidente, ellos no podían regresar a sus casas. Los cuervos de saco y corbata y los violentos se mezclaban con cientos de víctimas todavía aturdidas apoyadas en las paredes, con las miradas perdidas, recostadas en los escalones o deambulando. Los cuervos y los violentos expresan otra forma de sentir la desgracia colectiva. No les importa nada, solamente lo que los afecta a ellos, o simplemente tratan de sacar provecho.


Es una sociedad puesta en una situación de tensión extrema por una tragedia de la que la mayoría se entera por los medios de comunicación. Son situaciones donde los medios pesan más, donde la televisión tiene más rating y los diarios venden más ejemplares. Son momentos en que el público, conmocionado, se entrega al comunicador, lo busca, quiere escuchar las palabras que él mismo diría para que se multipliquen y sentir que de esa manera alivia su impotencia. Estos momentos, donde los medios conjugan todas las miradas y los corazones, son quizás cuando su importancia se hace tan visible ante la sociedad.


Uno se pregunta cómo se ven los medios en ese tumulto que va desde la tristeza o la indignación solidaria hasta el interés mezquino del cuervo que busca clientes en medio de la tragedia y que solamente tiene como objetivo el dinero que pueda sacar. La tentación por equipararlos con los cuervos es grande, pero sería también injusto. Porque la realidad es que se mezclan muchas cosas. Y en una cobertura hay de todo. Desde las buenas intenciones, hasta los intereses económicos y las simpatías políticas. Lo importante es saber que en esa mezcla están esos intereses que sobrevuelan las imágenes del horror y los comentarios.


Los mismos intereses que tenían antes de los hechos se vuelcan en la crónica de los hechos. La tragedia no suspende nada y menos los intereses afectados. Por el contrario, en esas situaciones son cuando más pueden aprovechar la situación privilegiada que les otorga la sociedad para forzar el límite de la información y llevarla a donde les interesa. No hace falta investigación ni peritaje porque el culpable siempre será el mismo ya sea si hay sequía, terremoto o choque de trenes. No hay novedad en esa noticia de los grandes medios.


En ese clima de emociones destempladas y de intereses creados, el gobierno nacional debe tomar decisiones. Aunque en situaciones particulares se dice que siempre es razonable dejar pasar el tiempo del duelo, lo real es que los tiempos políticos son diferentes. Más allá de los clamores, algunos bienintencionados y otros no tanto, el Gobierno necesita encontrar el hilo de la madeja y empezar a destejer. Es un marco difícil por el clima, por el protagonismo de los grandes medios que son sus enemigos declarados y por las presiones políticas. Pero también es difícil porque la problemática de los ferrocarriles siempre fue compleja.


Cada opción, desde la menos activa que es dejar las cosas como están, plantea situaciones problemáticas. En ese caso, los problemas son la lluvia de subsidios que pese a su volumen no se traducen en el mejoramiento del servicio; el alto nivel de accidentes que están teniendo los ferrocarriles, pero en especial, el ex Sarmiento, y la escasa inversión empresaria. Dejar todo como hasta ahora es eso: mantener todos los problemas hasta la próxima protesta de los usuarios o hasta el próximo accidente fatal.


Anular la concesión por incumplimiento requiere encontrar otro concesionario o desarrollar un plan de ferrocarriles públicos que implicaría también grandes inversiones que difícilmente se podrían hacer, por lo menos en un año en el que se puede sentir el coletazo de la crisis europea. Sin embargo es una opción que necesita mucha planificación pero que no se puede descartar.


Este es un camino que se tiene que decidir más allá del accidente. Pero hay decisiones que sí están determinadas por la tragedia. El Gobierno se incorporó a la causa como parte de la querella para “defender el interés público” como es su función, lo que levantó las protestas airadas de los abogados de accidentes porque de esa manera tienen un bolsillo menos de donde sacar plata. Pero también hubo quienes desde la política afirmaron que el Estado no puede ser parte de las víctimas porque es “socio” de la empresa “victimaria”.


Es una forma interesada de forzar el rol del Estado de “concesionario” a “socio” de la actividad. De todos modos, el Estado puso condiciones de política y de calidad con respecto a la concesión. Si la investigación confirma que esas condiciones no fueron cumplidas, habría una responsabilidad ineludible no solamente de la empresa, sino también de los organismos de control que debían garantizar que se cumplieran esas condiciones.


No se trata de buscar chivos expiatorios ni venganzas o linchamientos ni oportunismos políticos. Seguramente habrá delimitación de responsabilidades que se desprendan de la investigación. A partir de ese punto solamente quedará tomar las medidas correspondientes ante la sociedad y ante la justicia. Pero todas estas definiciones tienen que empezar a tomar cuerpo, tanto las que plantean una estrategia a largo plazo en materia de transporte público como las que están condicionadas por el accidente fatal de Once. Y en ese punto ya no importan las campañas interesadas u oportunistas a las que finalmente les interesan tanto las víctimas como a los cuervos de los accidentes. El foco tiene que estar puesto en el interés público.


Luis Bruschtein
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/

viernes, 24 de febrero de 2012

Roberto Caballero: Ayer se cerró un ciclo



Buenos Aires, 23 de febrero de 2012.


No hay obituarios en los diarios tamaño sábana ni ataúd lujoso para el medio centenar de muertos de la tragedia ferroviaria de Once. No hay porque el racimo humano apiñado en ese primer vagón fatal era carne de horarios y maltrato frecuente, esperando bajar para saltar el molinete y poner en marcha el país de todos los días, desde el anonimato de sus labores indispensables. Personas que habitualmente llegan tarde a sus trabajos, después que sacan boleto y les dicen –a veces les dicen– que el tren que esperaban nunca llegará al andén de sus vidas. Madres que dejan a sus hijos solos. Hijos que van a la escuela como pueden. Obreros que inundan las obras. Mujeres que limpian baños ajenos. Estudiantes que quieren progresar. No. Los muertos de ayer no tendrán obituario en La Nación, ni nada que se le parezca: porque los muertos de ayer eran trabajadores.
Me pregunto si somos capaces de comprender la verdadera dimensión humana de esta tragedia. Anoche hubo abrazos que no se pudieron dar, labios que no volvieron a besar, promesas que jamás se cumplirán, citas a las que alguien seguro va a faltar, porque un tren de morondanga, una lata de sardinas sin mantenimiento, del que los pasajeros suelen bajarse por las ventanillas, se estrelló contra el retén final de las vías a 20 km por hora en una de las estaciones terminales más importantes de la Argentina.
Me pregunto, también, si somos capaces de comprender la verdadera dimensión política de esta tragedia. Ayer se cerró el círculo del menemismo ferroviario, inaugurado en los ’90 con la maldita frase “ramal que para, ramal que cierra”, que Néstor Kirchner desafió en 2004, cuando le sacó la concesión a Sergio Taselli, del Metropolitano, que operaba los ramales Roca y San Martín. La gestión estatal, aún con dificultades, mejoró ese servicio. Los privados, esos mercaderes elevados a categoría de salvadores de la patria por Cavallo, Dromi y Pedraza fracasaron, sólo convirtieron vagones que alguna vez fueron orgullo del patrimonio público en féretros de los propios usuarios.
Fueron casi 20 años de destrucción, desidia y abuso de subsidios estatales para terminar en el desastre más grave de los últimos 80 años, en el corazón mismo de la Capital de todos los argentinos. Revisar los informes de la Auditoría General de la Nación sobre el servicio de la concesionaria TBA, del Grupo Cirigliano, permite advertir que todo esto ya estaba advertido. Se trata del mismo grupo, dueño de trenes y colectivos, que puso reparos a la instalación del SUBE, instrumento clave para que el Estado comience a controlar en serio y deje de subsidiar empresas rapaces y comience a hacerlo con personas de carne y hueso. Tres años le llevó al Estado poder concretarlo. Tres años. Y lo está haciendo.
Los carroñeros que hacen política con la muerte ajena hoy tienen el banquete servido. Al kirchnerismo del 54% le queda salir del fangoso laberinto propuesto por arriba, asumiendo sin vueltas su rol de enterrador del neoliberalismo y sus leyes, tanto las escritas como las tácitas, si no quiere ser víctima de las esperanzas que él mismo ha generado en tres gobiernos consecutivos con indudables logros de gestión, aprobados por las mayorías populares.
Ayer, en Once, con 50 trabajadores fallecidos y casi 700 heridos, murió también esa suerte de híbrido heredado de sistema ferroviario agonizante con parches agregados para garantizar que la gente llegue al trabajo en tiempos necesarios de reactivación, porque ayer esa misma gente no llegó al trabajo. En homenaje a esas víctimas que no aparecerán en los obituarios melosos del diario de los Mitre, lo mínimo que puede hacerse es recuperar los trenes para la sociedad de una vez por todas. Como en 2004.
Ayer se cumplió un año de la detención de Pedraza por el crimen de Mariano Ferreyra. Una sala de la Cámara de Casación acaba de confirmar que deberá estar preso hasta el juicio oral. El gobierno en su momento puso en tensión toda la alianza sindical para garantizar que no haya impunidad y vaya a la cárcel. Allí está y allí se queda.
En ese coraje, en esa valerosa decisión, se vieron reflejados millones de argentinos anónimos que todos los días sólo quieren saltar el molinete, trabajar en paz y volver a su casa, sanos y salvos, para abrazar a sus hijos y decirles
que este, nuestro país, aún vale la pena.


Roberto Caballero
Fuente; Tiempo Argentino
http://tiempo.infonews.com/2012/02/23/argentina-68370-ayer-se-cerro-un-ciclo.php  

Dante Palma: La alternativa de la risa



La aparición de un nuevo grupo de referentes de la cultura que busca disputarle el espacio discursivo a Carta Abierta, fue anunciada con bombos y platillos por Clarín y La Nación generando sin duda, una expectativa desmedida.


Se trata de un conjunto de individualidades que aun sin haber acordado un nombre común que denomine al incipiente colectivo, ofrecieron su firma para intervenir públicamente en uno de los temas que se ha instalado en la agenda de las últimas semanas. Si bien el documento fue acompañado por hombres y mujeres de distintas procedencias, buena parte de ellos apoyaron y fueron fuentes de consulta permanente de la malograda experiencia socialdemócrata de Raúl Alfonsín entre el 83 y el 89. Los firmantes, entonces, desde Beatriz Sarlo hasta Roberto Gargarella pasando por Jorge Lanata, Emilio De Ípola, Pepe Eliaschev y Luis Alberto Romero entre otros, dieron a conocer el documento titulado “Malvinas. Una visión alternativa” y hacer algunas reflexiones generales sobre el mismo es la intención de estas líneas.


Podría decirse que lo que primero salta a la vista en este documento es la suposición de que Malvinas es sólo una causa de nacionalismo chauvinista que estaría siendo azuzado por las huestes kirchneristas englobadas en el aluvión nacional y popular. Tal punto de vista es profundamente simplista y no parece tomar en cuenta las diferentes tradiciones nacionalistas que se han desarrollado en Argentina a lo largo del siglo XX. De este modo los firmantes parecen suponer que la disputa enfrenta a un único posible nacionalismo, el beligerante, con la visión utopista del cosmopolitismo que hace énfasis en los derechos humanos y en la moralidad compartida de los ciudadanos del mundo que buscan una paz duradera.


Otro fantasma que atraviesa el documento es un cliché bastante utilizado por cada uno de los firmantes en las intervenciones públicas que realizaron en los últimos años. Me refiero a la cuestión de la impostura y la incomprobable sospecha de que aun las mejores causas son utilizadas por el kirchnerismo con fines maléficos o, como mínimo, autointeresados. Tal recurso retórico es persuasivo pero muchas veces no es otra cosa que la herramienta distorsiva que permite confirmar falsos prejuicios. Al kirchnerismo, así, no se lo mide por sus actos, esto es, los hechos comprobables y las modificaciones del estado de cosas. Más bien se lo psicologiza y se buscan las razones ocultas que habría detrás de cada una de sus acciones. En este caso específico se acusa al gobierno nacional de utilizar la causa Malvinas con fines distractivos para evitar que los ojos de la ciudadanía se posen en lo que, suponen, serían tiempos conflictivos socialmente hablando.


La novedad, en todo caso, es que el documento parece pasarle una factura importante a la oposición que acompañó el acto de la presidenta a partir de entender que se trataba de un gesto relevante en el marco de una política de Estado. Tal pasada de factura se observa no sólo en que ningún referente de la dirigencia política opositora es incluido entre los firmantes (la excepción podría ser el caso de Fernando Iglesias con su mandato recién cumplido aunque es de suponer que su apoyo lo realiza en tanto hombre del deporte, más específicamente, del vóley), sino también en que se deja oler cierto tufillo a distinción entre un supuesto campo de intelectualidad objetiva, verdadera representante de la sociedad civil, y una clase política venal, transera y corrupta.


Por último, en cuanto a los contenidos más específicos, sinceramente resulta sorprendente que se hagan propios argumentos que podrían ser fácilmente rebatibles por ingresantes de la Carrera de Derecho. Así, afirmar que, en tanto la Argentina es producto de la autodeterminación de su pueblo se debe respetar la autodeterminación de los malvinenses, conlleva la insólita intención de aplicar un principio que fue vital para los procesos de descolonización a lo largo del siglo XX al caso de la fuerza opresora. En este sentido, el documento se mueve dentro de los parámetros de la argumentación del Premier inglés David Cameron en aras de victimizarse, y la repetición de tal punto de vista suscripto por los firmantes, no es una actitud cipaya sino simplemente una invitación, para nada despreciable, a tomarse esta intentona con menos indignación y mucha más risa.


Dante Palma
Fuente: http://www.diarioregistrado.com/  

miércoles, 22 de febrero de 2012

Roberto Caballero: Néstor Kirchner tenía razón


En términos jurídicos, las declaraciones del genocida Jorge Rafael Videla a la revista Cambio 16 no añadieron mucho a lo ya sabido. El periodista Ricardo Angoso se presentó como “amigo” y no como profesional para acceder al Hitler de las pampas en prisión y le arrebató un título (“En la Argentina no hay justicia, sino venganza”) que en nuestro país tiene escaso valor para las mayorías democráticas, pero en la España de hoy, donde el Partido Popular pretende impunidad para los crímenes del franquismo, cotiza en oro.

Hablamos, por supuesto, de la misma España oscura que festejó la destitución del juez Baltazar Garzón, perseguidor de la corrupción del PSOE y el PP, de los represores como Pinochet y Sicilingo y único magistrado que intentó correr el velo negro sobre las masacres de la Guerra Civil. Claro, quiso hacerlo “a la Argentina”, con Memoria, con Verdad y con Justicia. Le costó caro. Carísimo. Lo acusaron de vengativo y lo echaron los mismos que quieren reconciliarse con el horror, haciendo retroceder a la patria de Federico García Lorca en cuatro patas. Esa España infeliz y grotesca, nostalgiosa de la dictadura que la aisló del mundo por 40 años, es la que quedó en evidencia cada vez que el periodista Angoso, entre sumiso y comprensivo, llamó “señor General” a un triste genocida que perdió su rango militar hace ya siete años por violar, matar y arrojar desde aviones al río a personas indefensas. En la Argentina de hoy, un “general” que no respeta la Convención de Ginebra ni siquiera con su propio pueblo deja de serlo y va a la cárcel, como mandan las leyes. Quizá a Angoso le parezca exagerado. Quizá se compadeció del terrorista de Estado jubilado que lo miraba con ojos perrunos. ¿O estará harto de la dictadura también Angoso?

Hay, sin embargo, algo para rescatar del amigable encuentro entre el genocida y el periodista. No en términos jurídicos, sino políticos. Dijo Videla, según Cambio 16: “Alfonsín y Menem hicieron un acuerdo que era mitad y mitad, en el tema de los indultos me refiero. Los Kirchner son los que dijeron que no habría simetría en el asunto de la guerra que vivimos y nos señalaron a los militares como los malos, los responsables de crímenes de lesa humanidad.” Es decir: con la política de Derechos Humanos del kirchnerismo se acabó la Teoría de los Dos Demonios, que tanto Alfonsín como Menem usaron para justificar leyes del perdón y pacificaciones abstractas.

El 24 de marzo de 2004, ante 40 mil personas, Néstor Kirchner formalizó la creación del Museo de la Memoria en la ESMA. Allí pidió perdón por las violaciones de los Derechos Humanos en nombre del Estado Nacional. El periodista Walter Curia escribió entonces en Clarín: “Kirchner consagró ayer el regreso de la pasión a la política argentina. A 28 años del último golpe, el Presidente formalizó la creación de un Museo de la Memoria en la ESMA, el principal centro de detención ilegal de la dictadura, y en un discurso que frecuentó los límites pidió ‘perdón’ en nombre del Estado por el silencio ante las ‘atrocidades’ del Proceso. (…) Las cosas hay que llamarlas por su nombre (...) Vengo a pedir perdón de parte del Estado Nacional por la vergüenza de haber callado durante 20 años de democracia tantas atrocidades”, dijo. (…) “Hablemos claro: no es rencor ni odio lo que nos guía. Me guía la justicia y la lucha contra la impunidad. Los que hicieron este hecho tenebroso y macabro como fue la ESMA tienen un solo nombre: son asesinos”, agregó.

Debajo del palco, la gente lloraba. Por primera vez, un jefe de Estado asumía como propio el reclamo de las organizaciones de Derechos Humanos. Ese día quedó sepultada la impunidad en la Argentina. Dice Curia en su crónica: “Su alusión al silencio del Estado por los crímenes de la dictadura le valió ayer un comunicado de condena de la UCR, que le recordó el juicio a las Juntas Militares. El tropiezo fue apenas reparado con un llamado de teléfono al ex presidente Alfonsín.” Es verdad. Alfonsín lo había intentado, cuando el Partido Militar aún era poderoso. Mérito insoslayable. Tan cierto como el Punto Final y la Obediencia Debida que después impulsó, casi en retirada. Base de maniobra simbólica de los indultos menemistas posteriores.

Kirchner tenía razón en 2004. Las declaraciones de Videla confirman que ese día el Estado se volvió democrático en serio, poniendo en marcha una política oficial, aún vigente, que puso tras las rejas a los golpistas y asesinos. Esclarecedor también es confirmar de boca del megaexterminador que el golpe del ’76 fue cívico-militar. Se sabía, claro. Y cada vez se sabe más. Allí están los casos de Papel Prensa y el juicio por Loma Negra, la empresa de Amalia Lacroze de Fortabat, fallecida ayer, que publica Tiempo Argentino en esta edición. Empresas y fábricas convertidas en Centros Clandestinos de Detención. La cara oculta de la luna en toda esta historia trágica.

Dos fuentes con acceso cotidiano a la presidenta confirmaron que apenas leyó los dichos de Videla, comentó: “Esto prueba que Kirchner tenía razón.”

Claro que la tuvo. Esto queda para la Historia. Toda la razón del mundo tuvo, aunque se sabe que la cordura nunca fue lo suyo.

Roberto Caballero

Testimonios: Flora Castro de Habegger


Flora Castro de Habegger


“La Iglesia calló para no romper su vínculo con los militares”

“Siento la obligación moral y ética de responder a las repudiables afirmaciones de Videla”, asegura en esta entrevista la compañera del periodista y militante desaparecido Norberto Habegger. Y detalla cuál era la relación de la Iglesia Católica y el terrorismo de Estado. “Espero que alguna vez tengan la humildad de hacer un examen de conciencia.”

Las declaraciones del genocida Jorge Rafael Videla, máximo responsable de la última dictadura militar y condenado a prisión perpetua por ser responsable de delitos de lesa humanidad, realizadas a la revista española Cambio 16, han generado un rechazo y repudio generalizado en diversos sectores de la sociedad argentina. Entre sus afirmaciones, dijo que recibió la colaboración de la Iglesia y el empresariado a la vez que justificó el golpe, la represión y se consideró víctima de “una venganza”. En nombre de uno de los tantos desaparecidos que Videla hizo “desaparecer”, Flora Castro de Habegger, compañera del periodista y militante desaparecido Norberto Habegger, eligió dialogar con Tiempo Argentino para, según sus palabras, “contestar los dichos respecto al papel jugado por la Iglesia Católica en esos tiempos nefastos”.

–¿Qué es lo que la impulsa a contestar las declaraciones del dictador Jorge Rafael Videla?

–Yo siento la obligación moral y ética de responder a sus repudiables afirmaciones en nombre de mi compañero Norberto Habegger, secuestrado en Brasil y desaparecido posteriormente –en agosto de 1978– en nuestro país. Además, como es sabido, la militancia de Norberto era de origen cristiana, como se detalla en el libro de mi autoría y de Ernesto Salas, publicado con el título Norberto Habegger, cristiano, descamisado y montonero. A lo largo de los distintos capítulos se comprueba fehacientemente el papel jugado por la Iglesia Católica a favor del terrorismo de Estado. En el último capítulo se publica la carta escrita por Norberto y entregada al Episcopado argentino con fecha 18 de abril de 1978, en la que se hacía una propuesta de “pacificación nacional”.

–¿Qué hizo la Iglesia con esa carta?

–En ese entonces con (Raúl) Primatesta a la cabeza, como él argumenta, la Iglesia la ignoró y siguió apoyando no sólo a la dictadura sino bendiciendo a aquellos que “en nombre de la patria”, y vaya a saber qué valores, seguían torturando, matando, violando, robando niños y realizando toda clase de vejámenes contra los que disentían respecto a su nefasto proyecto.

–¿Qué responde a la afirmación de Videla respecto a que “la Iglesia cumplió con su deber, fue prudente y dijo lo que le correspondía decir”?

–Norberto ya en aquella época, dirigiéndose al Episcopado y les dice: “Ustedes conocen el drama de millares de familiares recorriendo los cuarteles, las comisarías, golpeando centenares de puertas con la incertidumbre de no saber nada por la suerte de los suyos, creciendo en sus corazones el odio por tantos crímenes, por tanta desolación en nuestra patria.”

–¿Hizo algo la Iglesia frente a este pedido y denuncia de un militante cristiano?

–No pidió por aquellos cristianos que por ser fieles al evangelio luchaban y trabajaban buscando una sociedad más justa solidaria e igualitaria. Sí se comprometió con aquellos que ejercían el poder tratando de no molestar al gobierno militar para no hacerlos quedar mal, advirtiendo que se corrigieran “supuestos hechos condenables” y algunos “excesos”. Son tantos los testimonios al respecto de este accionar como innumerables las listas de sacerdotes, monjas, seglares, hermanos de caridad, misioneros laicos, catequistas, torturados muertos y desaparecidos, solamente por seguir la Teología de la Liberación, proclamada por el mismo Episcopado Latinoamericano, en su reunión del Celam, en Medellín, Colombia, en 1968. Insisto: ¿que hizo la Iglesia frente a ello? Callar y apoyar para no romper relaciones. El silencio y la complicidad con el terrorismo de Estado fue más importante que seguir los dictados del Evangelio, donde el amor proclamado por Cristo fue confirmado en la práctica de aquellos que se comprometieron con su hermano necesitado, explotado humillado y aplastado por ser pobre y marginado. Alguna vez dijeron los obispos en uno de los documentos que elaboran en sus reuniones anuales en San Miguel: “Allí donde la paz social no existe, allí donde se encuentran injustas desigualdades sociales, políticas, económicas y culturales hay un rechazo del don de la paz del Señor, más aun rechazo del Señor mismo.”

–Dice Videla: “la Iglesia expresó lo que consideraba que no se estaba haciendo bien porque podía corresponder a su terreno, pero no fue a más”…

–Claro que no fue a más. La Iglesia dejó que se siguiera secuestrando torturando y matando, justamente a los que trabajaban por esta paz y esta justicia.

–Videla habla de varias iglesias y separa a otras de las iglesias de Latinoamérica a las que denomina “izquierdistas”.

–Por supuesto existían y existen otras iglesias. Yo hablo de las que se comprometieron con su pueblo y defendieron a los perseguidos injustamente en nombre del Evangelio. Y más aun, defendieron a todos aquellos que sin ser cristianos buscaban la justicia, la igualdad social y la solidaridad entre los pueblos. Ellos sí que fueron verdadero ejemplo de las enseñanzas de “amar a tu prójimo como a ti mismo”. Podemos citar a la Iglesia chilena y a muchos de sus obispos, a la brasileña, nicaragüense, colombiana, etcétera. Y también con justicia podemos mencionar a muchas iglesias cristianas no católicas, luteranas, anglicanas, evangélicas y, en general, ecuménicas en su continuo denunciar el no respeto de los Derechos Humanos, tanto de la dictadura argentina como de otras imperantes en esos momentos en distintos países de América.

–Frente al comprobado compromiso de la Iglesia con la dictadura, ¿qué sintieron los militantes y fieles católicos?

–Muchos de los cristianos que vivimos esa época nefasta del Proceso sentimos un inmenso dolor por el abandono de la que considerábamos nuestra madre, la Iglesia Católica Argentina que comprometida totalmente con los que usurparon el poder para fortalecer sus estructuras de injusticia, abandonaron a todos aquellos que necesitaban de su apoyo mientras compartían el poder y contribuían aun con algunos miembros de su estructura como capellanes y algunos sacerdotes a instaurar ese injusto y criminal sistema de la dictadura. Videla lo dice con claridad con respecto al cardenal Primatesta: “debo reconocer que llegamos a ser amigos y en el problema del conflicto de la guerra tuvimos grandes coincidencias”. Es triste y totalmente rechazable el papel que jugó la Iglesia en esta etapa, frente a tanta acción criminal desplegada y como dice Norberto en su carta: “ Estos signos revelan el genocidio más terrible que ha conocido nuestro país, el desprecio profundo que sienten estos “dueños del poder”, por nuestro pueblo, por su historia, por sus símbolos, por sus creencias, por sus reivindicaciones, por sus organizaciones más representativas” esperamos como cristianos que alguna vez tengan la humildad de hacer un verdadero examen de conciencia.


Cristina Villanueva: Respuesta a Videla


El cambio sería no darle aire a los que mataron y robaron niños.

Néstor se abrazó con las madres y las abuelas, en su compañera admira la energía de lo femenino que todos, hombres y mujeres tenemos y está descalificada en nuestra sociedad. Lo femenino es anticapitalista. La boca y el pecho y la leche como un río de sueños, no hay eficacia, hay derroche. La belleza del arte tampoco es rentable, se derrama. Tiene la verdadera valentía,la de enfrentar a los poderosos,la de mostrarse sensible,la de reir. El infierno militar de la violencia, conoció la única valentía de matar una adolescente sueca por la espalda, unas monjas, unas madres, de robar unos niños y tanto mal. Treinta mil veces insepulto.

Cristina Villanueva

domingo, 12 de febrero de 2012

Homenajes: Luis Alberto Spinetta


Todas las hojas son del viento


Cuida bien al niño
Cuida bien su mente
Dale el sol de Enero
Dale un vientre blanco
Dale tibia leche de tu cuerpo

Todas las hojas son del viento
ya que él las mueve hasta en la muerte
Todas las hojas son del viento
menos la luz del sol

Hoy que un hijo hiciste
Cambia ya tu mente
Cuídalo de drogas
nunca lo reprimas
Dale el áurea misma de tu sexo

Luis Alberto Spinetta
(1950 - 2012)


Mentor de grupos esenciales desde los que fue regalando su impronta como Almendra, Pescado Rabioso, Invisible, Jade y Los Socios del Desierto y de un camino en solitario también signado por la belleza, falleció hoy en Buenos Aires a causa de un cáncer de pulmón que se le diagnosticó en julio de 2011.

Al filo de la Nochebuena de ese año y ante la carroña mediática acerca de su estado, utilizó la cuenta de Twitter de su hijo Dante para expresar: “desde el mes de julio sé que tengo cáncer de pulmón. Estoy muy cuidado por una familia amorosa, por los amigos del alma, y por los mejores médicos que tenemos en el país. Ante el aluvión de información inexacta, quiero aclarar públicamente las condiciones de mi estado de salud. Me encuentro muy bien, en pleno tratamiento hacia una curación definitiva”.

Trazando un camino personalísimo y prolífico, el creador dio forma a una obra volcada en más de 40 álbumes donde sus canciones constituyeron un alegato estético que signó al rock argentino y lo sostuvo como un espacio fértil para la creación.

Lejos de las modas y de los vaivenes de un género que pasó de marginado y prohibido a gozar de las mieles de la difusión masiva, Spinetta sostuvo un discurso que fue, al mismo tiempo, un ejemplo de libertad y de coherencia capaz de enseñar a una legión de escuchas la necesidad de no encasillarse.

La vida musical de Spinetta comenzó a sus 17 años cuando junto a su compañero del secundario Emilio del Güercio (bajo) y también con otros dos alumnos del Instituto San Román, Edelmiro Molinari (guitarra) y Rodolfo García (batería), dio forma a Almendra.

Un simple de 1968 conteniendo “Tema de Pototo” y “El mundo entre las manos”, fue el aperitivo para el lanzamiento, en 1969, de un álbum debut que contuvo canciones como “Ana no duerme”, “Plegaria para un niño dormido” y “Muchacha (ojos de papel)” y logró ubicar a Almendra -junto a Manal y Los Gatos- como emblema del naciente rock local.

La corta vida del cuarteto, que se separó en 1970 con la edición de un segundo disco, no menguó el buen nombre de su obra ni mucho menos le cortó las alas a un Spinetta que un año más tarde publicó en solitario “La búsqueda de la estrella” y “Spinettalandia y sus amigos” y enseguida impulsó el nacimiento de Pescado Rabioso.

El conjunto en el que el bajo recayó primero en Bocón Frascino y luego en David Lebón, con batería a cargo de Black Amaya y el agregado del teclado de Carlos Cutaia, mostró la lírica puesta al servicio de un sonido más duro plasmado en álbumes como “Desatormentándonos” y “Pescado Rabioso 2” que contuvieron gemas de la talla de “Blues de Cris” y “Credulidad”.

Por si esos pasos grupales con un repertorio casi íntegramente con su firma no bastaran, en 1973 y bajo la confusa denominación de Pescado porque se trató de una placa en solitario, publicó el magnífico “Artaud”, inspirado y en homenaje a uno de los poetas en los que abrevó y de la que trascendieron “Todas las hojas son del viento”, “Bajan”, “Superchería” y “Cantata de puentes amarillos”.

A mediados de ese mismo año convocó a Carlos Alberto Machi Rufino en bajo y Héctor “Pomo” Lorenzo en batería para dar forma a Invisible, una propuesta en la que retoma el melodismo de Almendra pero complejizado y puesto en comunicación con otros géneros.

Tres álbumes, temas como “Azafata del tren fantasma”, “El anillo del Capitán Beto”, “Durazno sangrando”, “Los libros de la buena memoria” y “Las golondrinas de Plaza de Mayo” y la primera invitación a un tanguero como el bandoneonista Rodolfo Mederos que tomó parte en el último concierto de Invisible, formaron parte de otro legado atemporal.

En 1977 armó la Banda Spinetta, un eufemismo para otro paso individual plasmado en “A 18 minutos del sol”, en 1979 se produjo el primer regreso de Almendra, luego viajó a los Estados Unidos donde registró la placa en inglés “Only love can sustain” y, luego, otra vuelta de Almendra.

Ya en los 80 convocó a los también fallecidos Beto Satragni (bajo) y Diego Rapoport (teclados), y a “Pomo” Lorenzo (batería) y Juan del Barrio (teclados) para exhibir su propia síntesis acerca del jazz-rock desde las placas “Alma de diamante”, “Los niños que escriben en el cielo”, “Bajo Belgrano” y “Madre en años luz”.

“Contra todos los males de este mundo”, “No te busques ya en el umbral”, “Maribel se durmió”, “Mapa de tu amor” y “Resumen porteño” fueron apenas algunos de los nuevos aportes de Luis a un cancionero de ensueño.

En paralelo publico dos vinilos: “Kamikaze” (en 1982 y con temas como “Y tu amor es una vieja medalla”, “Ella también” y “Barro tal vez”) y “Mondo di cromo” (en 1983, integrado por “Yo quiero ver un tren”, “Será que la canción llegó hasta el sol” y “No te alejes tanto de mí”).

A mediados de esa década quiso ponerse en contacto con otros grandes. Mientras la reunión con Charly García solamente generó el tema “Rezo por vos” que incluyó en el sorprendente álbum electrónico “Privé”, sí concretó el encuentro con Fito Páez que se apreció en “La la la” donde el único tema compuesto a cuatro manos fue “Hay otra canción”.

Otra cúspide de su labor solista se apreció en 1988 con el disco conceptual “Téster de violencia”, atravesado por gemas como “La bengala perdida”, “Siempre en la pared”, “Al ver verás”, “El marca piel”, “El mono tremendo” y “Organismo en el aire”.

Sin descanso, en el 89 sacó “Don Lucero” (donde registró “Fina ropa blanca”) y un año después encaró su primer disco en vivo, registrado en la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA que tituló “Exactas” y en diciembre

En 1991 con “Pelusón of milk” y el bello “Seguir viviendo sin tu amor” como bastión de un repertorio tranquilo, el “Flaco” clausuró una etapa cancionera que incluyó la banda sonora del filme “Fuego Gris”, de Pablo César, para ingresar en otra etapa furiosa junto a Los Socios del Desierto, un trío que completaron Daniel “Tuerto” Wirzt (batería) y Marcelo Torres (bajo).

Al siglo XXI lo recibió con “Silver sorgo”, el naturalista “Para los árboles” (2003), el ep “Camalotus” y otros dos álbumes como “Pan” y “Un mañana” que, aún ayunos de grandes éxitos, ratificaron el rumbo inspirado de un hacedor que no perdió ni el rumbo ni la inquietud.

A modo de síntesis de ese camino, el 4 diciembre de 2009 colmó el estadio de Vélez, un ámbito multitudinario que transformó en reducto íntimo para disfrutar de un recorrido por sus Bandas Eternas en un maratón artístico con más de 50 canciones “La frescura y el lirismo de Almendra, el grito oscuro y enloquecedor de Pescado Rabioso, la contundencia y experimentación de Invisible, el perfil sonoro particular y casi galáctico, como desprendido de materia, de Jade y las experiencias posteriores”, lo resumió la crónica de Télam.

Un año después, para la edición del libro-cd y dvd que documentó aquella velada, Spinetta escribió que haber encarado ese trabajo “involucra una infinita responsabilidad. Responsabilidad.
Palabra soberana, palabra en la potencia de bancar la reunión de varios de los músicos más talentosos y diversos en una sola alma y en una simple premisa: Sonar Bien”.

El “Flaco” no dejó nunca jamás de “Sonar Bien” y esa marca es un faro que no cesará de alumbrar los caminos por donde debe transitar una música de hermosura universal forjada en este lugar del mundo.

Fuente: Agencia Télam

Homenaje de INCAA TV - Spinetta, el video: