viernes, 23 de marzo de 2012

La hoguera del miedo


La imágen no es de la Alemania nazi, es la Argentina de la dictadura,
año 1980. Se descargaban libros como "basura marxista" para ser
quemados.





El 29 de abril de 1976, Luciano Benjamín Menéndez, jefe del III Cuerpo
de Ejército con asiento en Córdoba, ordenó una quema colectiva de
libros, entre los que se hallaban obras de Proust, García Márquez,
Cortázar, Neruda, Vargas Llosa, Saint-Exupéry, Galeano... Dijo que lo
hacía "a fin de que no quede ninguna parte de estos libros, folletos,
revistas... para que con este material no se siga engañando a nuestros
hijos". Y agregó: "De la misma manera que destruimos por el fuego la
documentación perniciosa que afecta al intelecto y nuestra manera de
ser cristiana, serán destruidos los enemigos del alma argentina".
(Diario La Opinión, 30 de abril de 1976).






QUEMA DE LIBROS DURANTE LA DICTADURA MILITAR ARGENTINA 1976-1983


Por Marcelo Massarino


El 24 de marzo (2006) se cumplen treinta años del Golpe militar que
derrocó al gobierno peronista en 1976. Es un aniversario que sirve
para recordar una vez más a los desaparecidos, a los asesinados, a los
torturados y exiliados. También para señalar que la dictadura militar
tuvo un plan para exterminar a la oposición que no sólo consistió en
persecución y muerte, sino en la ejecución de una estrategia para el
vaciamiento económico y cultural de la sociedad.


Una de las tantas atrocidades que cometieron los militares y sus
cómplices civiles fue la quema de libros que no comenzó en la
Argentina del ’76 pero que en el marco de esa política represiva fue
para el Proceso una práctica "purificadora" del ser nacional.


También hubo otros fuegos que encendieron quienes temían una
represalia por tener una biblioteca que los inquisidores podían
calificar como "subversiva". Otro recurso fue tirar libros en inodoros
y pozos ciegos o el enterramiento como destino de la literatura y la
prensa que podía servir como pretexto para un operativo.


Con la democracia los hijos de aquellos jóvenes lectores de los
setenta se enteraron que aún estaban escondidas aquellas bolsas con
los ejemplares olvidados junto a la higuera del fondo de la casa.
Destruidos por la humedad o convertidos en cenizas, los libros vuelven
a las bibliotecas como los cuerpos a la playa después de los vuelos de
la muerte.


En 2002 la publicación de Un golpe a los libros, de Hernán Invernizzi
y Judith Gociol mostró la trama del aparato represivo en la cultura.
Para recrear el clima de aquellos años recurrimos a esa investigación
y al testimonio de los protagonistas de la época. Invernizzi asegura
que la dictadura militar tuvo un plan concreto y aclara que "no
significa que se trataba sólo de un plan de destrucción. Era un
proyecto de control, censura y producción de cultura tanto en la
educación como en la cultura y la comunicación.


Eudeba


La cultura fue un lugar donde la derecha peleó cada lugar de poder. Un
ejemplo es el caso de la Editorial Universitaria de Buenos Aires,
Eudeba. El 25 de mayo de 1973 fue designado rector de la Universidad
de Buenos Aires Rodolfo Puiggrós, quien nombró presidente del
Directorio al escritor Arturo Jauretche y director ejecutivo al
periodista Rogelio García Lupo. El autor de El medio pelo en la
sociedad argentina falleció el 25 de mayo de 1974.


García Lupo renunció cuatro meses después. Reconoce que "sabíamos que
íbamos a tener muchos problemas. Pensábamos en discusiones por los
proyectos editoriales pero no en agresiones físicas. El proyecto de
fondo consistía en la edición de las obras completas de tres
intelectuales argentinos: Leopoldo Lugones, que era una figura que les
servía a todos: a los anarquistas, a los fascistas y a los
nacionalistas; Carlos Astrada, un filósofo marxista y Manuel Ugarte,
quien era muy representativo de la intelectualidad procedente del
socialismo que había desembocado en el primer gobierno de Perón.
Tuvimos amenazas cuando anunciamos el plan editorial y al tiempo
decidimos irnos porque la presión era insoportable. Pero ocurrió una
cosa insólita. Teníamos la idea de hacer la revisión de la obra de
Lugones de manera cronológica. Empezar por el Lugones anarquista y
seguir con el socialista.


Un día me llamó el abogado Valentín Thiebaut, director ejecutivo del
nuevo Directorio -ya con Alberto Ottalagano como interventor de la
UBA-, y me dice: ‘tengo un problema. No puedo cumplir con el contrato
de Lugones si empezamos por la etapa izquierdista... ¿No podemos
arrancar por la fascista..?’"


En julio de 1974 un grupo comando entró al taller gráfico donde Eudeba
imprimía parte de sus libros al grito de "¿Dónde está El marxismo de
Lefebvre?" Antes que el imprentero Polosecki pudiera dar una respuesta
prendieron fuego un sector pero en el apuro los asaltantes se
equivocaron de libro.


En julio de 1976 fue designado director ejecutivo de Eudeba el
político socialista Luis Pan, quien le entregó al Comando del Iº
Cuerpo de Ejército parte del fondo editorial con los libros
censurados. El 27 de febrero el teniente primero Xifra dirigió el
operativo que terminó con la quema de casi noventa mil volúmenes en el
predio de Palermo. Rogelio García Lupo vio cuando los soldados
cargaban los camiones con los ejemplares de su gestión. "Pan fue quien
llamó al Ejército y puso en sus manos toda esa ‘literatura
pecaminosa’. El temía que alguien dijera ‘¡pero este Pan también es
socialista..!’ Con esa operación compró protección, fue como una
prueba de amor".










Cuando la palabra América Latina era subversiva


Vigilantear y buchonear.


A principios de 1977, un articulo publicado en la revista Para Ti
enseñaba a los padres con hijos en edad escolar como reconocer la
infiltración marxista en las escuelas:


"Lo primero que se puede detectar es la utilización de un determinado
vocabulario, que aunque no parezca muy trascendente, tiene mucha
importancia para realizar ese transbordo ideológico (sic) que nos
preocupa. Aparecerán frecuentemente los vocablos: diálogo, burguesía,
proletariado, América Latina, explotación, cambio de estructuras,
compromiso, etc.


Otro sistema sutil es hacer que los alumnos comenten en clase recortes
políticos, sociales o religiosos, aparecidos en diarios y revistas, y
que nada tienen que ver con la escuela.


Asimismo, el trabajo grupal que ha sustituido a la responsabilidad
personal puede ser fácilmente utilizado para despersonalizar al chico.


Estas son las tácticas utilizadas por los agentes izquierdistas para
abordar la escuela y apuntalar desde la base su semillero de futuros
combatientes."


El articulo terminaba con un consejo a los padres: "Deben vigilar,
participar y presentar las quejas que estimen convenientes".








El fuego purificador y la autocensura


La práctica piromaníaca del Proceso tiene ejemplos como los
siguientes, ambos de 1976. En Córdoba el interventor de la Escuela
Superior de Comercio Manuel Belgrano, teniente primero Manuel Carmelo
Barceló, sacó de la biblioteca y mandó a incinerar títulos de
Margarita Aguirre, Pablo Neruda y Julio Godio, entre otros. En la
misma provincia, el jefe del Tercer Cuerpo de Ejército, Jorge Eduardo
Gorleri (luego ascendido a general por el gobierno de Raúl Alfonsín),
exhibió en conferencia de prensa una hoguera en el patio de la unidad
militar, avivada por libros de León Trotsky, Mao Tse-Tung, Ernesto Che
Guevara, Fidel Castro, Juan Domingo Perón y fascículos del Centro
Editor de América Latina (CEAL) que robó de las bibliotecas y
librerías.


En la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe, los militares
usurparon la Biblioteca Popular Constancio C. Vigil, La Vigil, una
institución que tenía una biblioteca de 55.000 volúmenes en
circulación y 15.000 en depósitos, a principios de la década del
setenta. El 25 de febrero de 1977 fue intervenida mediante el decreto
nº 942. Ocho miembros de su Comisión Directiva detenidos ilegalmente,
su control de préstamos bibliográficos utilizado para investigar a los
socios. Miles de libros de la entidad fueron quemados, por ejemplo
seiscientas colecciones de la obra completa del poeta Juan L. Ortíz.


El periodista y escritor Mempo Giardinelli sufrió las consecuencias de
la pasión ígnea de los militares: su primer novela fue quemada junto a
una de Eduardo Mignogna.


El caso de Enrique Medina es paradigmático: "El golpe de Estado de
1976 confirmó la prohibición de los libros ya censurados del autor y
lo extendió a cuanto texto suyo aparecía. Medina es, quizás, uno de
los autores más sistemáticamente perseguidos por la censura, durante
la dictadura e incluso antes", según Invernizzi y Gociol. Manuel
Pampín, de Corregidor, editó parte de la obra del autor de Las Tumbas,
como Sólo ángeles cuya sexta edición fue prohibida aunque no la
séptima, una copia de la anterior. También le decomisaron Olimpo, de
Blas Matamorro, por un decreto del PEN. Ante el reclamo de Pampín, el
capitán de navío Carlos Carpintero le respondió: "de los libros,
olvidate". Ya en 1978 las autoridades retuvieron en la aduana Evita,
una biografía de Marysa Navarro que más tarde pudo ingresar al país
por la intervención de Dardo Cúneo, por entonces presidente de la
Sociedad Argentina de Escritores.


Hubo editores que decidieron destruir los materiales que eran prohibidos.


Es el caso de Granica: "varios de los libros de sello fueron
prohibidos. Entre ellos La pasión según Trelew, de Tomás Eloy Martínez
que fue uno de los primeros títulos de los que la propia editorial
decidió deshacerse. Esa es la cara más perversa del terror: ya no los
libros que el régimen quemaba sino los que se eliminaban por propia
decisión", describen los autores de Un Golpe a los libros. De la
imprenta a la fábrica de papel sin pasar por librerías fueron por lo
menos diez títulos, no menos de 20.000 volúmenes, entre ellos
Correspondencia Perón-Cooke.


La quema de libros más grande que concretó la dictadura fue con
materiales del Centro Editor de América Latina, el sello que fundó
Boris Spivacow quien además tuvo un juicio "por publicación y venta de
material subversivo". El fue sobreseído pero el millón y medio de
libros y fascículos ardieron en un baldío de Sarandí.


Testigos de la quema fueron la profesora Amanda Toubes, directora de
la colección La enciclopedia del mundo joven y Ricardo Figueira,
director de colecciones del CEAL y autor de las fotografías de aquel
26 de junio de 1978. En 2005 ambos recordaron el clima de aquellos
años para un artículo que Aníbal Ford escribió en la revista Lezama:
Toubes decía que "’en ese momento nuestra mente estaba todavía en el
asesinato de Daniel Luaces, en su escritorio vacío. Tantos otros
llantos, tantas cosas de las que nos íbamos enterando día a día... que
tal vez lo vivimos sólo con una gran tristeza pero también como parte
de nuestra cotidianeidad’.


Algo de esto retoma Ricardo Figueira, que casi minimiza el hecho. ‘Lo
que era vivir cotidianamente, día a día, con el culo a cuatro manos y
dando varias vueltas a la casa antes de entrar’". Para Ford "esa
hoguera de libros argentinos provocó un vacío, un hueco, en la
transmisión y en la construcción cultural que todavía no ha sido
reparado".


Otro de los editores perseguidos fue Daniel Divinsky, de Ediciones de
la Flor, quien junto a su mujer Kuki Miler fue detenido a disposición
del Poder Ejecutivo durante 127 días y luego partió al exilio. Primero
fue la censura del libro infantil Cinco dedos. Ya en la cárcel de
Caseros, se enteró de la prohibición de Ganarse la muerte, de Griselda
Gambaro. Divinsky rememora que trabajar en esa época "era como caminar
por la cuerda floja. La prohibición a de la Flor pretendió ser, de
alguna manera, una medida ejemplificadora porque se trataba de una
editorial independiente. Cuando pasó todo y volvimos del exilio cada
día que llegaba a la oficina daba una vuelta a la manzana para ver si
había algún patrullero."


Desde finales de los sesenta Siglo XXI fue una de las editoriales más
influyentes en el pensamiento latinoamericano. Con casas en España y
México, la sede de Buenos Aires tenía una enorme influencia. Editaba
Las venas abiertas de América Latina, de Eduardo Galeano y todos los
libros del pedagogo Paulo Freire, entre otros.


El 2 de abril de 1976 un grupo de tareas allanó las oficinas de Perú
952 y secuestró al jefe de correctores Jorge Tula y al gerente de
ventas Alberto Díaz. La empresa fue clausurada y luego abrió hasta que
la casa matriz decidió levantar la sede porteña. Pasaron treinta años
y hoy Alberto Díaz es director editorial del Grupo Planeta.


"Era muy jodido y triste trabajar en ese ambiente en el que
desaparecían correctores, traductores y amigos. Otros se exiliaban o
se iban al interior, o eran detenidos. Pero seguíamos trabajando. ¿Por
qué? Es algo inexplicable porque el golpe se veía venir pero estabas
como anestesiado. Yo estuve desaparecido un mes y pico. Cuando me
largan ya me habían cesanteado de la Universidad y volví a Siglo XXI.
Me tenía que ganar la vida y no se me ocurría irme. Después de un
segundo aviso partí rumbo a Colombia el 24 de agosto del 76.


-¿Qué le produce este recuerdo?
-Es como si estuviera contando un libro de historia. Ya no recuerdo
cómo era mi rostro, pero sí de la cara del poeta Miguel Angel Bustos.
Lo tengo congelado con un rostro joven. Ya no me acompañan las
imágenes de la detención porque sabes que muchos de los detenidos
nunca volvieron, entonces tenés una especie de culpa del
sobreviviente.




Un elefante ocupa mucho espacio

"Las prohibiciones se instalaron en todo el ámbito educativo y
cultural. Las famosas “listas” con los nombres de escritores,
compositores y artistas “no autorizados” circulaban por radio, TV,
diarios, librerías y escuelas. Se los hacía “invisibles”, “no
audibles”, “no estaban”. En un libro de reciente aparición se relata
la quema de la colección del Centro Editor de América Latina, (CEAL),
una de las mayores del país. Otro ejemplo es sobre la prohibición de
literatura infantil. En 1976 se edita el libro para niños, Un elefante
ocupa mucho espacio, de Elsa Bornemann que gana premios
internacionales. Un año después era prohibido en la Argentina por
relatar una huelga de animales."






Ceremonias privadas


También hubo otras quemas de libros que hicieron las víctimas de la
represión. No era necesario ser militante ni pertenecer a una
organización política. El hecho de tener libros considerados
"subversivos" o "inmorales" era peligroso. "La destrucción, el
ocultamiento y el enterramiento de libros desde 1974 hizo que las
bibliotecas se vayan despoblando. Otro fenómeno que desapareció fue la
lectura en los medios públicos de transporte porque el libro te hacía
caer bajo sospecha" reflexiona Díaz, quien incineró algunos libros del
Che como Guerra de Guerrillas, periódicos del PRT La Verdad y revistas
como Crisis y Militancia.


La escritora Ana María Shua regresa a los días de marzo del 76: "Mi
marido y yo no militábamos, pero éramos de izquierda y muchos de
nuestros amigos y conocidos desaparecían o se escapaban del país o
pasaban a la clandestinidad. Sabíamos que había libros ‘peligrosos’:
todo lo que tuviera marxismo o la idea de la revolución social. ¿Por
dónde empezar? Empezamos por uno de Vo Nguyen Giap, sobre la Guerra de
Vietnam. El intento, en la pileta de la cocina, fue un triste fracaso.
No es tan fácil quemar un libro en un departamento de tres ambientes.
Decidimos que si entraba un grupo de tareas, daba lo mismo que hubiera
este libro o aquel: lo peligroso, lo que nos denunciaba como enemigos
era tener una biblioteca. Y abandonamos la idea de quemar libros.


Fuente: Revista Sudestada Nº 46, 18/03/06
Extraído de: http://www.elortiba.org/

24 de marzo: Cartas y Poemas


Carta de Haroldo Conti a Roberto Fernández Retamar (1)


Buenos Aires, 2 de enero de 1976


Roberto, hermano:
Espero que esta carta llegue a tus manos en alguna for­ma y que algunos meses después llegue a las mías tu res­puesta. Es increíble cómo la distancia nos separa. Este año que pasó casi no hemos tenido señales de vida de la Casa, salvo las formales. Yo sé que ustedes nos piensan más de una vez y esa idea nos sostiene. Nosotros los pensamos casi a diario y necesitamos repetirnos constantemente que Cuba está ahí, en nuestra misma América, y que hay una porción de tierra liberada y ahí están nuestros hermanos.
Me dijo Marta que le dijo Gustavo Hernández, de la em­bajada, que según una carta de Beba yo daba por sentado que este año iba a La Habana. No sé de dónde salió eso pero juro que jamás se me cruzó por la cabeza. Para mí lo que de­cidan los compañeros está siempre bien porque se hace de acuerdo a los intereses de la Revolución. Así trabajamos aquí noche y día y esto nos salva del individualismo y las decisiones personales tan funestas a menudo. Por otra parte mi mayor alegría es que viaje allí gente nueva para que eso se conozca cada vez más. Sé lo bien que le hace a los compañeros y ojalá que pudiesen ir todos. Muchos se lo merecen y lo necesitan más que yo, inclusive para salvar sus vidas. Quiero que esto quede claro.
En cuanto a la situación aquí, las cosas marchan de mal en peor. Me acaba de informar muy confidencialmente […] [un amigo] militar, que se espera un golpe sangriento para marzo. Inclusive los servicios de inteligencia calculan una cuota de 30 mil muertos. Esto coincide con las apreciaciones de nuestros compañeros que evalúan la situación constantemente. Desde el punto de vista de la lucha revolucionaria el aumento de nuestras fuerzas es notable y la preparación magnífica. Ellos lo saben. Calculamos que los que van a sufrir el golpe serán los compañeros de superficie, los niveles medios que se mueven a dos aguas. Nosotros ya nos hemos mudado de casa, por imposición de los compañeros, pero eso no será suficiente. En este mismo momento las Fuerzas Ar­madas están haciendo un operativo rastrillo a pocas cuadras de aquí. Por otra parte nuestra casa, por lo amplia y desapercibida, sirve a menudo de refugio a compañeros que están con problemas. Ahora mismo habita aquí la hermana de un compañero que cayó los otros días en el ataque al Batallón 601 y hasta hace poco vivía uno de los muchachos del Teatro Libre que huyó de Córdoba después de haber caído su departamento en un allanamiento que observó desde la calle, por suerte. Mi señora, a pesar de su avanzado estado de gravidez, cumple una tarea agotadora de asistencia y atención por caídos y presos. Hay caídos a diario y esa gente necesita atención, mover a medio mundo para ubicarlos y luego que no los maten. Recién nos enteramos de que una caída se sal­vará con 15 millones de pesos como coima y ayer tuvimos no­ticias de un compañero de Crisis que desapareció hace 15 días. Está vivo, aunque deshecho.
Bueno. Otra cosa, para no alargarme demasiado, hermano. Mascaró está prácticamente agotado. Tuvo gran éxito de lectores pero los diarios y revistas no hablan de él por razo­nes políticas. Soy una especie de contagioso. Sé de algunos órganos donde hubo órdenes expresas de ignorarme. Es cu­rioso recibir notas desde el exterior y no tener una sola en mi país. A propósito, me sería de utilidad recibir cuanto re­corte haya de La Habana. Crisis reproduce lo que puede y se proyecta una campaña con ese material para la reedición en marzo.
A propósito de Crisis, que se vende muy bien y es lo úni­co que sobrevive, Federico Vogelius, su director propietario, piensa realizar para marzo una gira por Latinoamérica. Na­turalmente quisiera entrar en Cuba y establecer relaciones con la Casa para ediciones, etc. Si bien es un hombre rico, es progresista y ayuda mucho. Se puede contar con él amplia­mente. No hace todo esto por dinero sino que le interesa apo­yar toda actividad cultural. Me pide que vea si se puede arreglar su viaje a través de la Casa. Creo que importa.
Para terminar. Sudamericana saca un libro con colaboraciones de todo el mundo (Cortázar, García Márquez, etc.) cu­yos beneficios serán dedicados a los presos políticos. Se vería con agrado y me piden que te pida una colaboración tuya (poesía, relato, lo que sea) y de ser posible la de algún otro notable (Guillén, Carpentier, etc.).
Te abraza
Haroldo


(1) Roberto Fernández Retamar, doctor en Filosofía y Letras (1954) y en Ciencias Filológicas (1985) por la Universidad de La Habana. Fundador de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba y de la revista Unión (1962). En 1977 recibe el Premio Latinoamericano de Poesía Rubén Darío por Juana y otros poemas personales. Doctor Honoris Causa por la Universidad de Sofía, Bulgaria (1988), y por la Universidad de Buenos Aires, Argentina (1993), preside la revista Casa de las Américas y es profesor Emérito de la Universidad de La Habana.














Carta Abierta de Rodolfo Walsh a la Junta Militar


1. La censura de prensa, la persecución a intelectuales, el allanamiento de mi casa en el Tigre, el asesinato de amigos queridos y la pérdida de una hija que murió combatiéndolos, son algunos de los hechos que me obligan a esta forma de expresión clandestina después de haber opinado libremente como escritor y periodista durante casi treinta años.
El primer aniversario de esta Junta Militar ha motivado un balance de la acción de gobierno en documentos y discursos oficiales, donde lo que ustedes llaman aciertos son errores, los que reconocen como errores son crímenes y lo que omiten son calamidades.
El 24 de marzo de 1976 derrocaron ustedes a un gobierno del que formaban parte, a cuyo desprestigio contribuyeron como ejecutores de su política represiva, y cuyo término estaba señalado por elecciones convocadas para nueve meses más tarde. En esa perspectiva lo que ustedes liquidaron no fue el mandato transitorio de Isabel Martínez sino la posibilidad de un proceso democrático donde el pueblo remediara males que ustedes continuaron y agravaron.
Ilegítimo en su origen, el gobierno que ustedes ejercen pudo legitimarse en los hechos recuperando el programa en que coincidieron en las elecciones de 1973 el ochenta por ciento de los argentinos y que sigue en pie como expresión objetiva de la voluntad del pueblo, único significado posible de ese “ser nacional” que ustedes invocan tan a menudo.
Invirtiendo ese camino han restaurado ustedes la corriente de ideas e intereses de minorías derrotadas que traban el desarrollo de las fuerzas productivtas, explotan al pueblo y disgregan la Nación. Una política semejante sólo puede imponerse transitoriamente prohibiendo los partidos, interviniendo los sindicatos, amordazando la prensa e implantando el terror más profundo que ha conocido la sociedad argentina.
2. Quince mil desaparecidos, diez mil presos, cuatro mil muertos, decenas de miles de desterrados son la cifra desnuda de ese terror.
Colmadas las cárceles ordinarias, crearon ustedes en las principales guarniciones del país virtuales campos de concentración donde no entra ningún juez, abogado, periodista, observador internacional. El secreto militar de los procedimientos, invocado como necesidad de la investigación, convierte a la mayoría de las detenciones en secuestros que permiten la tortura sin límite y el fusilamiento sin juicio.1
Más de siete mil recursos de hábeas corpus han sido contestados negativamente este último año. En otros miles de casos de desaparición el recurso ni siquiera se ha presentado porque se conoce de antemano su inutilidad o porque no se encuentra abogado que ose presentarlo después que los cincuenta o sesenta que lo hacían fueron a su turno secuestrados.
De este modo han despojado ustedes a la tortura de su límite en el tiempo. Como el detenido no existe, no hay posibilidad de presentarlo al juez en diez días según manda un ley que fue respetada aún en las cumbres represivas de anteriores dictaduras.
La falta de límite en el tiempo ha sido complementada con la falta de límite en los métodos, retrocediendo a épocas en que se operó directamente sobre las articulaciones y las vísceras de las víctimas, ahora con auxiliares quirúrgicos y farmacológicos de que no dispusieron los antiguos verdugos. El potro, el torno, el despellejamiento en vida, la sierra de los inquisidores medievales reaparecen en los testimonios junto con la picana y el “submarino”, el soplete de las actualizaciones contemporáneas.2
Mediante sucesivas concesiones al supuesto de que el fin de exterminar a la guerilla justifica todos los medios que usan, han llegado ustedes a la tortura absoluta, intemporal, metafísica en la medida que el fin original de obtener información se extravía en las mentes perturbadas que la administran para ceder al impulso de machacar la sustancia humana hasta quebrarla y hacerle perder la dignidad que perdió el verdugo, que ustedes mismos han perdido.
3. La negativa de esa Junta a publicar los nombres de los prisioneros es asimismo la cobertura de una sistemática ejecución de rehenes en lugares descampados y horas de la madrugada con el pretexto de fraguados combates e imaginarias tentativas de fuga.
Extremistas que panfletean el campo, pintan acequias o se amontonan de a diez en vehículos que se incendian son los estereotipos de un libreto que no está hecho para ser creído sino para burlar la reacción internacional ante ejecuciones en regla mientras en lo interno se subraya el carácter de represalias desatadas en los mismos lugares y en fecha inmediata a las acciones guerrilleras.
Setenta fusilados tras la bomba en Seguridad Federal, 55 en respuesta a la voladura del Departamento de Policía de La Plata, 30 por el atentado en el Ministerio de Defensa, 40 en la Masacre del Año Nuevo que siguió a la muerte del coronel Castellanos, 19 tras la explosión que destruyó la comisaría de Ciudadela forman parte de 1.200 ejecuciones en 300 supuestos combates donde el oponente no tuvo heridos y las fuerzas a su mando no tuvieron muertos.
Depositarios de una culpa colectiva abolida en las normas civilizadas de justicia,incapaces de influir en la política que dicta los hechos por los cuales son represaliados, muchos de esos rehenes son delegados sindicales, intelectuales, familiares de guerrilleros, opositores no armados, simples sospechosos a los que se mata para equilibrar la balanza de las bajas según la doctrina extranjera de “cuenta-cadáveres” que usaron los SS en los países ocupados y los invasores en Vietnam.
El remate de guerrilleros heridos o capturados en combates reales es asimismo una evidencia que surge de los comunicados militares que en un año atribuyeron a la guerrilla 600 muertos y sólo 10 ó 15 heridos, proporción desconocida en los más encarnizados conflictos. Esta impresión es confirmada por un muestreo periodístico de circulación clandestina que revela que entre el 18 de diciembre de 1976 y el 3 de febrero de 1977, en 40 acciones reales, las fuerzas legales tuvieron 23 muertos y 40 heridos, y la guerrilla 63 muertos.3
Más de cien procesados han sido igualmente abatidos en tentativas de fuga cuyo relato oficial tampoco está destinado a que alguien lo crea sino a prevenir a la guerrilla y Ios partidos de que aún los presos reconocidos son la reserva estratégica de las represalias de que disponen los Comandantes de Cuerpo según la marcha de los combates, la conveniencia didáctica o el humor del momento.
Así ha ganado sus laureles el general Benjamín Menéndez, jefe del Tercer Cuerpo de Ejército, antes del 24 de marzo con el asesinato de Marcos Osatinsky, detenido en Córdoba, después con la muerte de Hugo Vaca Narvaja y otros cincuenta prisioneros en variadas aplicaciones de la ley de fuga ejecutadas sin piedad y narradas sin pudor.4
El asesinato de Dardo Cabo, detenido en abril de 1975, fusilado el 6 de enero de 1977 con otros siete prisioneros en jurisdicción del Primer Cuerpo de Ejército que manda el general Suárez Masson, revela que estos episodios no son desbordes de algunos centuriones alucinados sino la política misma que ustedes planifican en sus estados mayores, discuten en sus reuniones de gabinete, imponen como comandantes en jefe de las 3 Armas y aprueban como miembros de la Junta de Gobierno.
4. Entre mil quinientas y tres mil personas han sido masacradas en secreto después que ustedes prohibieron informar sobre hallazgos de cadáveres que en algunos casos han trascendido, sin embargo, por afectar a otros países, por su magnitud genocida o por el espanto provocado entre sus propias fuerzas.5
Veinticinco cuerpos mutilados afloraron entre marzo y octubre de 1976 en las costas uruguayas, pequeña parte quizás del cargamento de torturados hasta la muerte en la Escuela de Mecánica de la Armada, fondeados en el Río de la Plata por buques de esa fuerza, incluyendo el chico de 15 años, Floreal Avellaneda, atado de pies y manos, “con lastimaduras en la región anal y fracturas visibles” según su autopsia.
Un verdadero cementerio lacustre descubrió en agosto de 1976 un vecino que buceaba en el Lago San Roque de Córdoba, acudió a la comisaría donde no le recibieron la denuncia y escribió a los diarios que no la publicaron.6
Treinta y cuatro cadáveres en Buenos Aires entre el 3 y el 9 de abril de 1976, ocho en San Telmo el 4 de julio, diez en el Río Luján el 9 de octubre, sirven de marco a las masacres del 20 de agosto que apilaron 30 muertos a 15 kilómetros de Campo de Mayo y 17 en Lomas de Zamora.
En esos enunciados se agota la ficción de bandas de derecha, presuntas herederas de las 3 A de López Rega, capaces dc atravesar la mayor guarnición del país en camiones militares, de alfombrar de muertos el Río de la Plata o de arrojar prisioneros al mar desde los transportes de la Primera Brigada Aérea 7, sin que se enteren el general Videla, el almirante Massera o el brigadier Agosti. Las 3 A son hoy las 3 Armas, y la Junta que ustedes presiden no es el fiel de la balanza entre “violencias de distintos signos” ni el árbitro justo entre “dos terrorismos”, sino la fuente misma del terror que ha perdido el rumbo y sólo puede balbucear el discurso de la muerte.8
La misma continuidad histórica liga el asesinato del general Carlos Prats, durante el anterior gobierno, con el secuestro y muerte del general Juan José Torres, Zelmar Michelini, Héctor Gutiérrez Ruíz y decenas de asilados en quienes se ha querido asesinar la posibilidad de procesos democráticos en Chile, Boliva y Uruguay.9
La segura participación en esos crímenes del Departamento de Asuntos Extranjeros de la Policía Federal, conducido por oficiales becados de la CIA a través de la AID, como los comisarios Juan Gattei y Antonio Gettor, sometidos ellos mismos a la autoridad de Mr. Gardener Hathaway, Station Chief de la CIA en Argentina, es semillero de futuras revelaciones como las que hoy sacuden a la comunidad internacional que no han de agotarse siquiera cuando se esclarezcan el papel de esa agencia y de altos jefes del Ejército, encabezados por el general Menéndez, en la creación de la Logia Libertadores de América, que reemplazó a las 3 A hasta que su papel global fue asumido por esa Junta en nombre de las 3 Armas.
Este cuadro de exterminio no excluye siquiera el arreglo personal de cuentas como el asesinato del capitán Horacio Gándara, quien desde hace una década investigaba los negociados de altos jefes de la Marina, o del periodista de “Prensa Libre” Horacio Novillo apuñalado y calcinado, después que ese diario denunció las conexiones del ministro Martínez de Hoz con monopolios internacionales.
A la luz de estos episodios cobra su significado final la definición de la guerra pronunciada por uno de sus jefes: “La lucha que libramos no reconoce límites morales ni naturales, se realiza más allá del bien y del mal”.10
5. Estos hechos, que sacuden la conciencia del mundo civilizado, no son sin embargo los que mayores sufrimientos han traído al pueblo argentino ni las peores violaciones de los derechos humanos en que ustedes incurren. En la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada.
En un año han reducido ustedes el salario real de los trabajadores al 40%, disminuido su participación en el ingreso nacional al 30%, elevado de 6 a 18 horas la jornada de labor que necesita un obrero para pagar la canasta familiar11, resucitando así formas de trabajo forzado que no persisten ni en los últimos reductos coloniales.
Congelando salarios a culatazos mientras los precios suben en las puntas de las bayonetas, aboliendo toda forma de reclamación colectiva, prohibiendo asambleas y comisioncs internas, alargando horarios, elevando la desocupación al récord del 9%12 prometiendo aumentarla con 300.000 nuevos despidos, han retrotraído las relaciones de producción a los comienzos de la era industrial, y cuando los trabajadores han querido protestar los han calificados de subversivos, secuestrando cuerpos enteros de delegados que en algunos casos aparecieron muertos, y en otros no aparecieron.13
Los resultados de esa política han sido fulminantes. En este primer año de gobierno el consumo de alimentos ha disminuido el 40%, el de ropa más del 50%, el de medicinas ha desaparecido prácticamente en las capas populares. Ya hay zonas del Gran Buenos Aires donde la mortalidad infantil supera el 30%, cifra que nos iguala con Rhodesia, Dahomey o las Guayanas; enfermedades como la diarrea estival, las parasitosis y hasta la rabia en que las cifras trepan hacia marcas mundiales o las superan. Como si esas fueran metas deseadas y buscadas, han reducido ustedes el presupuesto de la salud pública a menos de un tercio de los gastos militares, suprimiendo hasta los hospitales gratuitos mientras centenares de médicos, profesionales y técnicos se suman al éxodo provocado por el terror, los bajos sueldos o la “racionalización”.
Basta andar unas horas por el Gran Buenos Aires para comprobar la rapidez con que semejante política la convirtió en una villa miseria de diez millones de habitantes. Ciudades a media luz, barrios enteros sin agua porque las industrias monopólicas saquean las napas subtérráneas, millares de cuadras convertidas en un solo bache porque ustedes sólo pavimentan los barrios militares y adornan la Plaza de Mayo , el río más grande del mundo contaminado en todas sus playas porque los socios del ministro Martínez de Hoz arrojan en él sus residuos industriales, y la única medida de gobierno que ustedes han tomado es prohibir a la gente que se bañe.
Tampoco en las metas abstractas de la economía, a las que suelen llamar “el país”, han sido ustedes más afortutunados. Un descenso del producto bruto que orilla el 3%, una deuda exterior que alcanza a 600 dólares por habitante, una inflación anual del 400%, un aumento del circulante que en solo una semana de diciembre llegó al 9%, una baja del 13% en la inversión externa constituyen también marcas mundiales, raro fruto de la fría deliberación y la cruda inepcia.
Mientras todas las funciones creadoras y protectoras del Estado se atrofian hasta disolverse en la pura anemia, una sola crece y se vuelve autónoma. Mil ochocientos millones de dólares que equivalen a la mitad de las exportaciones argentinas presupuestados para Seguridad y Defensa en 1977, cuatro mil nuevas plazas de agentes en la Policía Federal, doce mil en la provincia de Buenos Aires con sueldos que duplican el de un obrero industrial y triplican el de un director de escuela, mientras en secreto se elevan los propios sueldos militares a partir de febrero en un 120%, prueban que no hay congelación ni desocupación en el reino de la tortura y de la muerte, único campo de la actividad argentina donde el producto crece y donde la cotización por guerrillero abatido sube más rápido que el dólar.
6. Dictada por el Fondo Monetario Internacional según una receta que se aplica indistintamente al Zaire o a Chile, a Uruguay o Indonesia, la política económica de esa Junta sólo reconoce como beneficiarios a la vieja oligarquía ganadera, la nueva oligarquía especuladora y un grupo selecto de monopolios internacionales encabezados por la ITT, la Esso, las automotrices, la U.S.Steel, la Siemens, al que están ligados personalmente el ministro Martínez de Hoz y todos los miembros de su gabinete.
Un aumento del 722% en los precios de la producción animal en 1976 define la magnitud de la restauración oligárquica emprendida por Martínez de Hoz en consonancia con el credo de la Sociedad Rural expuesto por su presidente Celedonio Pereda: “Llena de asombro que ciertos grupos pequeños pero activos sigan insistiendo en que los alimentos deben ser baratos”.14
El espectáculo de una Bolsa de Comercio donde en una semana ha sido posible para algunos ganar sin trabajar el cien y el doscientos por ciento, donde hay empresas que de la noche a la mañana duplicaron su capital sin producir más que antes, la rueda loca de la especulación en dólares, letras, valores ajustables, la usura simple que ya calcula el interés por hora, son hechos bien curiosos bajo un gobierno que venía a acabar con el “festín de los corruptos”.
Desnacionalizando bancos se ponen el ahorro y el crédito nacional en manos de la banca extranjera, indemnizando a la ITT y a la Siemens se premia a empresas que estafaron al Estado, devolviendo las bocas de expendio se aumentan las ganancias de la Shell y la Esso, rebajando los aranceles aduaneros se crean empleos en Hong Kong o Singapur y desocupación en la Argentina. Frente al conjunto de esos hechos cabe preguntarse quiénes son los apátridas de los comunicados oficiales, dónde están los mercenarios al servicio de intereses foráneos, cuál es la ideologia que amenaza al ser nacional.


Si una propaganda abrumadora, reflejo deforme de hechos malvados no pretendiera que esa Junta procura la paz, que el general Videla defiende los derechos humanos o que el almirante Massera ama la vida, aún cabría pedir a los señores Comandantes en Jefe de las 3 Armas que meditaran sobre el abismo al que conducen al país tras la ilusión de ganar una guerra que, aún si mataran al último guerrillero, no haría más que empezar bajo nuevas formas, porque las causas que hace más de veinte años mueven la resistencia del pueblo argentino no estarán dcsaparecidas sino agravadas por el recuerdo del estrago causado y la revelación de las atrocidades cometidas.


Estas son las reflexiones que en el primer aniversario de su infausto gobierno he querido hacer llegar a los miembros de esa Junta, sin esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido, pero fiel al compromiso que asumí hace mucho tiempo de dar testimonio en momentos difíciles.
Rodolfo Walsh. – C.I. 2845022
Buenos Aires, 24 de marzo de 1977.














Paco Urondo: 2 Poemas

La verdad es la única realidad


Del otro lado de la reja está la realidad, de
este lado de la reja también está
la realidad; la única irreal
es la reja; la libertad es real aunque no se sabe bien
si pertenece al mundo de los vivos, al
mundo de los muertos, al mundo de las
fantasías o al mundo de la vigilia, al de la explotación o
de la producción.
Los sueños, sueños son; los recuerdos, aquel
cuerpo, ese vaso de vino, el amor y
las flaquezas del amor, por supuesto, forman
parte de la realidad; un disparo en
la noche, en la frente de estos hermanos, de estos hijos, aquellos
gritos irreales de dolor real de los torturados en
el angelus eterno y siniestro en una brigada de policía
cualquiera
son parte de la memoria, no suponen necesariamente
el presente, pero pertenecen a la realidad. La única aparente
es la reja cuadriculando el cielo, el canto
perdido de un preso, ladrón o combatiente, la voz
fusilada, resucitada al tercer día en un vuelo inmenso
cubriendo la Patagonia
porque las masacres, las redenciones, pertenecen a la realidad, como
la esperanza rescatada de la pólvora, de la inocencia
estival: son la realidad, como el coraje y la convalecencia
del miedo, ese aire que se resiste a volver después del peligro
como los designios de todo un pueblo que marcha
hacia la victoria
o hacia la muerte, que tropieza, que aprende a defenderse,
a rescatar lo suyo, su
realidad.
Aunque parezca a veces una mentira, la única
mentira no es siquiera la traición, es
simplemente una reja que no pertenece a la realidad.


Cárcel de Villa Devoto, abril de 1973
de "Poemas de batalla", antología de Paco Urondo publicada por Planeta, 1998
© Herederos de Francisco Urondo
www.literatura.org/






Argentina


es este un país en el cual se fornica a toda hora
en la hora de la serenidad y en la del peligro
se fornica con esposas propias y ajenas
con parientes
en grupos de toda edad
hombres entre sí mujeres entre ellas
fornican como pueden en este país
en este país se fornica sin alegría
no se ama como uno quisiera
en este país estamos muy tristes
nos ha ocurrido una desgracia
y ahora no hay sosiego en el corazón desorientado
y se tiene miedo
y todos quisieran abandonarse
y claman por una tregua
y no pueden amar como soñaron
ni reconocer que otros vendrán
sin nuestro señorío sin nuestra incapacidad


Paco Urondo


Cristina Villanueva: 24 de marzo


Alicia sin maravilla


Alicia cae. En ese espacio oscuro no hay leyes, ni siquiera la de gravedad. Flota en las ruinas de un país perdido, busca entre los fragmentos de las antiguas maravillas destruidas por el odio, la clave, el talismán, el nombre. Nada hay, salvo intemperie.




Cristina Villanueva
cristinavillanueva.villanueva@gmail.com

Homenajes: César Vallejo


Un hombre pasa con un pan al hombro


Un hombre pasa con un pan al hombro
¿Voy a escribir, después, sobre mi doble?
Otro se sienta, ráscase, extrae un piojo de su axila, mátalo
¿Con qué valor hablar del psicoanálisis?
Otro ha entrado en mi pecho con un palo en la mano
¿Hablar luego de Sócrates al médico?
Un cojo pasa dando el brazo a un niño
¿Voy, después, a leer a André Bretón?
Otro tiembla de frío, tose, escupe sangre
¿Cabrá aludir jamás al Yo profundo?
Otro busca en el fango huesos, cáscaras
¿Cómo escribir, después del infinito?
Un albañil cae de un techo, muere y ya no almuerza
¿Innovar, luego, el tropo, la metáfora?
Un comerciante roba un gramo en el peso a un cliente
¿Hablar, después, de cuarta dimensión?
Un banquero falsea su balance
¿Con qué cara llorar en el teatro?
Un paria duerme con el pie a la espalda
¿Hablar, después, a nadie de Picasso?
Alguien va en un entierro sollozando
¿Cómo luego ingresar a la Academia?
Alguien limpia un fusil en su cocina
¿Con qué valor hablar del más allá?
Alguien pasa contando con sus dedos
¿Cómo hablar del no-yó sin dar un grito?


5 Nov 1937
César Vallejo






A 120 años del nacimiento de César Vallejo
(Santiago de Chuco, 1892 - París, 1938) Escritor peruano. César Vallejo es acaso una de las figuras de mayor relieve dentro del vanguardismo hispánico. De origen mestizo y provinciano, su familia pensó en dedicarlo al sacerdocio: era el menor de los once hermanos; este propósito familiar, acogido por él con ilusión en su infancia, explica la presencia en su poesía de abundante vocabulario bíblico y litúrgico, y no deja de tener relación con la obsesión del poeta ante el problema de la vida y de la muerte, que tiene un indudable fondo religioso.
Vallejo hizo los estudios de segunda enseñanza en el Colegio de San Nicolás (Huamachuco). En 1915, después de obtener el título de bachiller en letras, inició estudios de Filosofía y Letras en la Universidad de Trujillo y de Derecho en la Universidad de San Marcos (Lima), pero abandonó sus estudios para instalarse como maestro en Trujillo.
En 1918 César Vallejo publicó su primer poemario: Los heraldos negros, en el que son patentes las influencias modernistas, sobre todo de Julio Herrera y Reissig. Esta obra contiene, además, muestras de lo que será una constante en su obra: la solidaridad del poeta con los sufrimientos de los hombres, que se transforma en un grito de rebelión contra la sociedad.
Acusado injustamente de robo e incendio durante una revuelta popular (1920), César Vallejo pasó tres meses y medio en la cárcel, durante los cuales escribió otra de sus obras maestras, Trilce (1922), que supone la ruptura definitiva con el modernismo y con el nacionalismo literario.
En 1923, tras publicar Escalas melografiadas y Fabla salvaje, César Vallejo marchó a París, donde conoció a Juan Gris y Vicente Huidobro, y fundó la revista Favorables París Poema (1926). En 1928 y 1929 visitó Moscú y conoció a Maiakovski, y en 1930 viajó a España, donde apareció la segunda edición de Trilce. De 1931 son su novela Tungsteno y el cuento de Paco Yunque, y un nuevo viaje a Rusia. En 1932 escribió la obra de teatro Lock-out y se afilió al Partido Comunista Español. Regresó a París, donde vivió en la clandestinidad, y donde, tras estallar la guerra civil, reunió fondos para la causa republicana.
Entre sus otros escritos destaca la obra de teatro Moscú contra Moscú, titulada posteriormente Entre las dos orillas corre el río. Póstumamente aparecieron Poemas humanos (1939) y España, aparta de mí este cáliz (1940), conmovedora visión de la guerra de España y expresión de su madurez poética. Contra el secreto profesional y El arte y la revolución, escritos en 1930-1932, aparecieron en 1973.





lunes, 19 de marzo de 2012

Miriam Cairo: Menos reales pero más verdaderos


Por Miriam Cairo

Un imaginador vicioso difunde su relato como una noticia de primera plana: ¡La abuela desalmada corrompe a la cándida Eréndira! ¡Extra, extra! ¡El gobernador de Tuzcacuexco habló el día del derrumbe y negó que el terremoto formara parte de sus actos de gobierno! ¡Extra, extra! ¿Quién mató a Palomino Molero? ¡Extra, extra! ¡En el Chaco nació un zapallo que se hizo cosmos! ¡Extra, extra! (El imaginador vicioso trae noticias de seres menos reales pero más verdaderos).

*

Una presentidora elige muy bien las preguntas, los ruidos, las aguas, los hundimientos, la oscuridad, la rana, el sapo y las estrellas que van a ocurrir delante de sus ojos.

*

Un urgido se presenta inesperadamente, pero no sorprende porque su presencia ha sido siempre muy próxima a los anagramas de Babel, pequeños y desmedidos. Viene olfateando galaxias, aspirando hojas de alcanfor, exhalando animales en celo. Trae en las manos una perspectiva de inmensidad que se enrolla, que no se puede extender, que no sirve para laberintos, y a fuerza de ansiedades y premuras atrae hacia sí las antítesis, los agujeros, las intemperies y las amapolas prontas a deshojarse en sus dedos errantes, en su alfabeto.

*

Una contempladora tiene días en los que no identifica lo que ve. Algo oxidado que rueda por la espalda de una mujer con ruido a latas. Algo con nombre y final. Una rutilancia de lentejuelas y puñales desde la cintura hasta la garganta. Un lava copas que pierde su brazo tatuado en un revoltijo de jabón. Una novia que vomita palomas en el baño de los cuervos. Viento, lluvia y vino futuros. Algo, alguien, que atraviesa la larga noche como una llamarada y deja huella.

*

Una culona alucinada rodeada por una remota realidad, cubierta por la piel de la noche, alzada sobre los pies de las tormentas, desnuda en la boca del abismo, arrancada del temblor, convertida en navío.

*

Un plegador del lenguaje desplegado dobla los textos como un curioso género al bies. Así como algunos creen que hay un "saber contar", también hay un saber plegar hasta que el texto cabe dentro de una nuez o fruto que alimenta a los lobos amarillos de un diminuto mundo.

*

Una dobladora de sombras camina por los barrios pobres, por el desierto, por la senda peatonal, por los mares de la luna, por las cornisas. Pertenece a una indecible fauna tormentosa que no ha nacido aún. Raramente dobla alguna sombra sin experimentar ese sentimiento tan especial de no existir todavía como raza. Hay tantos animales, tantas plantas, tantas mujeres, tantos hombres, tantos minerales, tantos fantasmas que todavía no existen y caminan, sin embargo por los barrios pobres, florecen sin embargo en las cornisas, aúllan sin embargo en los mares de la luna, cruzan sin embargo por la senda peatonal, atraviesan sin embargo los desiertos. Rara vez la dobladora y su progenie se preguntan por qué todavía no existen, pero cuando eso ocurre se dan cuenta de que son cosa ficticia, cosa poco real pero...

*

Un hombre fatal tiene marionetas, tiene autómatas, tiene admiradoras, tiene un ramo de cardos, tiene una muñeca soñadora bronceada todo el año. Arroja los billetes por la ventanilla del auto y no espera el vuelto. Tampoco piensa en Genoveva Brabante. Ni en la suicida imaginaria, ni en las cornisas imaginarias. Vivaz, colorido, fuerte y exaltado, el hombre fatal desmaya por donde se lo mire. Sus minutos valen por horas. Su semen vale por toros. Pa, pa, pa... No le alcanzan las mujeres de este mundo...

*

Un lector bebe de la copa de la luna bajo el árbol de alcanfor. Bebe el agua que surge de las tinieblas. Pasa del mundo constituido al mundo soñado, del soñado al constituido. Un rostro surge de improviso entre las páginas y le pregunta: ¿a vos también te persiguen? Y el lector afirma: nos persigue un volcán. En la huída las palabras se amontonan primero, luego se desparraman. No podremos salir, dicen las palabras desesperadas y el lector abre la puerta.

cairo367@hotmail.com
Fuente: Rosario 12, martes 20 de marzo de 2012

Edgardo Mocca: Provocaciones periodísticas


Por Edgardo Mocca para Revista Debate

Con significativa simultaneidad aparecieron publicados el mismo día lunes de esta semana en La Nación y Clarín, sendas columnas políticas con idéntico objeto de análisis y parecido tono expositivo. Carlos Pagni y Osvaldo Pepe pusieron en su mira a La Cámpora y buscaron su genealogía política e ideológica en los años setenta. Desde el discurso presidencial de ese mismo día, el foco de la crítica oficial se concentró en algunos recursos discursivos de los autores que rozan peligrosamente el antisemitismo. Sin embargo, la alusión a los “genes” de los padres montoneros de los jóvenes camporistas, en el caso de Pepe y la referencia de Pagni a un bisnieto rabino y a la herencia “dogmática” del viceministro de Economía Axel Kicillof pueden ser leídas en la clave de un discurso de derecha que excede al racismo, aunque lo incluya.
De manera algo contradictoria, Pepe arremete con desdén contra la militancia “de escritorio” de los jóvenes kirchneristas y, al mismo tiempo, alerta sobre su capacidad para “adoctrinar” e “intoxicar” a jóvenes incautos con una falsa épica. Es decir, inofensivos pero no tanto. Por su parte Pagni enlaza el ascenso de Kicillof (el “economista marxista” lo llama ya el título de la nota) con lo que considera la etapa de radicalización estatista del gobierno de Cristina Kirchner. El columnista de La Nación se horroriza por la lectura de la historia que practica el funcionario y que le permite adjudicar a la dictadura instalada en 1976 el comienzo de un proceso de desmantelamiento industrial en la Argentina. También lo preocupa que no haya renunciado a la lucha de clases como categoría explicativa de la vida pública. Ambos editorialistas, convergen de modo evidente en un punto: el grito de alerta por el ascenso de un grupo juvenil que se reclama heredero de las luchas políticas de otra época y se inscribe en una lógica de carácter transformador.
A los fines de espantar conciencias de clase media no reparan en gastos. Pepe agita los odios y los rencores de la década del setenta. Imberbes es la palabra clave del artículo publicado por Clarín. Evoca el día del enfrentamiento de un amplio sector de la juventud peronista con el líder muerto pocos días después. Soberbia es la otra contraseña de su explícito macartismo que no se detiene en ningún límite: sitúa a La Cámpora como heredera no ya de la juventud de los setenta sino a la “conducción que mandó al matadero a miles de jóvenes”. Dicho sea de paso, después de usar ese lenguaje y esas comparaciones, el periodista no se abstuvo de tildar de “injusta” e “intolerante” a la respuesta de la presidente.



Pagni, algo más sutil pero igualmente provocador, establece, como quien habla de bueyes perdidos, el abolengo de Kicillof relacionándolo con las “dogmáticas” judía y psicoanalista. Es decir, el joven economista es un marxista con antecedentes familiares rabínicos y psicoanalistas: algo así como un prontuario arquetípico del joven subversivo que divulgaban los publicistas de la dictadura cívico-militar asumida en 1976, los del diario La Nación obviamente incluidos. Al asegurar que se cerró la “etapa del cinismo kirchnerista” y se entró en la de su radicalización ideológica, es de esperar que el país sea devorado por la marea psico-bolchevique, que acaba de dar otro zarpazo, esta vez contra las sacrosantas arcas del Banco Central, arcas que hoy tienen tres veces más dólares que cuando De la Rúa, con la actual ley, terminó huyendo en helicóptero.
El contenido y el tono de estas notas es, a todas luces, agresivo y descalificador. Pero más en profundidad dejan ver cierto aire de desesperación. Las voces de la derecha argentina viven tiempos sombríos. Jugaron todas sus cartas a bloquear la continuidad del kirchnerismo. Apostaron a la desestabilización y la ingobernabilidad. Promovieron liderazgos que se fueron derrumbando en cascada, a medida que de la euforia de su visibilidad televisiva tuvieron que pasar a la etapa de componer un discurso creíble para un futuro que soñaban “poskirchnerista”. Hoy descreen abierta y quejosamente de las oposiciones políticas. Aceptan a Macri cuando se muestra dispuesto a dar pelea, pero desconfían de su pusilanimidad a la hora de las definiciones. Los tiempos político-institucionales han devenido un verdadero calvario para el estado mayor mediático-político de las derechas: 2015 está situado después de la eternidad y la elección del año próximo, más cercana, aparece más como una amenaza que como una solución. Toda la estrategia político-comunicativa se basa, entonces, en la creación, cuanto más rápida mejor, de una atmósfera política irrespirable. En esa dirección se utiliza todo, incluso el dolor por la muerte trágica, tal como hemos visto en estos días.
Es en ese clima de desesperación y ansiedad política que se inscriben estos lamentables textos. El centro de su ataque no está en tal o cual funcionario sino en lo que ha dado en llamarse la cuestión del “relato”. El problema es la existencia de un discurso articulado que cuestiona los fundamentos del capitalismo global financiarizado, lo ubica como un fenómeno histórico transitorio despojándolo de su aura de destino final de la humanidad, lo ilustra con la crisis y los padecimientos actuales de griegos, españoles, portugueses y europeos casi en general, lo enlaza con nuestro derrumbe de 2001 y, sobre todas las cosas, ensambla su crítica con el mejoramiento general de la calidad de vida social en nuestro país en los últimos ocho años, a partir del cuestionamiento de sus premisas principales.
La derecha no puede y no quiere colocar el debate en términos de relatos articulados porque eso la mostraría desnuda de propuestas y argumentos que no sean los de la libertad irrestricta de los mercados, la protección de las “reglas de juego” del salvajismo neoliberal y la promoción de la concentración del capital y la riqueza para que desde la cumbre gotee en forma de planes sociales focalizados capaces de completar la estrategia del disciplinamiento violento de las clases populares. Todo gira en torno a esa imposibilidad política. Eso es lo que hace que el discurso de la derecha sea anecdótico, superficial y reduccionista. Por eso, para la derecha la discusión política se reduce a la moral pública o a la técnica administrativa. Por eso el Tesoro público es una siniestra “caja” con la que se hace política. Por eso la asignación universal a la niñez es una “fábrica de hijos” por parte de madres que sólo quieren recibir la dádiva estatal. Por eso la defensa del patrimonio y la integridad territorial se presentan como barullo nacionalista que nos aleja de los “países serios”.
Hay una crisis del relato de las derechas. Y no es solamente nacional, abarca buena parte del mundo. La movilización juvenil, en ese contexto, no puede menos que aterrorizar al universo conservador. ¿Cómo podría generarse una épica desde la adoración de un mundo que muestra su agotamiento? ¿Cómo generar mística militante desde la defensa de los planes de ajuste en Europa, desde el sostenimiento de políticas imperiales y guerreristas o desde la asunción de la “seguridad jurídica” de los poderosos? La juventud militante de estos días no es una fuerza de choque militar ni prepara una insurrección. No tiene inmediatamente detrás de su biografía la historia de los golpes, las persecuciones, las proscripciones y los bombardeos militares a gente indefensa. Es una generación enteramente nacida y formada en la democracia y amante de la democracia. Lo que ocurre en el país ocurre en plena vigencia de las normas democráticas. Ese ha demostrado ser el mejor territorio para las transformaciones necesarias en nuestro país. Eso es lo que estremece a las derechas.
Lo único que el conservadorismo parece estar en condiciones de hacer es intentar meter miedo. Para eso agitan los fantasmas de la historia. Con ese objetivo cultivan pacientemente todos los episodios conflictivos que no puede dejar de producir un país que estuvo a punto de su disolución hace diez años, para generar la sensación de un caos inminente. La presidente dijo que hoy más que miedo dan pena. Tal vez la expresión sea más un programa que una realidad: el avance democrático de la Argentina tiene que ir en la dirección en que el macartismo y la agitación del caos provoquen solamente pena.

Edgardo Mocca
Fuente: "Café Umbrales"
mocca.pablo@gmail.com