miércoles, 4 de enero de 2012

Emilio Marín: La salud es lo importante, la plata, como los votos, va y viene.

 Imagen: Télam

La finalización del 2011 tuvo una cuota de dramatismo, con el anuncio de la enfermedad y operación de la presidenta. Lo importante es que todo salga bien y el 24 de enero esté otra vez en la Rosada.


Por Emilio Marín (Para La Arena, La Pampa, Argentina)

Los cultores de la argentinidad al palo dicen que los habitantes de este suelo están orinados por los elefantes. Los que sospechan una mano del imperio, como Hugo Chávez, deslizan una causalidad política en esta epidemia de cáncer que anidó en mandatarios del sur.
El vocero de prensa informó que el pasado 22 de diciembre se le había detectado a la presidenta un carcinoma de papila en tiroides, léase cáncer, y que será operada el 4 de enero. El circunspecto funcionario dio por sentado que veinte días más tarde Cristina Fernández se reincorporará a sus funciones. En el interín delegará las funciones en Amado Boudou, sin función en un Senado en penumbras.
La extirpación de ese tumor en la tiroides es una operación relativamente sencilla que el facultativo elegido “hace de taquito”. Todas las opiniones coinciden en que el riesgo es realmente muy bajo.
En su primera aparición tras el anuncio de la enfermedad, en un acto donde compartió con 16 gobernadores y el vice de Tierra de Fuego, se vio a la presidenta de muy buen ánimo. Hasta sus más furiosos detractores deberán convenir que es una mujer de agallas, porque esta mala noticia que se le cruzó en su camino antes de la Navidad se sumó al fallecimiento de su marido.
Hay que tener entereza física y sobre todo espiritual para amortiguar estos golpes que da la vida sin previo aviso. Ella lo tiene. Aún revestida con un color negro, que traduce dolor, Cristina anda por la vida proyectando colores más amigables.
Varios presidentes expresaron sus mejores sentimientos a la enferma. Como suele suceder, el más efusivo y cariñoso fue Hugo Chávez; el ausente, otra vez, fue Barack Obama. Los políticos también hicieron saber de su consternación, incluso los opositores como Mauricio Macri.
En este sentido hay un avance entre el tiempo actual y el pasado, cuando los enemigos del peronismo pintaban “Viva el cáncer” festejando el trance de Eva Perón. No quiere decir que ahora no haya quienes lo piensan, pero no se atreven a tomar el pincel. Y otros de ese mismo palo expresan sentimientos más cercanos a la piedad. ¿Lo sienten o es un consejo de sus asesores de imagen? Difícil saberlo, pero aún no hay pintadas “Viva el cáncer”. Hasta Beatriz Sarlo parece apiadarse: “lo que le sucede despierta nuestra solidaridad y es sencillo identificarse con quien padece. ¿Cómo no hacerlo con una mujer valerosa y sola?”.
El cronista se resiste a las teorías conspirativas. El cáncer que afectó o afecta a líderes progresistas de Sudamérica tendría origen en células propias de sus organismos. De todas maneras no es una locura total abrir el interrogante chavista: ¿la enfermedad no habrá salido de laboratorios del imperio? Aún en caso que fuera una hipótesis equivocada, habla de que allí está el verdadero eje del mal, al punto de resultar sospechoso de tamaño acto de inhumanidad. Serían mala gente y laboratorios que no descubren la vacuna contra el cáncer sino la forma de provocarlo en políticos díscolos. ”Paren el mundo que me quiero bajar”, diría Mafalda.
La presidenta estuvo en todo su derecho de elegir al Hospital Austral para operarse. Néstor Kirchner optó por el estatal Hospital Argerich y le fue bien, como podría haberle ido a ella en el Roffo, en vez del centro del “Opus Dei”.

Leyes, crisis y ajuste
El encargo de gobernar durante veinte días le cae a Boudou en un momento justo por el receso del Senado, que terminó votando una detrás de otra las leyes venidas con apuro de Diputados. Algunas fueron positivas como la de Tierras y la referida al papel para diarios.
Esta última motivó una seguidilla de notas de Clarinete, Gaceta Ganadera y Perfil donde se acusaba a la presidenta de coartar la libertad de prensa, ejercer una censura cuasi dictatorial y engordar un paquete de medios oficialistas.
El listado de periodistas asesinados en nuestra región no arroja sombra de dudas sobre Argentina. Hubo 7 muertes en México, 5 en Honduras (en rigor, superaron la docena), 4 en Brasil, 3 en Perú y 1 en Colombia, El Salvador, Guatemala, Paraguay y República Dominicana.
La SIP de las patronales abonadas al poder de Washington dijo que la ley de fabricación, comercialización y distribución del papel de diarios “podrá ser utilizado como mecanismo de presión”. Es para reírse. ¿Ahora no sirve a los dueños de Papel Prensa para algo más que presionar?
Aparentemente el plan gubernamental para 2012 va viento en popa, con la aprobación de esa decena de leyes importantes, incluida la de Presupuesto Nacional. Los datos de la AFIP, posteriores, engrosaron esas estadísticas positivas, pues informaron de un aumento de más del 30 por ciento de la recaudación respecto al año anterior. Y proyectaron que ese caudal será en 2012 también superior en ese porcentaje, respecto a 2011.
Reafirmando esa perspectiva “tranqui” de la política en el año a punto de iniciarse, la jefa de Estado compartió con los representantes de 17 provincias una buena noticia. Les otorgó a estas provincias un nuevo plazo de dos años (hasta el 31 de diciembre de 2013) para empezar a pagar las cuotas de la refinanciación del Programa Federal de Desendeudamiento. Ese pasivo fue refinanciado hasta 2030, con pagos en pesos e interés del 6 por ciento anual.
¿Por qué sólo 17 provincias? ¿Por qué Santa Cruz no participó del evento? Respuesta: porque la provincia de los Kirchner tiene las cuentas ordenadas y una economía sólida, sin el endeudamiento exagerado de, por ejemplo, Buenos Aires y Córdoba.
Ese relato es apenas una ficción. La realidad mostró otra cosa. El 29 de diciembre el gobernador Daniel Peralta, sostenido en su momento por Néstor y Cristina, no pudo tratar en la Legislatura su paquete de ajuste. El “regalito de Fin de Año” contenía un aumento de diez años en la edad para jubilarse, un pago en bonos a cuatro años a los proveedores del Estado y una parálisis de las discusiones de convenios con los gremios. Los trabajadores acamparon ante la Legislatura y boicotearon la sesión; Peralta ordenó que la Policía les pegara con el “palito de abollar ideologías” amén de arrojarles gases y tirarles con balas de goma. Amén del saldo de una veintena de heridos y el bochorno de una sesión que no fue, el peor resultado es que ante el país se evidenció que las cuentas prolijas de Santa Cruz no son tales. ¿Por qué lo serían las demás?

Apuntar al enemigo
Desde siempre, en la política y mucho más en su expresión concentrada, la guerra, ha sido decisivo la buena calificación de los amigos y la definición de los enemigos.
Ejemplo por la negativa: ¿será tan ingenuo o algo peor el flamante ministro de Agricultura que recibió al titular de la Sociedad Rural y salió con él ante la prensa a bendecir un amor que no es tal? La concesión oficial de permitir la exportación libre de 8 millones de toneladas de trigo explica el “nuevo” Hugo Biolcati, parecido al viejo Biolcati como una gota de agua a otra de H2O.
La presidenta ha aprobado muchas materias con notas sobresalientes. Pero desde su última entrevista con Barack Obama en Cannes, en el G-20, viene fallando en ese análisis primario. Los grandes popes de la UIA parecen ser los peronistas de la primera hora, y los sindicalistas como Hugo Moyano los enemigos de su gobierno.
En la citada reunión con gobernadores, CFK pegó otra vez a la CGT, al asegurar: “cuando se empiezan a utilizar determinados métodos, una tiene la sensación de que están peleando por privilegios y no por derechos”. Que los camioneros pidieran un bono de fin de año de 2.500 pesos o que los estatales santacruceños protestaran contra el ajuste de su amigo Peralta, no encuadra en ningún privilegio.
En este tema la presidenta debería releer la última Carta Abierta de los intelectuales cercanos a su gobierno. Ellos criticaron la ley antiterrorista pedida por Obama y el GAFI, y defendieron el derecho al disenso que tiene Moyano. Hubo un tiempo donde Cristina enunciaba con claridad y elegancia que la democracia implica conflictos, y que eso no era el fin del mundo. De eso se trata.
Si de enemigos de Argentina se trata, habría que focalizar la atención en Malvinas. Los amigos de la CELAC, como Uruguay, han dado una mano al poner de patitas en el mar a los barcos que lleguen a sus puertos con bandera de “las Falklands”. Este 4 de enero se cumplirá otro aniversario de esa humillante usurpación que sólo reconoció un intervalo entre abril y junio de 1982, mal que le pese a la agreta y desmalvinizadora Sarlo.
Que las neuronas de la presidenta y su gabinete, se pongan en marcha para analizar propuestas de reclamo de soberanía sobre las islas. Por caso, recuperar el banco HSBC y Shell sin disparar ni un tiro ni fletar un submarino.
En otro nivel de enemistad, el Ejecutivo tendría que aplicar políticas más activas hacia Macri, que no se decide a aceptar los subtes y veta la ley que protegía en Capital a 29 empresas recuperadas con 2.000 puestos de trabajo. Las salvas de la artillería política, no munición letal, deberían ir hacia Londres, el puesto de comando del PRO y los monopolios, y no hacia Azopardo 802.

Emilio Marín
Fuente: http://www.laarena.com.ar/

Cristina Villanueva: 2012

FELIZ 2012

Celebremos el nuevo año.
Que en la calidez de las manos, las risas, los brindis y las voces nos encontremos para pensar y soñar más allá de lo posible.
El sueño mismo es un trabajo que une elementos de la realidad con la fuerza transformadora del deseo.
El arte que se hace con la substancia de los sueños, no es una forma de huir de lo real, produce lo real, produce vida. La amistad es un arte que vivifica.


Cristina Villanueva
libera@arnet.com.ar

Virginia Edit Perrone: Jirones y Brevedades. Los bordes desbordados.

Es lanzado jugar con los bordes y los desbordes de la Palabra y conseguir quedarse en ese filo misterioso, del lado de la Lírica. Quien clave las guampas de sus codos y se acode en el trabajo lujurioso de artesano hablante, o quien se deje ganar por la flecha que el inconsciente lanza para que el codo, la yema o el teclado escriban.... aquí, ahí, allí... , en ningún caso importa ya con qué procedimiento se realice, importa con qué valentía se cometa. Y aquí, allí, ahí, hay Poesía si hay valentía cometida, y la voz de ventrílocuo burlando la palabra vacía.Bordes y desbordes de la Palabra. Qué si no el Poeta, qué la Poesía.
El Poeta se atreve a su ventrílocuo, a su pesar o contra todo canon. Des-trazar, descerrajar la Palabra para entregarla en jirones, desborde en equilibrio Lírico; epopeya incorrecta como todo lo Bello. Entonces tan Bello. Tan Poesía.

Virginia Edit Perrone
Soy el Trazo - http://virginiaperrone.blogspot.com/

Noé Jitrik: Acerca de un descubrimiento reciente

Por Noé Jitrik

Una nueva enfermedad se ha diseminado por diversos países del mundo hasta alcanzar el nivel de la epidemia o, más llanamente, de la plaga. Se la conoce ante todo por su nombre vulgar francés, “Intoxication de soi-même” o, en castellano, “Intoxicación de sí mismo”, designación que parece más descriptiva que definitoria; tal vez el nombre científico sea más preciso aunque, desde luego, quien lo usara, fuera de congresos y academias, sería considerado meramente pedante: “autoingestaindividualis”.

Pasada la sorpresa de sus primeras manifestaciones, su difusión le ha dado un importante lugar en diversos congresos: psiquiatras, psicoanalistas, filósofos y médicos han presentado trabajos que no han sido objeto de calurosos aplausos, lo cual se comprende puesto que poco se sabe acerca de sus rasgos nosológicos así como se ignora cuándo y dónde se manifestó por primera vez. Estas incertezas gravitan, lo cual redunda en una dificultad de hallar remedios eficaces para conjurar sus negativos efectos. Lilly, Roche, Pfizer y aun el más modesto Gador están piafando de impaciencia en espera de la información que les permita fabricar esos específicos, seguros de que con ellos lograrían importantes éxitos comerciales.

Se sabe, sin embargo, cómo se produce gracias a cuidadosas investigaciones cuyo resultado fue expuesto en la reunión de Panamá. Quien mostró sus conclusiones fue el profesor Rigoberto Generoso Pérez, de la Universidad de Taipei: su informe fue tentativo, no sólo porque no aportó mayor cosa sino porque, a causa de sus reiteradas autorreferencias, parecía más afectado por el mal que un acucioso investigador. En suma, los asistentes, científicos y humanistas poco progresaron a lo que ya se sabía o sea, como lo expuso sarcásticamente el psicólogo húngaro Sándor Kovacs, que si bien la enfermedad es transmisible no es tan contagiosa como se presumía. Añadió que quienes la habían contraído ocultaban, o negaban, que había sido por una misteriosa ingestión de sus propias personas. Ese concepto produjo perplejidad: ¿cómo era posible que, sin que existiera ningún factor exterior que lo llevara a ello, alguien podía tragarse a sí mismo? ¿Qué lo llevaba a ello? Acaso, se conjeturó, una desmesurada autovaloración de la persona cobraba en algunos casos una dimensión tal que se producía un desplazamiento dramático: lo que un individuo creía sobre sí mismo se corporizaba y se separaba de su entidad real de tal modo que se convertía en un bocado apetecible hasta el punto de ingerirlo o, lo que es lo mismo, ingerirse, de lo cual resulta la intoxicación. Esa es la enfermedad.

No era poca cosa en cuanto al conocimiento del mal, pero lo que sí era evidente era que los efectos o los síntomas de semejante anomalía, eran atroces pero difícilmente definibles, cosa que no ocurre con las enfermedades más corrientes.

Con el paso del tiempo y una más activa mirada interdisciplinaria se avanzó considerablemente, aunque los expertos coincidieron en que estaban muy lejos de definir con precisión el mal, describirlo y generar terapéuticas eficaces para, si no erradicarlo como plaga, al menos neutralizarlo en sus consecuencias inmediatas. Todos coinciden, resignados, en que es difícil llegar a ese punto porque como no se conocen afectados conscientes de que lo padecen se hace casi imposible iniciar tratamiento alguno. Desde luego, esa comprobación tiene una inequívoca impronta psicoanalítica que, por otra parte, la medicina tradicional rechaza; si para el psicoanálisis no hay enfermedad sino paciente y si éste no quiere curarse no hay dios que lo convenza, para la medicina si hay un enfermo hay que curarlo a como dé lugar, aunque no quiera, cuestión, por otra parte, que se vincula con las perplejidades y contradicciones de la bioética.

Algo se ha logrado determinar; así, por ejemplo, el autoingestivoindividualis ignora la alteridad, aparece envuelto en su yo a punto tal, en los casos más graves, que le da lo mismo que alguien lo escuche o no y, desde luego, que el que lo escucha pueda apreciar algo de lo que emana de su yo. La consecuencia dramática de este síntoma es que metafóricamente se abraza a su yo y no se da cuenta de que todos se distraen cuando lo escuchan.

El problema médico de esta situación es que están afectados todos los órganos que confluyen para hacer posible la comunicación, que, como lo sostiene la psiquiatra Alba Klein, no radican sólo en la voluntad sino en todo el cuerpo del ser humano: ocupado por entero por su propio ser, todos sus órganos, aun los más corporales, quedan comprometidos.

Otro síntoma, explicado en detalle por el filósofo danés Jörg Emmentalis en un encuentro cuyo tema, el “yoísmo”, emparentado con el que nos ocupa, se realizó en la Sarasota University, se vincula con la cuestión del parentesco: los autoingestivosindividualis que tienen hijos y nietos no sólo los mencionan a propósito de cualquier cosa, no sólo muestran sus fotos, que consideran obras de arte, sino que los evocan a propósito de bueyes perdidos o de taxis desocupados o de enfermedades episódicas; quienes carecen de descendencia recurren, en cambio, para autorreferirse, a sus ancestros, sus padres dijeron, sus abuelos sostuvieron, los temas pueden ser diversos, inesperados o dispersos pero esas sombras los acompañan permanentemente.

En el congreso de Cancún, convocado por la “Asociación mundial de lucha contra el síndrome autoingestivoindividualis” se examinaron otras manifestaciones del mal. En particular, se puso el acento en lo que se llamó el “relato absoluto”: nos referimos a la mecánica de la interrupción. Cuando en los raros momentos en que, por cansancio o sequedad bucal, deja de referirse a sí mismo y otras personas inician un argumento, el enfermo irrumpe, pero no agresivamente, calificando, sino como si nadie hubiera hablado o como si la mera aparición de algo que no sea su yo fuera un monstruo que no hay por qué atender en la medida en que sólo hay que atender a su yo.

Es posible que las investigaciones sobre este mal que tiene el carácter de una plaga que se ha extendido por el mundo entero hayan dado algún fruto. Dato curioso: quienes lo padecen carecen del impulso a la solidaridad, no sólo no se ligan con desemejantes sino tampoco con semejantes, se diría –y ése es otro rasgo a tener en cuenta– que los ignoran, los detestan, su yo intenta tapar el de los otros e imperativos yoes y recíprocamente de modo que cuando se produce un encuentro entre afectados por el mal, cosa que ocurre en reuniones sociales, presentaciones de libros, muestras de pintura, salas de espera, reuniones familiares, bodas, cumpleaños, fiestas de fin de año, etcétera, quienes observan desde el exterior los encuentros entre afectados no logran comprender nada de lo que sucede.

El mal es serio y Salud Pública no interviene; los enfermos están solos, cuentan apenas con los esfuerzos que hacen médicos, psicólogos, psiquiatras, comunicólogos, filósofos y otros científicos, para estudiarlo y, con suerte, ponerle remedio.

En el autor de este informe la preocupación es grande, tanto más cuanto que él mismo ha sido afectado por el mal aunque, por suerte, logró superarlo gracias a la ayuda que le brindó la filósofa británica Brunequilda Market, quien se puso a su disposición y lo llevó a tomar conciencia de su padecimiento ayudándolo a sublimarlo aunque nunca dejó de expresar sus reservas acerca de una curación total.

Noé Jitrik


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Umberto Eco cumple 80 años



El italiano Umberto Eco, "un novelista muy joven y ciertamente prometedor" tal como se definió con su distintiva ironía en el reciente libro "Confesiones de un escritor", cumplirá el jueves 80 años.
"Publiqué mi primera novela, `El Nombre de la Rosa´, en 1980, de modo que empecé mi carrera como novelista hace cosa de 30 años", escribió en el prólogo de ese conjunto de apuntes sobre la trastienda de la creación literaria, donde también da cuenta de que hasta el momento ha publicado unas cuantas novelas y publicará "muchas más en los próximos 50 años".

Precisamente, "El Nombre de la Rosa" fue el punto de inflexión del escritor italiano que impresionó al mundo -vendió 30 millones de ejemplares- con una de las historias más tortuosas y misteriosas de la literatura universal, que fue llevada al cine por Jean-Jacques Annaud con Sean Connery como protagonista.

Le siguieron cinco novelas, la última de ellas "El cementerio de Praga" (2010) donde narra una historia que tiene como trasfondo el antisemitismo del siglo XIX. La obra le valió numerosas polémicas, acaso por la oscilación entre la verdad y la ficción.

De hecho, el diario Observatorio Romano opinó que el italiano estaba coqueteando con el antisemitismo y que podría contagiar al lector con su "delirio", a lo que Eco respondió -con su inconfundible ironía- que con la polémica lo único que habían conseguido fue aumentar a 100 mil el número de ejemplares vendidos.

"En Italia en un mes se vendieron 600 mil ejemplares y no entiendo por qué. O se volvieron locos, y ciertamente lo están porque votan a Silvio Berlusconi, o el libro habla de cosas que suceden hoy", reflexionó el semiólogo, cuando presentó su novela en Madrid, justo treinta años después de la publicación de "El Nombre de la Rosa".

Conocido crítico del ex primer ministro italiano, quien debió renunciar en noviembre de este año tras la grave crisis en ese país, Eco no dudaba en afirmar: "Entre el cadáver político y el vivo está el vampiro: un zombi, un muerto viviente muy peligroso".

Eco (Alessandria-Italia, 1932) es sobre todo y desde el principio un científico: hijo de un contable, estudió filosofía en Turín, trabajo para medios y editoriales, y en 1971 se convirtió en profesor de semiótica, la ciencia de los signos lingüísticos y no lingüísticos.

Tras dedicarse a la docencia y recibir más de 38 títulos de doctor honoris causa dejó la enseñanza en 2007. La Universidad de Buenos Aires (UBA) también le concedió el mismo título en 1994.

Se graduó como filósofo en 1954 con una tesis que se titula “El problema estético en Santo Tomás de Aquino” (convertida en libro) y luego, como intelectual se dedicó a quebrar las estéticas tradicionales que se consideraban incapaces de afrontar las nuevas formas de expresión, un problema socialmente importante para la Italia de los años cincuenta.

Actualmente, también es catedrático de Semiótica y director de la Escuela Superior de Estudios Humanísticos en la Universidad de Bolonia, y entre sus ensayos se destacan "Apocalípticos e Integrados" (1964), "La definición del arte"(1968), "Las formas del contenido"(1971), "Kant y el ornitorrinco"(1997), "Semiótica y Filosofía del lenguaje" (1984), "Historia de la Belleza"(2004), "A paso de cangrejo"(2006), entre otros.

"Obra abierta" (1962) es el ensayo que más repercusiones alcanzó en su trayectoria académica. Allí, el semiólogo asume que los libros poseen infinitas interpretaciones y considera que toda obra de arte es "un mensaje fundamentalmente abierto, una pluralidad de significados que conviven en un sólo significante".

Un tema que no dejó de abordar es el de internet, "una especie de parodia de la enciclopedia que reúne todo el saber del mundo, porque incluye también información falsa".

Durante su discurso en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla, cuando en 2010 recibió su medalla de doctor honoris causa, Eco opinó que "internet ha fracasado en su intento por ordenar el conocimiento del mundo disponible".

Respecto al libro electrónico, el escritor sostiene que el libro tradicional de papel es el "mejor modo de transmitir información. El libro de papel es como una cuchara o un cuchillo, una vez inventado ya no se puede prescindir de ellos".

El investigador, filósofo y semiótico une de forma magistral cada viraje de la acción, abre y cierra trampas y lleva al lector por laberintos de pensamiento científico-histórico en novelas como "El Péndulo de Foucault", "La Isla del día de antes”, “Baudolino” y "La misteriosa llama de la reina Loana”.

Eco, a pesar de tener fama mundial por sus textos literarios, se define profesionalmente como filósofo, semiólogo, humanista e intelectual que escribe novelas como "amateur" los fines de semanas, según afirma en entrevistas y en su libro "Confesiones de un joven escritor”.

Su próxima publicación es un misterio: "Lamentablemente no está disponible para declaraciones, ni siquiera sobre su cumpleaños", respondió la editorial, citada por la agencia de noticias DPA. Sin embargo, se sabe que está escribiendo, porque, como él mismo aclaró, todavía es "un novelista muy joven".

Fuente: http://www.telam.com.ar/

Rescates: Italo Calvino y el infierno de los vivos

El infierno de los vivos no es algo que será; hay uno, es aquel que existe ya aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos.
Dos maneras hay de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de no verlo más.
La segunda es peligrosa y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar, y darle espacio”

De “Las ciudades Invisibles” de Italo Calvino

Cine: Werner Herzog habla de La cueva de los sueños olvidados



Por Stephanie Wright *

A lo largo de su carrera, Werner Herzog había investigado la vida de la gente de pequeña estatura (También los enanos nacen pequeños), la de los sordos y ciegos (Tierra del silencio y la oscuridad), la de los vecinos de un volcán a punto de entrar en erupción (La Soufrière), la de los nómades del Sahara (Wodaabe, pastores del sol), la de los budistas de la India (La rueda del tiempo) y la de quienes viven en la Antártida (Encuentros en el fin del mundo), entre otras formas extremas de la supervivencia sobre la Tierra (y hasta fuera de ella, como en el falso documental astronáutico The Wild Blue Yonder). Más recientemente le llegó el turno de tomar contacto con los albores mismos de la humanidad, en una cueva ubicada en el sur de Francia. Todo comenzó con una nota publicada en la revista The New Yorker, que daba cuenta, con considerable retraso, del descubrimiento de una caverna, cuyas pinturas rupestres se estimaban de 30.000 o 35.000 años atrás: el doble de antigüedad que las conocidas hasta ahora. Herzog leyó el artículo en 2008 y poco más tarde ya estaba en contacto con el ministro de Cultura de Francia. Rendido por su admiración, Frédéric Mitterrand no dudó en conceder al autor de Fitzcarraldo el permiso para filmar en esa gruta, a la que hasta ese entonces y durante tres lustros sólo un reducido grupo de arqueólogos, geólogos y paleontólogos tenía permitido ingresar.

“Es el despertar del alma humana moderna”, afirma Herzog en la entrevista que sigue, maravillado aún por el encuentro con lo que constituye, hasta el momento, la más antigua manifestación artística del hombre. No es que los celosos custodios de la caverna le hayan dado vía libre a Herzog y su equipo. El realizador de Aguirre contó con sólo una semana y jornadas de cuatro horas, para transportar finalmente al espectador a lo que él define como “una cápsula del tiempo, perfectamente preservada durante 30.000 o 35.000 años”. Junto con Pina, de su compatriota Wim Wenders –y, más recientemente, Hugo, de Martin Scorsese, y, parcialmente, Twixt, de Francis Coppola–, La cueva de los sueños olvidados, estrenada ayer en la cartelera porteña, representa una de las avanzadas de lo que podría denominarse “3D artístico”. “Cuando vi el relieve de la caverna comprendí que el único modo de transmitir cabalmente la noción de ese espacio era filmándolo en tres dimensiones”, dice Herzog.

–¿Qué despertó su interés por las pinturas de la caverna de Chauvet?

–Un conocido me habló de la nota de The New Yorker y de inmediato sentí un enorme interés por el asunto. Desde la preadolescencia soy un apasionado por el arte paleolítico, cuando descubrí por primera vez un libro sobre el tema en una librería de Munich, donde nací y me crié.

–¿Su abuelo era arqueólogo, no?

–Sí, se llamaba Rudolph Herzog. A comienzos del siglo XX, durante unas excavaciones en Grecia, en la isla de Kos, dio con los restos de un monumento llamado Asklepieion. Estaba dedicado a Asclepios, el dios de la medicina para los griegos. Era algo así como un hospital y centro de reposo. En su juventud mi abuelo era un académico especializado en cultura clásica, enseñaba griego antiguo en la universidad. Pero cuando descubrió, en un texto antiguo una referencia al Asklepieion, decidió dejar atrás sus clases y partió a Grecia en busca de él, junto con mi abuela.

–¿No es acaso en la isla de Kos donde usted filmó su primera película, Señales de vida?

–Sí. A los 15 años había partido a Grecia para conocer el Asklepieion, siguiendo los pasos de mi abuelo, a quien amaba. Tiempo más tarde filmé allí mi primera película, en 1968.

–Volviendo a Chauvet...

–Descubrir esa caverna fue como meterse de un solo golpe en una especie de museo paleolítico perfecto. Es como una cápsula del tiempo, perfectamente preservada durante 30.000 o 35.000 años. No sólo eso: la calidad artística de estas pinturas, que están entre las más primitivas que jamás haya producido el hombre, es asombrosa. En verdad, frente a estas pinturas la propia noción de “primitivismo” parece errónea: se trata de un arte consumado, como si hubiera surgido ya totalmente acabado. Viéndolas, se tiene la sensación de que el despertar humano no fue algo gradual sino abrupto, repentino. Claro que lo abrupto es, en este caso, algo que insumió en total unos 20.000 años de historia.

–¿Qué sintió la primera vez que entró a la caverna?


–Uhhh... (suspira profundamente). Lo que sentí es indescriptible... Un sentido de asombro, de maravilla, que no tiene parangón. Eso es lo que quería transmitir al espectador con la película.

–¿A qué se refiere cuando sostiene que esas pinturas marcan el despertar del alma humana moderna?


–Me refiero a que son contemporáneas del Hombre de Neanderthal, y el Hombre de Neanderthal era un cazador sin producción cultural alguna. Por lo que se sabe, no dejó pictogramas de ninguna clase, ni instrumentos musicales ni esculturas. Nada... Al mismo tiempo, estos hombres de Aurignac desarrollaban un arte que aún hoy nos parece extraordinario. Quiero decir: tal vez el día de mañana nos enteremos de que hubo antes que ellos otros hombres haciendo pintura rupestre. Pero hasta que no sepamos eso, éstos fueron los primeros hombres en producir manifestaciones culturales, y a eso me refiero.

–La sensación de movimiento que transmiten las pinturas lo lleva a caracterizarlas como un posible proto-cine. ¿Se siente heredero de esos antiguos pintores?

–En un momento de la película hablo sobre las briznas de carbón que fueron halladas cerca del que llamamos “Panel de los caballos”, que servían para iluminarlo. Esas briznas están ubicadas de forma tal que, en el momento de encenderlas, la sombra del observador debía proyectarse sobre la pared. Lo cual da a pensar que esa sombra fue pensada por el artista como parte del propio panel. De ser así, esa puesta en escena sería un precedente completo del cine, en tanto incluye las ideas de representación, iluminación y proyección, en busca de lograr determinado efecto.

–Para poder filmar en la cueva tuvo que aceptar severas restricciones.

–Sí, y es comprensible. Tenga en cuenta que en otras cavernas, el turismo indiscriminado obligó a cerrarlas al público. Quiero decir, en el curso de las décadas la respiración humana, la transpiración, el aliento fueron afectando las pinturas, y ese daño es irreparable. Es por eso que para poder entrar en Chauvet nos fijaron una serie de condiciones innegociables: un equipo técnico de sólo cuatro personas, sólo equipamiento autorizado, pequeño y manual, tres paneles de luces y un estrechísimo puentecito metálico, que era el único camino que podíamos seguir. De ninguna manera estábamos autorizados a pisar el piso de la caverna o colocar un trípode para la cámara. Pero además había restricciones de tiempo: sólo una semana para filmar, a razón de cuatro horas diarias como máximo.

–¿El encierro no se volvía sofocante?

–Ocasionalmente sí. En un sector de la caverna, donde está el que se llama “Panel de los leones”, el nivel de dióxido de carbono es peligrosamente alto. En otras partes hay radiaciones bastante considerables de gas radón, que afecta los pulmones. Es un ambiente bastante tóxico y radiactivo.

–¡Y a usted no se le ocurrió nada mejor que filmar en 3D, que exige un equipamiento complejo, más pesado que una cámara digital común y corriente!

–Esa idea se me impuso unos meses antes de comenzar el rodaje, cuando las autoridades que están a cargo de la caverna me permitieron visitarla, sólo por una hora, para planificar el rodaje. Allí descubrí que las paredes no eran planas sino llenas de relieves, columnas, hendiduras, pendientes, estalactitas y estalagmitas. Por lo tanto, las propias pinturas no se apoyaban sobre superficies planas, sino que se adaptaban a esas irregularidades. Aquellos artistas las usaron, debería decir, aprovechándolas en función expresiva. Allí fue que comprendí que el único modo de dar cuenta de eso sería filmando en 3D.

–¿Cuál es su opinión sobre la explosión de 3D que está atravesando la industria del cine?


–Soy bastante escéptico con respecto a sus resultados. Creo que se trata de fuegos de artificio, y como tales tienden a taponar lo que le sucede interiormente al espectador cuando va al cine. Al ver una película uno de algún modo la reconstruye interiormente, crea como una segunda película, que es propia. Cuanto más fuertes son los fuegos de artificio, menos posibilidades de hacerlo, y creo que eso es lo que sucede con el 3D.

* Traducción, selección e introducción: Horacio Bernades.
Fuente: © 2000-2011 http://www.pagina12.com.ar/  

Homenajes: Gerardo Vallejo.



El cineasta tucumano Gerardo Vallejo, un artista que se comprometió política y socialmente con los problemas de su tiempo, y que expresó su militancia y su lucha a través de filmes como “El camino hacia la muerte del viejo Reales” y “Con el alma”, hubiera cumplido 70 años este 4 de enero.

Como muchos otros cineastas que vivieron en una época marcada por una lucha desigual en contra de la proscripción, la persecución política, la represión y sucesivas dictaduras militares, Vallejo fue un hombre que dio pelea contra la injustica desde el ámbito de la cultura con convicciones ideológicas fuertes y películas inolvidables como sus únicas armas.

Vallejo nació el 4 de enero de 1942 en Tucumán, y murió el 6 de febrero de 2007, a los 65 años, poco después de estrenar comercialmente “Martín Fierro, el ave solitaria", su versión cinematográfica sobre las aventuras del famoso gaucho que protagoniza el poema de José Hernández.

Desde mediados de los 60, Vallejo participó del Grupo Cine Liberación junto a Fernando "Pino" Solanas y Octavio Getino, quienes lo ayudaron a terminar “El camino hacia la muerte del viejo Reales”, su ópera prima, en épocas en que el cine documental era usado como un instrumento de militancia revolucionaria.

Fue en 1968, en condiciones de clandestinidad, cuando filmó en su provincia "El camino hacia la muerte del Viejo Reales", filme antológico sobre las desventuras del campesino Gerardo Ramón Reales y sus tres hijos varones, en el que reveló los entramados sistémicos de la explotación y la opresión obrera en la provincia de Tucumán y, por extensión, en Argentina y toda América latina.

Mientras la resistencia cinematográfica se esparcía por la región, en la Argentina un puñado de cineastas de clara identificación peronista formaron el Grupo Cine Liberación, que impulsaba un cine de acción revolucionaria.

Si bien Vallejo había estudiado con Fernando Birri y había adoptado de él su preocupación por los sectores sociales más necesitados, fue su contacto con el grupo liderado por Solanas y Getino el que lo impulsó para terminar “El camino hacia la muerte del viejo Reales”.

A pesar de su escasa difusión pública, la opera prima de Vallejo es considerada un clásico del cine testimonial latinoamericano.

La película muestra los últimos años de don Ramón Gerardo Reales, un peón de la zafra de la localidad tucumana de Acheral. Su historia -que incluye la de sus hijos- expresa las miserias y las penas, pero también revela la fuerza y la dignidad de los trabajadores tucumanos.

En ese sentido, se trata de un film inscripto en la línea ideológica del Grupo Cine Liberación, con un fuerte compromiso social y político vinculado abiertamente con el peronismo y sus ideales de reivindicación de los humildes y desposeídos.

Al igual que otras películas de su tiempo, “El camino” establecía un uso del cine como instrumento transformador de la realidad, y lo hacía revelando en primer lugar las condiciones humillantes en las que vivía el grueso del pueblo tucumano.

Frente a la usura y el maltrato permanentes, los Reales representaban el último refugio de la dignidad, la resistencia de los peones zafreros y, por extensión, la de todos los trabajadores humillados de América latina.

Nieto de un pastor español (al que evocaría luego en su documental “Reflexiones de un salvaje”) e hijo de un buscavidas, Vallejo nació en Tucumán en 1942 y recién a los 12 años, de manera fortuita e indirecta, tuvo su primer contacto con el cine.

A causa de un incendio que destruyó su casa, sus padres se mudaron a un club social donde se ocupaban de la limpieza y atención de una cantina que lindaba con el cine Broadway, al que él escapaba una y otra vez para ver películas, pero principalmente para llevarle gaseosas y café al proyectorista y, de paso, ayudarlo a cambiar las bobinas, rebobinar los rollos y pegar los trozos de celuloide que se rompían durante la proyección.

“Desde esta ilusión por el cine, y luego de un breve conocimiento de lo que eran las tomas y los planos, emprendí la marcha en busca del lugar para aprender cine en el país. Lo más cercano, el Instituto de Cine Documental de Santa Fe”, recuerda en las primeras páginas de su libro “Un camino hacia el cine”, que escribió a fines de los 70, durante su exilio en España.

Durante sus estudios en la escuela fundada por el director de “Tire dié” y “Los inundados”, Fernando Birri, Vallejo dio sus primeros pasos con una serie de fotodocumentales y luego filmó los cortos “Azúcar” (1962) y “Las cosas ciertas” (1965), que muestran la difícil vida de los trabajadores de la zafra, y “Ollas populares” (1968), que refleja las consecuencias sociales del cierre de diez ingenios azucareros.

Luego colaboró en “La hora de los hornos”, la película que Solanas y Getino venían filmando desde hacía meses y los había llevado -clandestinamente- por distintas zonas del país.

Con ellos volvería a trabajar luego en Madrid, en las entrevistas con Juan Domingo Perón que más tarde compaginaron en las películas “Actualización política” y “La Revolución Justicialista”.

Después de vivir en España y de volver a exiliarse en Panamá Vallejo regresó definitivamente a la Argentina en 1983 y, dos años después, filmó su primera película dentro de la industria: “El rigor del destino”.

Más tarde llegarían “Con el alma” (1995), en la que abordó el tema del desarraigo y la distancia, el frustrado intento de filmar “El inocente” (2000) y un sueño hecho realidad: “Martín Fierro, el ave solitaria”, que rodó en 2006 en San Luis, y que le permitió despedirse del mundo al año siguiente con la extraña sensación de haber cumplido la tarea para la cual había sido encomendado.

Fuente: www.telam.com.ar/

Carta de la igualdad

 Imagen: La Máquina de Escribir

TEXTO COMPLETO DE LA PRESENTACION PUBLICA NUMERO 11 DE CARTA ABIERTA


El espacio de intelectuales, artistas y creadores elaboró un nuevo documento que analiza el proceso que llevó a la reelección de Cristina Kirchner y los desafíos que se abren ahora.


I

El triunfo de Cristina Fernández de Kirchner en las elecciones del 23 de octubre con el 54 por ciento de los votos expresa la voluntad popular por la profundización de los cambios. En esa decisión de millones de personas se vislumbra la apuesta por una política transformadora, perseverante en su irreverencia frente al orden establecido. En su seno, conjurando la totemización del mercado, rescatando voces antiguas de la fragua popular e intentando frente a ellas nuevas formas de lo político, late incipiente la otrora desterrada utopía de la Igualdad. Es acompañada por la validación de un tipo de gobernabilidad que no puede concebirse por fuera de la recreación incesante de lazos constitutivos con una sociedad activa, heterogénea y abierta, y el impulso hacia un extendido compromiso militante que tiene en el entrecruzamiento generacional y la convocatoria activa de la juventud una de sus dimensiones más notables. Los argumentos simplistas de la gran prensa –voto conservador, el consumo, la oposición inexpresiva– son velos que ocultan otros destellos resultantes de ocho años de continuidad que también sostuvieron el 54 por ciento. El humor social, la recuperación de valores que parecían perdidos, la identidad como pueblo, la confianza en un liderazgo, el compromiso creciente en capas de la sociedad para participar en lo público, la perspectiva y esperanza en un futuro.

Recordemos que apenas una década ha transcurrido desde las jornadas de movilización popular de 2001, cuando en las calles se sancionó la derrota política –y comenzó el retroceso cultural– de un modelo económico centrado en el capital financiero y un modo de gobierno consistente en la mera administración de lo ya dado. Fueron días de indignación y luchas callejeras que hicieron visibles y generales otros combates, los que venían sosteniendo organizaciones diversas desde mediados de los años ’90. Y si aquéllas habían crecido en la resistencia, creando formas nuevas para la política, los acontecimientos de diciembre fueron sancionados con una brutal represión. La crisis desencadenó una transición política que descargó los enormes costos y ajustes del desplome neoliberal sobre las vidas de las mayorías, ya severamente empobrecidas por el régimen caído. Juntamente con una aguda recesión avanzaron la desocupación, la exclusión, la marginación y la pobreza, mientras la llamada “pesificación asimétrica” transfería ingresos a los sectores más concentrados de la economía.

La Historia abrió una alternativa y una esperanza en 2003. La extendida experiencia política que denominamos “kirchnerismo”, como metáfora nominativa de una capacidad transformadora de características propias, posee un doble carácter: se nos presenta como la evidencia política e institucional de un heterogéneo subsuelo popular irredento en incesante movimiento, capaz de establecer los núcleos programáticos de una nueva etapa argentina, en plena ocasión de una crisis de hegemonía de dimensiones y, a la vez, como un inusitado giro de la historia, una inflexión sin coordenadas de arribo, un acontecimiento creativo que cambia los parámetros amputados de una dinámica de poder sin destino posible mayor que el de una tragedia que muta en parodia de sí misma. La figura de Néstor Kirchner fue el epicentro de esa combinación. Asumió la presidencia con un discurso nacional y popular que se distancia del camino industrial-primario-exportador sin inclusión social (desarrollista de derecha), que había intentado desplegar la transición duhaldista. Las urgencias de la democratización de la economía, del crecimiento del empleo y de la producción se concibieron, en el incipiente proyecto, inseparables de la aspiración de reconstruir el mercado interno y recomponer los ingresos de los sectores populares y medios. Al mismo tiempo, el nuevo gobierno se pensó como heredero e intérprete de la movilización social, viendo en lo popular no sólo los rostros de las víctimas del orden en crisis, sino también los de una organización de la que no se podría prescindir. Los movimientos de desocupados fueron actores y partícipes de la nueva construcción, junto a los trabajadores organizados y un múltiple escenario social y político.

La desarticulación del último gran intento por emprender un proyecto de transformación nacional había sido acometida por la dictadura terrorista de Estado, más de un cuarto de siglo antes. Los comandantes y ejecutores de la represión masiva de aquella época se encontraban sin juicio ni castigo. Los primeros intentos de justicia sucumbieron bajo las leyes de impunidad. Pero en nuestro país se había desarrollado una inédita construcción militante de derechos humanos. Heroica por parte de las Madres de la Plaza, que en plena dictadura lucharon por la recuperación de sus hijos, y multiplicada luego en un vasto friso de militancias. Con la decisión de desarmar el dispositivo de la impunidad, el gobierno recuperaba las reivindicaciones centrales de ese movimiento: Memoria, Verdad y Justicia y, al hacerlo, se fundaba a sí mismo como una experiencia política radicalmente nueva. El desarrollo de los juicios, la ejecución efectiva de cientos de sentencias y la constitución de una narración de los hechos centrada en la condena del terrorismo de Estado configuraron un camino que debe seguir siendo profundizado con la investigación de los civiles que colaboraron y fueron beneficiados –como en el caso de Papel Prensa y otras 600 empresas– por lo tramitado en las mazmorras concentracionarias. Consecuente con la profundidad de su compromiso con los derechos humanos, una de las características distintivas del proyecto iniciado en 2003 ha sido la firme decisión de los gobiernos nacionales de no reprimir la protesta popular.

El desendeudamiento con el FMI y la restructuración de la deuda externa con una quita inédita, las negociaciones salariales en paritarias que construyeron una dinámica de recomposición de ingresos y, luego, la estatización de la administración previsional y la inclusión de millones de beneficiarios excluidos en el régimen jubilatorio trazaron un camino en el que la disidencia con las recetas de las ortodoxias financieras se estableció en el plano de los hechos. La desarticulación del ALCA marcó el nacimiento de una nueva política de integración regional que se iría constituyendo en nuevas instituciones, con el Banco del Sur, la Unasur y la flamante Celac. El latinoamericanismo dejaría de ser horizonte de deseo o bandera justamente compartida para convertirse en definición de una política internacionalista y regional.

II

En 2008 la nueva época adquirió otros contornos, signados por el conflicto y el entusiasmo. El justo proyecto de retenciones móviles a las exportaciones agropecuarias condujo a una aguda confrontación del proyecto nacional con el bloque de poder que operó –y opera– como el agente interno de la restauración del proyecto derrotado en 2001. Las corporaciones patronales del campo resistieron y no estaban solas. Un tejido nuevo de poder económico se había articulado en el agronegocio con ellas. Contaban con el apoyo de los medios de prensa concentrados, emparentados ideológicamente y entrelazados con los negocios ligados a la Argentina reprimarizada de fin del siglo pasado. Se sumó toda una oposición política variopinta que conjugaba discursos republicanos, conservadores y “progresistas” para la ofensiva destituyente. Organizaciones emblemáticas del empresariado industrial, como la UIA, beneficiarias de las nuevas políticas, no se comprometieron con el instrumento que favorecía la diversificación productiva del país, ya por ataduras con la persistente creencia neoliberal, ya por la apuesta a un modelo centrado en la demanda externa y sustentado en salarios bajos.

Los tiempos eran agónicos y parieron nuevos actores en conflicto. Se constituyó el bloque que afirmaría la continuidad de un proyecto que, si heredaba los movimientos populares argentinos, también se mostraba prístino en sus diferencias y fundamental en su novedad. Las organizaciones sindicales, sociales, de derechos humanos, una buena parte del arco político progresista y de la izquierda no peronista, se asociaron estratégicamente al futuro del kirchnerismo, que se afianzaba como identidad política. Un frentismo de hecho defendía al proyecto del intento de la restauración conservadora. Carta Abierta nacía en ese momento de disputa como expresión de un tipo de militancia que consistía en tomar la palabra colectivamente, procurar interpretaciones y asumir un compromiso público. El conflicto era evidente: frente a un bloque que impulsaba la autonomía nacional y ala ampliación de derechos se alzaba una coalición destituyente promovida por la elite del privilegio.

El año 2009 –en el que se afrontó un resultado electoral adverso– supuso un desafío de gran dificultad, pero las fuerzas estaban templadas y el Gobierno profundizó las políticas reparatorias. La Asignación Universal por Hijo y el programa Argentina Trabaja signaron ese momento. Coincidieron durante ese año los efectos de la sequía y la primera fase de la crisis internacional, que fueron enfrentados con políticas y medidas que desafiaban las ortodoxias y recomendaciones de los poderes internacionales y locales. Pese a que no escaseaban los conflictos, el Gobierno impulsó con fuerza otra reforma estructural: una Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual que prescribe límites a los monopolios y amplía el derecho a la información. Doblar la apuesta se constituiría en una marca de estilo frente a las adversidades.

En dos acontecimientos de 2010 pudo verse el cierre de las dificultades mayores del período: en la fiesta callejera de la conmemoración del Bicentenario y en la dolida y colectiva despedida a Néstor Kirchner. Porque si en el primero se vio la multitud reconocida en la nación que se conmemoraba –y esto es: no en abierto conflicto con el gobierno que la representaba–, en el segundo fue la emergencia de un compromiso activo y militante, descubierto junto con la propia fragilidad de las vidas que lo habían incitado. Y si la fiesta del Bicentenario era la contracara de la justa ira de diciembre de 2001, el duelo en la plaza reponía una confianza en la política que era impensable diez años atrás.

III

Eso fue posible porque la apuesta no fue leve y su horizonte fue la Igualdad. Que no es fácil de definir aunque se advierta su búsqueda en luchas, movimientos, documentos, leyes, hechos de gobierno. No es fácil porque se enlaza a otras cuestiones: la de la Justicia, la Libertad. Elegimos, en este momento, llamar Igualdad a las posibilidades de una sociedad más justa con sus integrantes, menos esquiva de lo fraterno y lo cooperativo, menos abrupta en el recorte de las libertades para algunos. No se trata sólo de igualdad de oportunidades reclamada por el liberalismo ni de distribución económica, aunque todo ello resulta imprescindible. La ley del matrimonio igualitario –que lleva en su nombre la cuestión que tratamos–, seguida por otras de muy reciente aprobación, evidencia una virtuosa escucha legislativa de los reclamos y valores impulsados por las minorías. El derecho al aborto, concebido como defensa de la autonomía de las mujeres a definir sobre su cuerpo y su deseo a la maternidad –y ya no como sumisión a la voluntad de un otro–, está en el horizonte de esas medidas que, impulsadas por pocos, inauguran, sin embargo, otro estado de los valores, las creencias y las lógicas que estructuran la vida social.

Si la Igualdad es el horizonte de estas políticas, lo es como igualdad en la diferencia y reconocimiento de la heterogeneidad. Lo es como ampliación de la ciudadanía, que se va desplegando en un recorrido desde la inclusión –con las múltiples estrategias de reparación social– hacia la Igualdad. No es poco lo que falta en este sentido y seguramente nunca el camino estará cumplido. La igualdad en la diferencia debe ser también el signo de una democratización profunda de la cultura, a la que las mayorías tengan acceso, generando disposiciones al conocimiento y el disfrute de lo creado por este país. Democratizar la cultura no es sólo generar espectáculos masivos. Es también crear las condiciones para la renovación del gusto cultural popular y para el impulso hacia la emergencia de nuevas y distintas expresiones. Hay mojones de este intento –como la ley de medios y Tecnópolis– que deben ser profundizados y ampliados. Muchos pasos se han dado de 2003 a hoy para disminuir la desigualdad que había generado la destrucción de la educación pública. Más chicos en la escuela y almorzando con sus familias. Menor deserción. Primeras camadas del secundario en algunas zonas del país. Docentes reconocidos en su dignidad de trabajadores. Bibliotecas y netbooks para todos. Estos cambios destacan y promueven el desafío de avanzar por lo aún faltante: la buena escuela pública, como la mejor alternativa de formación en todos los lugares y para todos los sectores. Habrá que explorar pedagogías, cruzar saberes y pensamientos, interrogar los modos de transmisión del conocimiento; pero esto será posible no sólo por el trabajo de especialistas sino también por la mayor participación de sujetos activos con compromiso en la transformación cultural y social necesaria para la buena educación. Ello requerirá que la política de Estado enunciada en la Ley de Educación Nacional se traduzca en prácticas sociales que legitimen en todo el territorio de nuestro país el derecho a la educación pública en una sociedad democrática. Pero aun con los cambios legislativos y políticas implementadas, subsisten tendencias estructurales regresivas, constitutivas de una matriz de sistema educativo, cuya reversión es imprescindible para atender al objetivo de la Igualdad. El creciente peso relativo de la educación privada –sostenida con financiamiento del Estado– en todos los distritos del país, pero con más intensidad donde predomina la población de sectores medios, resume la significatividad de esas herencias. Ese avance en desmedro de la centralidad de la educación pública es una fuente de desigualación social que conjuga desde segmentaciones clasistas hasta prejuicios raciales. La superación de esta lógica requiere de la convocatoria a los docentes, a los sindicatos y a la participación popular para movilizar la reposición de la escuela pública como núcleo clave de igualación social y forja de unidad popular.

Una nueva etapa del proyecto nacido con la asunción de Néstor Kirchner en el año 2003 queda inaugurada en los discursos de cierre de campaña de la Presidenta, en ocasión de la victoria electoral y en el foro del G-20. En ellos el ideal de la Igualdad y la crítica del orden global del neoliberalismo resonaron como sus núcleos clave. Posicionarse desde América latina y el Caribe sin neutralidad ni imparcialidad señala el alineamiento frente al poder central en el orden internacional y del lado de las mayorías populares en la política nacional. No son aceptables las interpretaciones de este triunfo electoral como el resultado de un modelo de consumo y a la vez clientelar, del tipo del que signó a los años noventa. En éstos se trataba de una política de dádivas en un proceso de exclusión, en tanto el crédito a los sectores medios, el dólar barato y la focalización arbitraria –constructora de desigualdad– avanzaban con un discurso que naturalizaba la desaparición de la política como herramienta de transformación. Se trata de la diferencia del sufragio en una nación de ciudadanos frente al voto en un mercado de consumidores.

IV

La histórica denuncia de las “relaciones asimétricas” en la reunión de Mar del Plata, que derrotó al ALCA, y los proyectos de constitución del Banco del Sur y de la Unasur, así como la desvinculación de las políticas recomendadas por los organismos financieros internacionales, precedieron a una crisis que tiene alcances inéditos, dramáticos y de fin imprevisible. La nueva política económica heterodoxa desarrollada por la Argentina y buena parte de América latina y el Caribe generó mejores condiciones para las respuestas frente a la profunda crisis que se despliega en el nivel de la economía mundial.

El desplome financiero conduce a la destrucción de un stock de capital ficticio inconmensurable que provoca el desmanejo de las finanzas globales por los organismos creados para ese objetivo. Las derechas de los países centrales se obstinan en profundizar la lógica ultramercantilista en el funcionamiento de las economías, tanto en los órdenes nacionales como en la esfera global. En esos países la democracia emprende el retroceso a una formalidad sin ciudadanía, mientras el poder financiero elige tecnocracias para dirigir sus destinos. Las instituciones que fueron origen y centro de la crisis intentan someter a su cruda ley los presupuestos públicos y dar garantía de continuidad al capitalismo en su forma de financiarización. Xenofobia y ajustes en los presupuestos públicos, privatizaciones de empresas de servicios y reducciones de salarios, despidos masivos y destrucción de lo que restaba de los Estados de bienestar configuran el nuevo rostro de los países centrales. En el centro del mundo se diseña un escenario de incertidumbre y amenazas, del que no están excluidas las intervenciones armadas que se excusan en “paradigmas civilizatorios”. Sin embargo, este avance reaccionario no se despliega sin resistencias. Las huelgas y movilizaciones obreras y el surgimiento de nuevas expresiones de lucha popular –como la de los indignados– son síntomas de un descontento que constituye un potencial de futuros conflictos, lejos de la pretendida sentencia del fin de la Historia que el neoliberalismo proclamaba en sus décadas de esplendoroso ascenso.

El discurso presidencial en el G-20 impugnó el capitalismo financiero, la desregulación y la política de precarización del trabajo. Una impugnación a la esencia del capitalismo realmente existente. Implacable crítica hecha desde la jefatura de un gobierno empeñado en construir una sociedad de derechos mientras ese capitalismo actual los destruye en el centro del sistema global que construyó. ¿Habrá futuro para el capitalismo? ¿Habrá futuro para la humanidad? ¿El anarcocapitalismo conducirá a la barbarie?

La degradación del sistema en los países centrales comprende la aceptación y el fomento de paraísos fiscales, esquemas de elusión impositiva, maniobras con los precios de transferencia en las operaciones intrafirma de las empresas transnacionales. Así, mientras la financiarización conduce a la profundización de estos rasgos, los discursos de los líderes de las naciones hegemónicas condenan esas prácticas, la mayoría de las veces en forma hipócrita, mientras promueven ordenamientos legales internacionales con objetivos más cosméticos que transformadores.

En cambio, los países periféricos que sufren pérdidas fiscales y fugas de capitales por la presencia de esos mecanismos están interesados realmente en su desarticulación. El gobierno argentino ha trabajado en los foros internacionales en esa dirección. Así, el interés en el combate al lavado de dinero y la evasión fiscal son objetivos importantes y destacables de la política del Gobierno. Pero resulta equivocado legislar esas cuestiones en el formato de Ley Antiterrorista, como se lo hace en el actual proyecto que trata el Congreso. Ese dispositivo adopta la duplicación de condenas acogiéndose a una definición del concepto de terrorismo de carácter tan inespecífico, que podría utilizarse en fallos judiciales que criminalicen la protesta social. Formato antiterrorista e inespecificidad de acepción que deriva del poder y las presiones norteamericanas en los foros internacionales. El gobierno argentino se ha destacado por su voz crítica en ellos y por eso sorprende y preocupa esta adopción de un estándar internacional contradictorio con el espíritu democrático del proyecto nacional que hoy despliega.

Durante la última década nuestra región ha comenzado a desarrollar, de manera creciente, una experiencia económica, política, social y cultural esencialmente diferente de la verificada en el mundo desarrollado. Tal proceso político, dirigido a establecer esa sociedad de derechos, es incongruente con las sociedades de libre mercado. La preeminencia de lo político, tendencia verificable en gran parte de las nuevas experiencias nacionales de América latina –con marcadas heterogeneidades, indudablemente–, supone un ejercicio creativo de regulación pública creciente de aspectos económicos esenciales en el cual la ciudadanía política recupera un lugar principal respecto de las relaciones mercantiles no exento de conflictos y contradicciones. La frustración del plebiscito popular en Grecia acerca de las recetas de ajuste impuestas por el FMI, Alemania y Francia, permite realizar un poderoso contraste con la mayoría de los gobiernos latinoamericanos cuya soberanía política en materia económica se acrecienta y complejiza a través de novedosos entramados nacionales y de integración multidimensional. Si bien estos procesos no están exentos de intrincados desafíos, asociados a un exacerbado grado de transnacionalización, gestión de recursos naturales y complejos escenarios de tensión distributiva, sus características distan de constituirse en evidencia de la lógica del capitalismo central. La imaginación política regional, la búsqueda de autonomía y la voluntad integradora esencialmente crítica del neoliberalismo han abierto una variante de organización social cuya denominación constituye aún una incógnita a dilucidar recurriendo a nuevos debates todavía en ciernes. Parece apropiado evitar referencialidades semánticas a pesadas e irresueltas herencias, no renunciando sin embargo a recuperar del arcón de posguerra la voluntad de las grandes gestas humanas que, a través de distintas identidades, dirigieron su proa a idearios democráticos, populares, independientes, igualitarios y libertarios.

No es fácil darle nombre propio al tipo de sociedad que queremos, dice la Carta Abierta/10 y, ciertamente, ese nombre aparecerá cuando se pronuncie colectivamente, en el interior de la conciencia de miles y miles de personas. La unidad de América latina y el Caribe, que incluye el rechazo a las conductas imperiales y la anárquica desregulación financiera, resulta en la urgencia de una autonomía no sólo justa, sino imprescindible, frente al desastroso despliegue reaccionario en el centro del capitalismo mundial. El paradigma de la Igualdad adquiere una significación trascendente como brújula en el clima de desazón de esta época.

La recuperación y centralidad de la idea de Igualdad representa una transformación cultural en la Argentina. El trazo grueso de los cantos de sirena del neoliberalismo fue el de crecimiento y derrame: sin acción pública los estímulos de mercados y ganancias conducirían a la ampliación y eficiencia productivas que desembocarían en la reducción de la pobreza en una sociedad de desiguales para el “bien” de todos. Sin embargo, el resultado fue el estancamiento y la exclusión.

Siempre ha existido una relación contradictoria y tensa entre capitalismo e Igualdad. La extensión de los derechos civiles y políticos generalizó la ciudadanía formal, mientras que esa expansión a la vez operaba como velo de la desigualdad en el acceso a bienes y servicios. La idea liberal de un ámbito público de la política alienado de un espacio privado reservado para la economía esteriliza la potencia de la primera para transformar la segunda. Ni la Igualdad sustantiva ni la ampliación de derechos son cuestiones de mercados, sino de ciudadanía. La primacía de la política sobre la economía, la intervención pública en ésta, la sustitución del objetivo del crecimiento por el del desarrollo y el privilegio ciudadano sobre la determinación mercantil para elegir el destino estratégico de una nación son tributarios de una propuesta de profundización de la Igualdad. Esta es la inscripción del paradigma de la Igualdad proclamado por la Presidenta como objetivo de esta etapa.

V

Desde 2003 se produjo una mejora sustantiva en la distribución del ingreso, tanto que la Argentina eleva los índices promedio de la región en términos de equidad distributiva. El sistema impositivo alcanzó en 1974 su pico de equidad del siglo XX, y luego comenzó un ininterrumpido derrumbe que profundizaba constantemente su regresividad. El actual proyecto ha revertido esa tendencia alcanzando una leve progresividad al final de la década recién concluida. Las retenciones han contribuido a ese cambio. Pero el régimen impositivo sigue siendo injusto con el 20 por ciento más pobre de la población y reclama una reforma tributaria. Reforma que también es necesaria para la estabilidad estratégica fiscal. El impuesto a la renta financiera, la mayor progresividad del Impuesto a las Ganancias, la reforma en el Impuesto al Valor Agregado, la consolidación de las retenciones (inclusive recuperando la idea de retenciones móviles) y el refuerzo de las imposiciones patrimoniales provinciales son cuestiones pendientes.

El crecimiento del gasto público ha contribuido a la mejora de la equidad. El significativo incremento del presupuesto educativo y el aumento del gasto en salud contribuyeron en ese sentido. La inversión realizada en esos campos requiere una renovación ahora cualitativa: una atención que no sólo descanse en la mejora de la infraestructura escolar o sanitaria. En relación con la salud pública es preciso puntualizar que no se han producido avances en importancia e intensidad equivalentes a los que sí se dieron en áreas como los derechos previsionales, humanos, educación y de generación de empleo. Se ha tendido a consolidar la inercia heredada, a contramano de las notables transformaciones que el modelo nacional y popular ha sabido generar. El control a los laboratorios, la producción pública de medicamentos y la regulación de la medicina prepaga deberían avanzar en la generalización de un sistema igualitario de salud. Hoy sólo el 1,9 por ciento del PBI se invierte en salud pública gratuita, mientras subsiste –en un sistema fragmentado– una enorme inequidad en la distribución de los recursos. Pensar la salud como política de integración social hace necesario recuperar el rol del Estado como único rector y prestador creciente y dominante, para hacer realidad la universalidad de la atención y el acceso a la salud como derechos de ciudadanía. Un derecho no es ni puede ser una mercancía, ni debe ser el mercado quien distribuya la salud y la vida.

La quita de subsidios a los ricos y a las clases medias-altas que pueden prescindir de ellos contribuye a la equidad distributiva. La reasignación presupuestaria al gasto social y a la inversión pública es de estricta justicia. La campaña mediática que designa la mayor carga como un ajuste tiene una marca clasista. No hay redistribución sin recortes del ingreso de los más pudientes. Ajustistas son las políticas recesivas y restrictivas que disminuyen la capacidad de consumo de las mayorías populares asociadas a recortes del gasto público y no así las reasignaciones progresivas de éste, que mantienen su nivel. Un cambio distributivo supone modificaciones en la lógica de consumo y de la propia estructura productiva que provee los bienes para éste.

La cuestión de la Igualdad comprende el debate clave acerca de los sectores en pugna por la distribución del ingreso. Los enfoques económicos que desde diversos sectores apuntan a detener la política de incrementos salariales, ubicándola como causa del alza de los precios y la disminución de la competitividad externa tienden a imponer un orden injusto propio de la experiencia neoliberal, pero esta vez actualizándolo bajo la forma de una peligrosa heterodoxia de raíz conservadora. Este aparente oxímoron consiste en propiciar una creciente intervención estatal en materia económica, pero amputando las políticas que diferenciaron al período abierto en 2003 –asociadas a la recuperación de los convenios colectivos de trabajo y la dinámica sindical– del programa encarnado por el duhaldismo en beneficio del poder económico concentrado local y extranjero. La competitividad externa, luego de la devaluación del peso argentino en 2002, fue conseguida a costa de fuertes transferencias de ingresos desde los trabajadores y sectores vinculados al mercado interno hacia los sectores empresarios medianos y grandes rurales y urbanos. No se explicó, entonces, por un incremento de la competitividad sistémica genuina, sólo posible por saltos tecnológicos y productivos devenidos de una conducta empresarial de fuertes inversiones, que en el caso de las grandes empresas tendió a no verificarse con el mismo dinamismo que en la década de los ’90 pese a las comparativamente altas tasas de ganancias de los últimos años. La imprescindible política de incrementos salariales sistemáticos propiciados, a partir de 2003, por los gobiernos nacionales tendió a compensar esa transferencia inicial y distribuir los beneficios de la acelerada creación de riqueza que se produjo. Con el fin de preservar el carácter progresivo de la política pública –uno de los basamentos del modelo económico– parece imprescindible encauzar el debate acerca de la inflación y el tipo de cambio hacia los complejos escenarios de la puja entre sectores sociales por la distribución del excedente, ejercicio que implica analizar precios, tasas de ganancia, productividad, inversiones y salarios de manera conjunta. Ello supone en sí una renovada acción estatal, tanto técnica como política, sostenida por un debate público, como expresión evidente de la metáfora presidencial de “sintonía fina”.

Mucho se hizo en estos años en pos de la afirmación de la Igualdad. Lo hizo un gobierno componiendo a su alrededor un conjunto de alianzas. No fue menor el lugar que tuvo y tiene en esa alianza el sindicalismo mayoritario. Organizaciones remisas a revisar las lógicas de poder que las estructuran –y que las llevan al reconocimiento de cercanías que son claramente corporativas, como la defensa de algunos dirigentes que son juzgados por delitos económicos, delitos inaceptables desde cualquier percepción efectiva de la defensa de los derechos de los trabajadores–, pero al mismo tiempo forjadas en la protección de los derechos de los asalariados formales. El grupo que hoy conduce la CGT se templó en la resistencia de los años ‘90 y desde 2003 para aquí articuló alianzas al tiempo que sostuvo la mejora de los salarios y la ampliación de derechos. Un contexto de expansión de la demanda laboral y de paritarias reconocidas lo hizo crecer y afirmarse. Hoy aparecen, enfáticamente anunciadas, oscuridades en esas alianzas.

No es fácil, nunca, orientarse en las coyunturas que son pródigas en ambigüedades, en componer hilos heterogéneos, en presentarse con rostros ambivalentes. Pero todo ello no puede evitar una nitidez que sigue presente: la política argentina sigue teniendo un trazo fundamental que distingue entre un bloque de la reacción y un movimiento –complejo y múltiple– que apuesta por la Igualdad. Es inimaginable que los trabajadores argentinos y sus representaciones sindicales elijan el camino de la reacción, arrojándose a los brazos de aquellos que hasta ayer nomás se decían sindicalistas para defender intereses patronales o para actuar como emisarios de la corrosión de la legitimidad institucional. Porque la CGT conducida por Hugo Moyano no tiene nada que ver con un gastronómico de las barras brava ni con un dirigente de peones rurales que pone a sus afiliados como carne de cañón para un paro patronal. Habrá nubarrones en la coyuntura, oscuridades que opaquen la nitidez, habrá que renovar –para despejarlos– un compromiso común, un compromiso hecho de tensiones, diálogos, conflictos y disidencias, pero sustentado sobre un acuerdo necesario: el de profundización de la Igualdad, el de ampliación de derechos.

VI

El paradigma de la Igualdad como el que se avizora requiere de la autonomía nacional. Un problema central y estructural subsistente e intacto es la extranjerización de la economía. La concentración más esa extranjerización, profundizadas deliberadamente por las políticas neoliberales, contribuyen a una persistente fuga de capitales. Durante los ’90 se financiaba con endeudamiento y hoy se lo hace con las divisas del superávit comercial, conseguido como resultado de la actual política económica y de las condiciones de la economía mundial. Así, el resultado del esfuerzo común es girado al exterior por los más poderosos, que cuanto más ganan más giran. Las constantes remesas de utilidades revelan que la Igualdad no constituye un objetivo exclusivamente social, sino un problema nacional. Así, a la exigencia de mayor inversión se agrega el requerimiento de renacionalizar la economía. Las filiales de las empresas transnacionales orientan su política, mucho más, por las necesidades y lógicas de sus casas matrices que por las definiciones, estímulos y objetivos de la política económica local. Una nueva ley de inversiones extranjeras es necesaria para proveer un marco regulatorio que permita al Estado fijar políticas.

Pendiente está, en función de la profundización de la Igualdad, una legislación justa sobre la posesión de la tierra urbana y rural. El proyecto de ley actualmente en discusión constituye un primer paso. Los desalojos de los humildes y la prepotencia de quienes los llevan a cabo han causado derramamiento de sangre y muertes. La legislación necesaria implica un debate respecto del derecho de propiedad, que por cierto se originó como todos los derechos civiles como reivindicación de los más débiles frente a los más fuertes. La conquista de los montes por parte de los sojeros tiene la misma lógica que la conquista del desierto del siglo XIX. Se despliega como una violación del derecho de propiedad comunitaria para la vida y la cultura de comunidades enteras, destruyendo los derechos de los pueblos originarios y de los campesinos para establecer otros nuevos, que protejan la apropiación de medios de producción por una clase objetivamente vinculada con la restauración del modelo derrotado en 2001. Apropiación típica de los conquistadores, por medio de la expulsión de campesinos de sus tierras. La solución del hábitat urbano y rural es, tal vez, la que atendería los problemas de mayor injusticia y violencia, resultantes de inequidades desgarrantes.

La marginación del ideario del desarrollo y su empobrecimiento al subsumirlo en los conceptos de crecimiento y derrame fueron tributarios de la sanción de leyes financieras que retiraron al Estado de la función de direccionamiento del crédito. Nuevas leyes que regulen el funcionamiento de las entidades, las funciones del Banco Central –que incluyen la recuperación del poder estatal para articular la política monetaria con las otras políticas públicas– y los derechos, acceso y protección a los usuarios del crédito significarán la derogación y el reemplazo de la que fuera la ley de leyes de la política económica de la dictadura terrorista: la Ley de Entidades Financieras y, también, de la carta orgánica del Banco Central, columna vertebral de la financiarización.

La vibrante defensa de Cristina Fernández de la gestión en Aerolíneas Argentinas, la estatización que dio origen a Aysa y las diferencias de eficiencia en la gestión pública de los fondos jubilatorios aplicados a proyectos de desarrollo habilitan una vía de profundización sostenida en la recuperación de la gestión empresaria del Estado. Quedó agotado el discurso de la ineficiencia pública respecto de la virtud de la privada. El desempeño del Banco Nación durante las crisis y en el estímulo del crédito productivo, frente a la conducta lucrativa de corto plazo de una banca extranjera especializada en créditos personales –colocados a altas tasas–, muestra otro contraste que abunda en el fundamento del colapso de esa creencia. Así, el empeoramiento del balance de divisas en el sector energético alerta sobre una insuficiencia exploratoria del capital privado en la industria petrolera. La mejora en el planeamiento y la regulación y la recuperación de la centralidad empresaria estatal en ese sector no sólo atenderían a requerimientos del proceso de desarrollo, sino que también crearían condiciones para generar estrategias económicas que no desdeñen el cuidado del medio ambiente, a la vez que afirmarían el camino de la autonomía nacional.

VII

Si se postula una sociedad de derechos, es impensable avanzar sin la idea del plan. Una sociedad de mercados es una sociedad sin plan, porque la organización de ésta opera indirectamente por el peso de la pura correlación de fuerzas de los poderes económicos. En cambio, la construcción de una sociedad de derechos requiere de la participación ciudadana en las decisiones. Participación cuya fuerza quedó demostrada en la forja de la ley de medios, en su discusión por múltiples foros y en la creación de una sensibilidad social sobre su importancia. No debe ser ése un caso aislado sino el umbral para políticas renovadas en las que se apele a una capilar politización de lo cotidiano. O, dicho de otro modo, en el que se conjugue la igualdad más profunda: aquella que nos hace sujetos políticamente autónomos, capaces de opinar, juzgar, comprometerse y decidir.

Una sociedad movilizada, una opinión pública capaz de forjarse en los debates y no en ningún pensamiento único, una dirigencia capaz de asumir desafíos renovados, un vasto conjunto de militancias heterogéneas y diferentes configuran un escenario promisorio para el año que se abre. Los desafíos son profundos y las interpretaciones que se conjuguen deberán estar a la altura. No es tiempo de tratos maniqueos con el pasado ni de juicios sumarios sobre la Historia, más bien lo es de recostar nuestra experiencia política sobre la diferencia que establece con otros momentos, pero también para que su actual complejidad ilumine la del pasado. Porque somos enfáticos habitantes del presente, debemos ser comprensivos visitantes de lo sucedido. A sabiendas de que los tiempos nos exigen una imaginación política renovada y un compromiso colectivo para pronunciar las palabras justas. Aquellas que nos permitan afirmar la Igualdad.

Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-184382-2011-12-29.html

Libros, Comunicación y Periodismo: La Radio Nacional


"La Radio Nacional"
Voces de la Historia 1937-2011
Edición especial - Incluye 2 CD
Carlos Ulanovsky
Susana Pelayes (compiladora)
ISBN: 978-987-684-261-7 • $ 295.00 • 484 páginas
Ediciones Colihue • Fuera de colección 2 (Comunicación y periodismo)


Nave insignia radial de una nación que padeció colapsos institucionales, Radio Nacional tuvo claroscuros similares a los que iluminaron y ensombrecieron el país. Nacida en 1937 en Buenos Aires, como una curiosa concesión de una empresa privada, primero fue la radio del Estado y hoy es la radio pública. En el histórico edificio de Maipú 555 del microcentro porteño, Radio Nacional alberga a la AM 870 y a tres emisoras de FM (Folklórica, Clásica y Rock) junto a Radiodifusión Argentina al Exterior (RAE). Además, 40 "crías" auditivas se despliegan por todo el país desde La Quiaca a la Antártida, todas ellas conformando LRA, sigla que representa a La Radio Argentina.
De esto habla este libro terminado a muchas manos, voces y sonidos.

Esta detallada investigación periodística -concebida en 2010 como el aporte de la radio pública a los festejos del Bicentenario- es, antes que una historia política de la emisora, un homenaje a quienes en cada etapa hicieron posible su existencia como testigo de grandes hechos.

Esta segunda edición realizada por Colihue completa la investigación hasta fines de 2011. Un centenar de voces entregan sus reconocimientos y también sus cuestionamientos sobre lo que significó ser oyente de la radio pública. Entre ellos, el testimonio de los 26 directores que condujeron Radio Nacional desde 1983 (incluido el de los actuales, María Seoane y Vicente Muleiro). También están los relatos memorables que llegan desde las provincias, esos lugares en los que hacer radio excede largamente el parámetro del mero entretenimiento.

El libro ofrece, ordenadas década por década, las líneas de programación, las tendencias artísticas y los pme cantidad de ilustraciones. La crítica y la autocrítica no están ausentes, en el intento de eludir una versión de la historia edulcorada y conformista.

Y de yapa, las grandes voces de Héctor Larrea y Marcelo Simón proponen al lector otra forma de recorrer esta historia: dos CD con audios de archivo que confirman una construcción colectiva y diversa. Sorprende y emociona escuchar a Juan Domingo Perón, Evita, Juan Pablo II y Leopoldo Marechal.
También la palabra de Tita Merello, Alberto Ginastera, Antonio Esteban Agüero, Sixto Palavecino y Mercedes Sosa, entre tantos nombres inolvidables.

Estos sonidos complementan lo escrito desde la memoria sonora y muestran al país de la radio, al que tanto le debemos cotidianamente, como si fuera un gigantesco dial.

Fuente: http://www.colihue.com.ar/fichaLibro?bookId=30887

Julio Cortázar: Happy new year

Julio Cortázar jóven

"Mira, no pido mucho,

solamente tu mano, tenerla

como un sapito que duerme así contento.

Necesito esa puerta que me dabas

para entrar a tu mundo, ese trocito

de azúcar verde, de redondo alegre.

¿No me prestás tu mano en esta noche

de fìn de año de lechuzas roncas?

No puedes, por razones técnicas.

Entonces la tramo en el aire, urdiendo cada dedo,

el durazno sedoso de la palma

y el dorso, ese país de azules árboles.

Así la tomo y la sostengo,

como si de ello dependiera

muchísimo del mundo,

la sucesión de las cuatro estaciones,

el canto de los gallos, el amor de los hombres."


Julio Cortázar.

(Texto enviado por Virginia Edit Perrone)